Querido
Hermano/a:
He
sentido la urgente necesidad de escribirte a tí, que estás
padeciendo algún tipo de postración, crónica o reciente y
cualquiera sea su origen: problemas de orden físico, emocional,
espiritual, social, por calástrofes, tragedias…
Y
te levantas, una y otra vez, con la esperanza de que en éste último
intento tendrás éxito, pero… todo sigue igual.
Es
mi oración que Dios te llene de su Amor y obre en tu vida con toda
su Potencia, porque Dios es el mismo, ayer, hoy y para siempre.
Oye
la dulce voz del Señor Jesús, que muy suavemente, pero con
autoridad, te dice:
(tu
nombre) ………… a ti te digo: LEVÁNTATE.
Hoy
quiero hablarte de un HOMBRE simple, compasivo, Amigo. Anduvo por los
caminos haciendo bienes, predicando que el Reino de los Cielos se ha
acercado y que debían arrepentirse para recibir el perdón de sus
pecados, todo esto acompañado de señales, milagros y prodigios,
pero siempre pedía que no divulgaran quién los había hecho. No
hacía alarde ni llevaba una lista de a cuántos muertos había
resucitado, a cuántas personas había sanado, a cuántas había
librado de demonios, etc.
Acostumbraba
ir de ciudad en ciudad, no buscaba la fama, ni que lo recibieran con
aplausos, no se consideraba una “estrella” ni realizaba
espectáculos en teatros o lugares parecidos. Prefería detenerse en los alrededores de las ciudades,
cerca del mar, en el desierto, en lugares amplios. Y multitudes lo
seguían. Sanaba a todos, bendecía a los niños, multiplicaba los
alimentos para dar de comer a hombres, mujeres y niños que
permanecían a su lado por muchas horas, escuchando sus enseñanzas,
pues lo hacía con autoridad. Sentía compasión porque veía a las
personas como ovejas sin pastor, que no sabían hacia dónde ir. Los
leprosos, los menesterosos, los pobres, los desamparados, los de
humilde condición y toda persona que sufriera física, emocional o
espiritualmente recibía su Bendición. Y así fue desde que nació: los pastores, que eran los más humildes, los que no existían para
la sociedad, creyeron al anuncio de los ángeles y corrieron a
adorarle.
Cada
día, se levantaba de madrugada para orar al Padre y luego salía a
cumplir con la misión que Él le había encomendado. Era
común escucharle decir:
Porque
el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Lucas 19:10.
Los
sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Mateo 9:12.
Pablo
dice que Dios escogió del mundo lo necio, lo débil, lo vil, lo
menospreciado y lo que NO ES… a fin de que nadie se jacte en su
Presencia. (1° Corintios 1:27).
Por
supuesto que, ¿quién iba a ir a los lugares donde Él concurría?
¡Nadie!
Sólo
Él trataba cara a cara con el pecado, la enfermedad, la miseria, la
maldición, el odio, la tristeza, la muerte, la soledad, el
abandono, el desamparo, las tinieblas, y las convertía en Perdón
de pecados, Salud, Bendición, Paz, Amor, Gozo. Vida, Amparo, Luz,
Alegría, Reconciliación, Familia de Dios, Amistad…
Este
HOMBRE que aún anda por los caminos sembrando AMOR…
ES
EL SEÑOR JESÚS.
Cuenta
la Biblia en Juan 5:2, que Jesús había subido a Jerusalén y que
cerca de la Puerta de las ovejas hay un estanque, llamado en Hebreo
Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud
de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el
movimiento del agua, porque el primero que descendía al estanque
cuando ésta se agitaba, quedaba sano de cualquier enfermedad que
tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que
estaba enfermo.
Te
invito a que, retrocediendo en el tiempo, seamos parte de la escena:
Y
ahí llegaba Jesús, ingresando por la Puerta de las Ovejas. Juan
10:2, dice que “el que entra por la Puerta el Pastor de las ovejas
es”.
