domingo, 23 de agosto de 2015

Te confieso Señor . . . .


Te confieso Señor, con mucha vergüenza que mi FE es muy DÉBIL. Sí, tengo poca Fe. Perdóname, Señor Jesús. Y como los discípulos te ruego: ¡Auméntame la Fe, Señor Jesús! (Lucas 17: 5-6)
¿Y qué les contestó el Señor, cuando le hicieron este pedido?
-“Si tuvieran Fe como un grano de mostaza le podrían decir a este sicómoro (o plátano falso): “Desarráigate y plántate en el mar y les obedecería”.


Cuando digo “poca Fe” no es sinónimo de “incredulidad”.
Un día un hombre se arrodilló delante de Jesús y le pidió misericordia para su hijo que era lunático y padecía muchísimo porque muchas veces caía en el agua o en el fuego. Pero, ¿qué había ocurrido? Los discípulos no lo habían podido liberar, contó el hombre.
Tremendas palabras fueron pronunciadas por el Señor Jesús al escuchar el relato:
-¡Oh, generación incrédula (con falta de Fe) y perversa (por placer realizan actos crueles e inmorales)! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?
Luego reprendió al demonio el cual salió del muchacho y éste quedó sano.


A solas, sus discípulos le consultaron por qué habían fracasado y Él les respondió:
- Por vuestra “poca Fe” porque si tuvieran Fe como un grano de mostaza le dirían a este monte: “Pásate de aquí allá y se pasará” y NADA les será IMPOSIBLE”. Pero este género no sale sino con AYUNO y ORACIÓN, finalizó Jesús. (Mateo 17:14 a 21).

Los discípulos le habían contado a Jesús que aún los demonios se sujetaban a ellos en SU NOMBRE. Pero, ¿y ahora?. Bueno, en algunos casos, hacía falta ayuno y oración. Es decir, había que tomar una decisión personal, dar un paso no sólo de Fe, sino de esfuerzo personal, por amor genuino al prójimo, para que reciba la liberación.
Ahora comenzaban a entender por qué Jesús se retiraba a orar solo y en ayunas antes de comenzar su día y también en todo tiempo.


No es tan sencillo orar a Dios. Jesús les dijo:
-Todo lo que pidan orando crean que lo recibirán y les vendrá. Pero hay una condición: PERDONAR al que les hizo mal porque sino el Padre Celestial no los perdonará a ustedes tampoco. (Marcos 11:25-26)
En Hechos 12: 1-20, leemos que Herodes había apresado algunos de la Iglesia para maltratarlos y asesinó a Jacobo. También apresó a Pedro y puso a cuatro grupos de cuatro soldados para que lo custodien. Pero la Iglesia “hacía sin cesar oración a Dios por él”. Pedro, custodiado y sujeto con dos cadenas estaba durmiendo, ¡durmiendo!, y por supuesto que cuando vino un ángel de Dios y lo sacó de la cárcel, ¡pensaba que era una visión! Sólo creyó cuando vio que estaban en el calle y el ángel se apartó de él. Pero no fue el único con “poca Fe”.


Pedro decidió refugiarse en la casa de Marcos, donde muchos estaban orando pidiendo a Dios algo así: -Señor, rescata a Pedro, preserva su vida…!
Pedro tocó a la puerta y atendió Rode, quien al reconocer su voz volvió al grupo a avisarles que Pedro estaba aún afuera. ¿Y qué le contestaron? ¿Estás loca? ¡Es su ángel!
Mientras, Pedro persistía en llamar. Y cuando abrieron y lo vieron, se quedaron atónitos. Una sola, Rode, de todo el grupo creyó, y la trataron de loca.
En Lucas 12:28, Jesús llama a sus discípulos “hombres de poca Fe”, refiriéndose a que no debían afanarse ni ponerse ansiosos por sus necesidades básicas diarias, porque el Padre Celestial sabe que tienen necesidad de estas cosas. Y los invitó a que busquen primero el Reino de Dios y todas estas cosas les serían añadidas.
En Mateo 8:26 , Jesús nuevamente los llamó “hombres de poca Fe”. Un día estaban todos en la barca y se levantó una gran tempestad y ¡Jesús dormía! Ellos gritaron:
-¡Señor, sálvanos que perecemos!
Él les dijo: -¿Por qué teméis “hombres de poca Fe”? Se levantó y reprendió a los vientos y al mar y se hizo grande bonanza. Y los discípulos se maravillaron y dijeron: ¿Quién es Éste que aún el viento y el mar le obedecen?.


