1) La dimensión femenina del Espíritu Santo
Ya en el Antiguo Testamento el Espíritu se presenta asociado a funciones femeninas. El mismo aletear del Espíritu por encima de las aguas del caos primitivo de la creación, antes que hubiera orden, simbolizaría, según buenos intérpretes, el incubar generador de todo tipo de vida. En la literatura sapiencial, como es sabido, la sabiduría es amada como una mujer (Si 14,22) y es presentada como esposa y como madre (Si 12,26), identificada a veces con el Espíritu (Sab 9,17). Hay representaciones trinitarias en las cuales el Espíritu Santo es colocado entre el Padre y el Hijo, en forma de mujer. En las Odas de Salomón, un escrito del cristianismo sirio, la paloma del bautismo de Jesús, que es una de las representaciones del Espíritu Santo, es llamada madre. Hay padres de la Iglesia que llamaron al Espíritu Santo la madre divina de Jesús-hombre, ya que la concepción en el seno de la virgen María se dio por obra y gracia del Espíritu (Mt 1,18). Macario, gran teólogo cristiano de Siria (muerto el año 334), nos ha dejado este hermoso texto: "El Espíritu es nuestra Madre, porque el paráclito, el consolador, está pronto para consolarnos como una madre consuela a sus hijos y porque los hijos renacen de él y son así los hijos de esta Madre misteriosa que es el Espíritu Santo". Efectivamente, el Espíritu está presente en la primera creación; actúa, además, en la nueva creación, viniendo sobre María y haciéndole concebir al Hijo encarnado; baja sobre Jesús en el bautismo y lo impulsa a la misión; resucita a Jesús de entre los muertos (He 13,33; Rom 1,3), desciende sobre los apóstoles y así da comienzo a la Iglesia misionera. En el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, el Espíritu como Madre concibe nuevos hermanos y hermanas de Jesús y llena de vida con carismas y servicios a las comunidades cristianas.
(Fuente: La Santísima Trinidad es la mejor Comunidad – Leonardo Boff)
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2) La teología de los Moravos
(Fuente: La Santísima Trinidad es la mejor Comunidad – Leonardo Boff)
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2) La teología de los Moravos
Durante el siglo XVIII los Moravos oraban al Espíritu Santo como “Madre.” Por más de 30 años esto fue la practica aceptada y se animaba fuertemente en la iglesia esta práctica en la oración. Zinzendorf dijo que la maternidad del Espíritu Santo era un “punto importante y extremadamente esencial….y que la práctica de las iglesias depende de este punto”
Una de las mas importantes letanías al Espíritu Santo durante el tiempo de Zinzendorf fue titulada “La Madre,” la cual estaba basada en el antiguo himno Te Deum Laudamus.
La letanía empieza así: “Señor Dios, ahora seas alabado, Tú eres digno Espíritu Santo! Tú, la Madre de la Cristiandad, la Iglesia unida te honra. Todos los ángeles y la corte de los cielos y quien sea que sirve al Hijo, también los Querubines y Serafines, ellos cantan todos con una voz clara.”
Zinzendorf reconoció que este tipo de lenguaje para el Espíritu Santo no era típico entre la gente, pero siempre insistía que era la más simple, clara y mejor manera de comunicar la naturaleza del Espiritu Santo. Este es el lenguaje que aún un niño puede entender.
Zinzendorf contendía por la autoridad escritural del Oficio de la Madre vinculado al Antiguo y Nuevo Testamentos, como los textos de Isaias 66:13 y Juan 14:26: “Cuando el querido Salvador al final de su vida quiso consolar a sus discípulos (en ese momento el lenguaje no era tan rico como ahora), en ese tiempo el Salvador, quien fue el más grande estudiante de la Biblia, había sin duda leído el verso en la Biblia ‘Te consolare como una madre consuela’. Luego el Señor pensó ‘si voy a decir a mis discípulos que me voy, entonces debo darles un consolador. Debo decirles que ellos recibirán a alguien quien les consolara en mi partida. No será extraño a ellos porque ellos ya lo habrán leído en la Biblia….allí se lee que ellos tendrán una madre: Dejare mi Espíritu.”
Zinzendorf creía que la iglesia debía ser una escuela del Espíritu Santo, que a diferencia de cualquier institución educativa humana, se trate de "una escuela de la familia, que es una escuela de enseñanza primaria, en los brazos de la Madre eterna" que ama tiernamente a sus hijos. Un cristiano es como un niño que "se sienta en el regazo de la Madre,es recibido en la escuela, y es llevado a través de todas las clases, entonces es bajo el permiso especial, bajo el régimen maternal del Espíritu Santo, que consuela, castiga, y besa el corazón, como una madre consuela, castiga, y besa a su propio hijo ". No se sabe si Zinzendorf había leído la obra de Comenio “Escuela de Madre”, pero esta cita es ciertamente consistente con el entendimiento de Comenio de que la educación es un proceso benevolente guiado por una figura enriquecedora.