Jesús,
el Príncipe de los pastores, El Pastor y Obispo de nuestras almas,
el Buen Pastor que daría SU Vida por las ovejas y que el Dios de Paz
resucitaría de los muertos, por la Sangre del Pacto Eterno, ¡estaba
ahí!, en la búsqueda de una ovejita sufrida, perdida, desamparada,
sola, que luchaba inútilmente por salir de ese estanque, conocido
como el estanque de la sanidad para muchos, pero que si se lo miraba
bien, era un lugar de muerte, enfermedad, dolor,
tristeza, del que no era fácil salir sano.
Cuando
Jesús lo vio acostado, averiguó sobre él y al saber que llevaba
ahí mucho tiempo, se acercó y le preguntó:
-¿QUIERES
SER SANO?
Este
hombre no conocía a Jesús. No sabía quién era ni lo que hacía.
Tampoco tenía forma de conocerlo, porque hacía años que estaba
postrado, sepultado en este estanque.
Si
bien a Jesús le habían dado mucha información sobre este hombre,
la pregunta que le hizo era clave y sólo él podía responderla:
¿Quieres ser sano?
Las
palabras que a continuación salieran de su boca, iban a determinar
cómo iba a ser el final del encuentro entre ambos. Nadie podía
responder una pregunta tan personal, porque pudiera ser que este
hombre se hubiera entregado, que ya no esperara nada, que se hubiera
acostumbrado a estar depositado en ese lugar frente a un IMPOSIBLE.
Veamos
qué fue contestando el hombre enfermo a Jesús, determinando con sus
palabras, (como ya dije), cuál iba a ser su FINAL.
1 - Señor,
NO TENGO quien me meta en el estanque cuando se agita el agua…
Aquí
le planteó su primera dificultad, si tuviera alguien que rápidamente
lo metiera en el estanque, ¡sería sano! Pero él estaba SOLO.
Y
ahí estaba, postrado cerca, cerquita del estanque, de su SALVACIÓN,
pero imposibilitado de sumergirse en sus aguas liberadoras,
sanadoras, limpiadoras… Imposibilitado de arrebatar la sanidad que
éste le ofrecía.
Luego
le presentó la segunda dificultad con la que se encontraba, cada vez
que por él mismo intentaba sumergirse en el estanque:
2 - Entre
tanto que yo voy, OTRO desciende antes que yo.
¡Le
ganaban! Claro que lo seguía intentando, pero era inútil, OTRO
siempre le ganaba. ¿Y por qué lo seguía intentando?
Porque
CREÍA que el estanque era el ÚNICO medio para lograr su sanidad.
¡El estanque era su ÚNICA tabla de salvación!
¿A
qué lugar debía recurrir una persona enferma? ¡Al estanque! ¿O no
era cierto que había una multitud de enfermos en los cinco pórticos?
¿A dónde más podía recurrir? ¡No había otro lugar donde acudir!
Este
hombre no se daba cuenta que su ÚNICO gran obstáculo era dónde
tenía depositada toda su fe. Era su fe puesta en el estanque quien
lo mantenía postrado. Su enfermedad, el no tener alguien a su lado,
el “otro” que siempre le ganaba, no eran los obstáculos por los
que no alcanzaba la sanidad. AL PONER TODA su fe en el ESTANQUE y en
los conocimientos erróneos que le habían enseñado, NUNCA iba a
salir de ahí. Pero él igual lo seguía intentando aunque sabía que
NUNCA iba a ser el PRIMERO en llegar a sumergirse. Por él mismo
nunca iba a alcanzar la Salvación.
Pero
en este día, ahí estaba Jesús, escuchando pacientemente su
respuesta. Aunque sólo esperaba escuchar un SÍ o un NO, pudo
comprender por el relato del hombre que, ¡SÍ QUERÍA SANARSE!
Entonces
Jesús le mandó:
-LEVÁNTATE,
TOMA TU LECHO Y ANDA.
Dice
la Biblia que al instante aquel hombre fue sanado, tomó su lecho y
anduvo.
Sí,
había estado buscando la Salvación en el lugar equivocado. Pero
Jesús mismo, la SALVACIÓN en Persona, había venido a buscarlo y a
rescatarlo de su postración física, emocional y espiritual.
MEDITA:
¿En quién tienes depositada tu fe?
¡En
Jesús! Me dirás.
¿Estás
seguro que tienes depositada tu FE SOLAMENTE en Jesús?
