ENVIA, te suplicamos, Omnipotente Dios, tu Santo Espíritu a nuestros corazones, a fin de que pueda dirigirnos y gobernarnos según tu voluntad, consolarnos en todas nuestras aflicciones, defendernos de todo error, y guiamos a toda verdad; mediante Jesucristo nuestro Señor, quien contigo y el mismo Espíritu Santo es un solo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. (Colecta del Lunes de Pentecostés, LOC 1928).
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