La idea del Espíritu Santo como Madre se convirtió en una parte importante de la devoción y de la vida comunitaria de los Moravos. La iglesia estableció una fiesta para el Espíritu Santo, popularmente llamada el "Mutter Fest" (Festival de la Madre), que fue mencionado por primera vez en público en 1752 y se observó hasta el año 1770.
Zinzendorf explica su doctrina del Espíritu Santo, proclamando que Ella es una Madre de tres maneras distintas. En primer lugar, fue el Espíritu Santo, no María, la verdadera Madre de Jesús, ya que "lo preparó en el útero, se cernía sobre él, y finalmente lo trajo a la luz. Ella [el Espíritu] lo dió [a Jesús] sin duda a los brazos de su madre, pero con las manos invisibles lo llevó mucho más de lo que su madre lo hizo."
En segundo lugar, el Espíritu Santo es la Madre de todos los seres vivos, porque Ella tiene un papel especial en la creación continua del mundo."Se sabe que el Espíritu Santo trae todo a la vida, y cuando el hombre fue hecho de un pedazo de la tierra ...el Espíritu Santo estaba muy cerca a través de la espiración del soplo de Dios en el hombre." Por lo tanto, el Espíritu Santo es la madre de todas las almas que viven de una manera general.
El Espíritu Santo es también la Madre en un tercer y más importante sentido. Ella es la Madre de la Iglesia y de todos aquellos que han renacido. "El Espíritu Santo es la única Madre de las almas que han nacido una vez a través del costado de Jesús, como la verdadera matriz de todas las almas benditas." Zinzendorf basa esta comprensión del Espíritu que da a luz a las almas convertidas en gran parte de la conversación de Jesús con Nicodemo en Juan 3. Jesús le dijo a Nicodemo que tenía que nacer de nuevo, no desde el vientre de su madre, sino de Dios. Nicodemo sabía que nacemos de una madre, no de un padre, pero él no sabía quién era la madre. Zinzendorf dice que Jesús respondió: "No hay otra madre, no es la que físicamente te dió a luz, ella no importa: hay que tener otra madre que te dará a luz.” En definitiva, pues, el Espíritu Santo es la Madre de los cristianos en el sentido de que es el agente activo en la conversión.
(Fuente: Información del Seminario Teológico Moravo en los Estados Unidos)
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3) La Maternidad Divina
Nadie puede dar aquello que no posee, ni siquiera Dios. Por lo tanto, si la raza humana se presenta bajo los aspectos masculino y femenino, es porque ambas características se encuentran en Dios. Aparentemente eso es lo que expresa Génesis 1:27.
Ese gran hombre de Dios llamado Nikolaus Ludwig Graf von Zinzendorf, haciéndose eco de una larga tradición que se remonta a la Iglesia Primitiva, nos enseñó que el Espíritu Santo que nos engendra como hijos e hijas para Dios, el Amor de Dios, el Consolador, es dentro de la Familia Dios "Nuestra Madre Querida". Es el olvido del aspecto femenino y materno en la Divinidad lo que ha llevado al culto de la Virgen María en suplantación. Nos hemos acostumbrado tanto a referirnos a Dios en términos masculinos llamándolo "PADRE", que nos sorprende (diría más bien que nos escandaliza), la contemplación de lo Eterno Femenino en el seno de la Divinidad; Dios Madre igual en dignidad junto a Dios Padre. Y, sin embargo, a través de toda la Escritura, el Amor de Dios se caracteriza por ser más maternal que paternal. Prestemos atención a lo que nos dice el Señor en Isaías 66:13:"COMO UNA MADRE CONSUELA A SU HIJO, ASÍ LOS CONSOLARÉ YO A USTEDES". ¡Qué hermosa comparasión! Así que, cuando queremos fijarnos en el amor que Dios nos tiene, debemos mirar el amor que nuestra madre terrenal nos tiene. En medio de este mundo de conflictos, dónde los hombres viven sumergidos en la soledad de la competencia salvaje ¿cuántas veces quisiéramos ser consolados como en la niñez, cuando a medida que descubríamos la dura realidad, encontrábamos refugio en esa mujer que nos dió la vida?. La Palabra de Dios nos hace saber que el Señor no es indiferente a nuestros sufrimientos y tribulaciones, cuando las dificultades de la vida cotidiana nos agobien, debemos saber que tenemos un Dios amoroso con corazón de madre al que podemos recurrir siempre en busca de consuelo, como cuando eramos niños y, al sentir temor, nos aferrábamos a la falda de nuestra madre. Quizá en este día de octubre, en que popularmente se celebra a las madres, al ver en ellas la imagen del Amor Divino, podamos transformarlo en una verdadera fiesta del Espíritu Santo, que manifieste claramente al mundo que, el cristianismo verdadero, no puede ser machista ni denigrar jamás a una mujer.
(Pablo Claudio Salvato
domingo 20/10/1996)
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