miércoles, 3 de junio de 2015

La Justificación por la Fe (Dr. R.A. Torrey 1856-1928)

 
JUSTIFICACIÓN es la palabra clave en los escritos del Apóstol Pablo. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la palabra justificación tiene un significado legal bien definido; es una palabra que está estrechamente relacionada con la idea de juicio o prueba (Deuteronomio 25:1, 1Corintios 4:3, Mateo 12:37). De modo que la palabra justificación puede definirse como: ser una persona declarada justa por disposición de un tribunal. Cuando se dice que Dios a justificado a un hombre, se quiere significar que ha llevado el caso ante su Divino Tribunal y que, después de examinar el caso, ha declarado al acusado tan libre de toda falta y culpa, como si fuera del todo justo y agradable a la vista de su santa ley. Un sinónimo común de la palabra justificación es aceptación.

EL PROBLEMA
En el Antiguo Testamento algunos pensaban que la justificación ante Dios era imposible: “¿Cómo pues se justificará el hombre para con Dios? ¿Y Cómo será limpio el que nace de mujer? He aquí que ni aun la misma Luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano?” (Job 25:4-6). En el libro de Romanos, la Palabra de Dios nos revela que el hombre, nada, absolutamente nada puede hacer para que Dios le acepte. El Apóstol Pablo nos dice claramente que nadie puede llegar a ser justo a la vista de Dios mediante su conducta, su forma de actuar. Aquí él usa el tiempo futuro del verbo. El quiere decir que ningún mortal vendrá a ser considerado justo jamás, en base a su propia vida. Ningún hombre puede afrontar el juicio de Dios con una conciencia tranquila, si su confianza descansa en la calidad de su propia vida. La razón para esto queda firmemente establecida: “Porque no hay diferencia por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:22-23). “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20).

LA SOLUCIÓN
Ya hemos visto por la Palabra de Dios, que la solución no se encuentra dentro del hombre; no se encuentra en ninguna de sus capacidades religiosas o morales. Nadie puede alcanzar una calidad de vida capaz de confrontar las normas que demanda la perfecta, justa e inflexible ley de Dios (Romanos 3: 9-20). El Apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos, habiendo abatido, y habiendo expuesto la inutilidad de todos los logros humanos, nos muestra que la justificación del hombre procede únicamente de Dios. “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde pues, está la jactancia (del hombre)? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la (ley) de la fe (en Cristo)” (Romanos 3:24-27).

SÓLO POR JESUCRISTO, SÓLO POR GRACIA, SÓLO POR FE
 El texto bíblico anterior nos dice que somos justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en Jesucristo, por Fe en su sangre. En este texto Escritural encontramos los tres factores por medio de los cuales Dios justifica al hombre pecador, sin defraudar su propia ley. Debido a la crucial importancia de estos tres factores, los vamos a considerar uno a uno por separado. Por ser indispensable, la justificación del pecador es primeramente:
SÓLO POR JESUCRISTO - En (Hechos 4:12) leemos así: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”Con esta declaración queda absolutamente claro que no hay ningún otro salvador ni salvadora. El Señor Jesús fue el único que pagó el precio para saldar la deuda de pecado de toda la humanidad. Pero todavía no estamos justificados sin apropiar los próximos dos factores:
SÓLO POR GRACIA - En segundo lugar, la justificación del hombre es sólo por Gracia. “Porque por Gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don (regalo) de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).La Gracia de Dios se define como regalo que el hombre no merece, pero que Cristo lo pagó y lo ganó para todo ser humano que le recibe. El Señor Jesús ama al pecador y no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
SÓLO POR FE - En tercer y último lugar, tenemos que hay una condición que Dios demanda del hombre para justificarle. Esa condición es Fe en Jesucristo, es decir, confiar en que su sacrificio en la cruz del Calvario fue el pago suficiente para saldar nuestra deuda de pecado ante Dios, una vez y para siempre. “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10:10) y el versículo (12) que dice: “Pero Cristo, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios.” A Cristo no hay que volverlo a sacrificar. Hacer sacrificios incruentos de Cristo es una blasfemia, pues se niega la eficacia actual del único sacrificio hecho una vez para siempre. Además, ningún sacrificio incruento es aceptable ante Dios, pues la Biblia dice:“sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22).

CONCLUSIÓN 
Amado lector, como bien has podido ver, la Biblia enseña enfáticamente que la justificación de Dios ninguna persona la puede obtener por medio de sus propios méritos, pues no hay ningún hombre que sea perfectamente justo y nunca peque. Pero… ¡Qué maravillosa es la obra de Dios! Este problema queda resuelto por medio de la Fe en Cristo, el cual nos regala la justificación por su Gracia. No olvidemos que es sólo por Cristo, sólo por gracia, sólo por fe. Esto es así amado lector pues no hay otra solución. La creencia común de que primero hay que santificarse uno mismo y dejar de pecar para lograr la justificación de Dios es antibíblica, por lo tanto es falsa. Esto no es lo que la Biblia enseña. Si has comprendido bien, sabrás que esto no tiene comparación. Esta es la oferta gratuita de Dios para ti. Así es que ven ahora mismo, confiesa tus pecados a Cristo, y pídele con tu boca que te perdone tus pecados y te salve. Amén.  

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