El mal se presenta ante tí como el gigante Goliat, que con su enorme pie te aplasta el cuello contra el suelo. Estás vencido. ¡No podés más!. Llorás y llorás desconsoladamente. ¿Cómo dejar de hacerlo?. Las lágrimas escapan a borbotones de tus ojos hinchados, rojizos, doloridos.
Es un dolor profundo. El golpe que te faltaba para noquearte. Puede ser una pérdida familiar, la ruptura de una relación, la droga o la violencia familiar entraron a tu casa y a tu vida, un fuerte sentimiento de culpa, o, que ya no sabés qué hacer, no le encontrás sentido a tu vida, no hay más sueños, ni metas ni proyectos. Ves todo negro. Estás inmerso en las tinieblas. La esperanza se diluyó. Cómo te gustaría que la muerte, enemiga del hombre, pase por tí. ¡Sería un alivio!, pensás, aunque sabés que ése es un pensamiento engañoso, cobarde, que viene del padre de las mentiras: satanás.
Te sentís abandonado, desamparado, solo. Cansado de vivir. Una espada atraviesa tu pobre corazón sangrante, dolorido. Creés que nadie puede entenderte.
MIRA A JESÚS CRUCIFICADO
¡ELÍ, ELÍ!, ¿LAMA SABACTANI? *
Te pido que leas detenidamente y analices la profundidad de cada palabra o frase con que Isaías cap. 53 describe al Señor Jesús padeciendo por amor a nosotros:
despreciado. deshechado entre los hombres. varón de dolores. quebrantado. abandonado por todos. menospreciado. angustiado. afligido.
Llevó Él nuestras enfermedades. Sufrió nuestros dolores. Herido por nuestras rebeliones. Molido por nuestros pecados. Cargó con nuestros pecados.
Por nosotros fue azotado, abatido, herido de Dios. Por sus llagas fuimos nosotros curados. Como cordero fue llevado al matadero. Enmudeció, no abrió su boca. Padeció. Entregó su vida en expiación por nuestros pecados. Oró por lo transgresores.
Antes de expirar su último suspiro en la cruz exclamó: (*) "¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?".
Y atravesó solo el valle de sombra de muerte.
PERO. . . TENGO UNA BUENA NOTICIA PARA TÍ.
Nadie, nunca más va a sufrir el desamparo que Jesús padeció. ¡Porque Él resucitó: no estás solo!. Y nos dejó sus Promesas: "Estoy con ustedes todos los días", "No te dejaré ni te desampararé", "No los dejaré huérfanos".
MEDITACIÓN
En la Biblia el salmista describió cómo se sentía así:
"Mi alma está hastiada de males y mi vida cercana al Seol. Soy como hombre sin fuerzas, en la fosa más profunda, en tinieblas, . . . Me rodearon los lazos de la muerte. . . "
Pero, ¿qué hizo luego?. ¡Clamó a Dios! y declaró: "En las sombras de tus alas me refugiaré hasta que pasen las calamidades." "Él enviará desde los cielos y me salvará".
INVITACIÓN
Como el salmista, clama ahora mismo. ¿No te quedan fuerzas ni para susurrar? ¡No importa!. Con tus pensamientos dí: ¡Señor Jesús, se acabaron mis fuerzas! ¡Ayúdame!.
DECISIÓN PERSONAL
Agradece al Señor Jesús por estar siempre a tu lado.
Lee un salmo por día.
Memoriza: "En la angustia clamaste y Yo te libré" (Salmo 81:7).
(Elena Sanfilippo Ceraso
martes 24/03/2015)
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