HERMANO/A:
Tal
vez estés padeciendo un problema que te llevó a que estés
postrado, tirado, derribado… y como este hombre, CREES que tu
salvación está en determinado lugar, persona o cosa, (si tuviera
tanto dinero, si pudiera ir a tal lugar, si consiguiera hablar con…,
si este santo me contestara, etc) Y continúas intentando vez tras
vez alcanzar la salvación, ¡levantarte al fin! Y comenzar a ANDAR
libre ya del problema que te llevó a tal estado.
Sin
meditar que tal vez, sea tu fe equivocada la que te llevó a la
postración, la que te convirtió en un PERDEDOR.
La
sociedad, la familia, los amigos, no quieren “perdedores”. No les
interesa saber por qué llegaste a ese estado. Quieren personas
ganadoras, victoriosas, siempre jóvenes!
Te
fuiste quedando SOLO y POSTRADO. Y para peor, cuando crees que esta
vez se te va a dar, OTRO siempre llega antes que vos, cumple con
todos los requisitos y te gana. Tampoco tienes a nadie que te
sumerja, te patrocine, que te acompañe.
Una y otra vez, lo sigues intentando, pero los fracasos se acumulan,
y pueden convertirse en resentimiento, ira, enojo, depresión,
angustia, etc. Pueden transformarse en una carga muy pesada, tan
pesada, que te va a dejar postrado para siempre.
Tal
vez digas como el hombre enfermo: Entre tanto que yo voy…
Medita,
hermano/a:
¿A
dónde vas? ¿No estarás poniendo TODA tu fe, tu fuerza, una y otra
vez, en el lugar, persona o cosa equivocados y donde para peor,
siempre llega alguien antes que tú?
¡Tengo
una buena noticia para ti!
¡Jesús
te está buscando! Él quiere mostrarte el Camino. Eres su ovejita
amada. Escúchalo, está a tu lado y te está hablando.
El
Salmo 46:10 dice:
Estad
quietos y conoced que YO SOY DIOS.
Jesús
te pregunta ahora mismo:
-¿Quieres
ser…..? (¿Cuál es tu problema?)
Abre
tu corazón y cuéntale todo a Jesús, como hizo el hombre enfermo,
aún cuando no lo conocía ni sabía nada de Él. Pero Jesús sí te
conoce a ti. Cuéntale lo que estás padeciendo. Que no tienes
salida. Que estás postrado e imposibilitado de levantarte y de
alcanzar la salvación por ti mismo.
Jesús
NUNCA te va a dejar en el estado en que te encuentras ni va a
permitir que la postración avance hasta llevarte a la destrucción.
Jesús vino a buscarte para salvarte.
¿Qué
le vas a contestar a su pregunta? ¿Quieres o no, ser …(salvo,
libre, sano, etc.) De la respuesta que le des a Jesús, depende que
tu vida cambie o no. Jesús no obliga a nadie. Él tiene poder para
transformar tu vida si le dices:
-
Sí, Señor, quiero. Pero no puedo.
Creo
que SÓLO´TÚ puedes hacerlo. ¡AYÚDAME! ¡LEVÁNTAME!
CREE
en las Promesas de Dios:
No
temas, que YO estoy contigo, no desmayes porque YO SOY TU DIOS que te
esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la Diestra
de mi Justicia. (Isaías 41:10).
Aunque
afligido yo y necesitado, Dios pensará en mí. Mi Ayuda y mi
Libertador eres Tú. (Salmo 40:17).
Hermano/a:
JESÚS
TE MANDA AHORA:
LEVÁNTATE,
HAZ AHORA lo que no has podido hacer hasta hoy.
Dile
“Sí Señor” y obedece a su Palabra, entonces esa Puerta cerrada
se abrirá por el PODER de su Palabra.
Jesús
mismo vino a buscarte, tu vida es de gran valor para Él. Por ti se
entregó en la Cruz del Calvario y RESUCITÓ. Tu vida, en este
momento, no tiene valor para el mundo, por eso continúas postrado.
Pero
para Jesús tú eres PRECIOSO, ¡te AMA!
(Elena Sanfilippo Ceraso
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