Otro día Jesús multiplicó cinco panes y dos peces y comieron más de cinco mil personas y sobraron doce cestas llenas. ¡Otro tremendo milagro! Luego, Jesús le pidió a los discípulos que suban a la barca mientras Él despedía a la multitud. Subió al monte a orar y cuando llegó la noche estaba solo. Mientras tanto la barca estaba en el medio del mar, azotada por las olas y el viento. Alrededor de la cuarta vigilia, (tres a seis de la mañana), Jesús vino a ellos andando sobre el mar y cuando lo vieron, se turbaron, gritando con miedo: ¡Un fantasma! ¡Un fantasma! Pero Jesús les dijo:
-¡Tened ánimo! ¡Yo Soy, no temáis!


-Bueno, Señor, te creemos. ¡Sube a la barca ya!
No, no fue esa la respuesta de sus discípulos. Habían visto y vivido el Poder del Señor Jesús sobre los alimentos, sobre las leyes físicas y situaciones biológicas, su compasión por las personas y su preocupación por satisfacer sus necesidades básicas. Sí, lo habían visto y vivido. Pero aún se preguntaban:
- ¿Qué hombre es éste que aún los vientos y el mar le obedecen? Pero cómo, ¿el que reprendió y calmó el mar, no iba a andar sobre el mar? Sí, el mar obedecía a su voz. Pero los discípulos, lo vieron, escucharon su voz y aún tenían dudas de que fuera Él. Pero hay más aún. ¿Qué le dijo Pedro?
-Señor, si eres Tú, manda que yo vaya a Ti sobre las aguas. ¡Si eres Tú! Pedro lo desafió. Muéstrame. Quiero comprobarlo ahora con este milagro. Y el Buen Jesús, por amor le dijo: -Ven.(Mateo 14)
Luego, al hundirse Pedro, Jesús lo reprendió:
- Hombre de poca Fe, ¿por qué dudaste?
Pero la duda, en Pedro, se había originado antes, cuando no lo reconoció a Jesús.
También Pablo, el apóstol, le cuenta a los Corintios en el capítulo 1, que en Asia les sobrevino una gran tribulación y fueron abrumados sobremanera, más allá de sus fuerzas, de tal modo que habían perdido la esperanza de conservar la vida. Y tuvieron en ellos mismos sentencia de muerte. Y sin esperar ya nada, ¡Dios los libró!
Jesús siempre probaba la Fe de sus discípulos. Previo a la alimentación de los cinco mil, le preguntó a Felipe: -¿De dónde compraremos pan para alimentar a la multitud? Vino Andrés y trajo cinco panes y dos peces que un muchacho le había entregado. Pero preguntó: ¿Qué es esto para tantos? Humanamente no es nada. Pero Jesús toma lo poco que le damos y lo multiplica. Así es que tomó los cinco panes y los dos peces, los bendijo y los repartió a sus discípulos para que alimenten a la multitud.


¿Qué le damos al Señor para que lo multiplique y todos disfruten de sus Bendiciones? ¿Estoy dispuesta a adorarlo obedeciéndole con placer y sirviéndole con fervor, renunciando a mi ego? Él nos necesita para bendecir a otros.



EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ

Hay una sola causa que debilita nuestra Fe: la falta de dependencia absoluta en nuestro Padre Celestial. De ahí provienen el afán, la ansiedad, las preocupaciones, la duda, el orar sin fe, la falta de perdón, el temor al poder de la naturaleza y al aumento de la maldad, la indiferencia, el egoísmo, el amor propio, el individualismo, etc, que debilitan nuestra Fe. A veces éste se produce en un proceso lento, diario…
Nos dice Jesús que nosotros valemos mucho más que las aves del cielo a quienes nuestro Padre Celestial alimenta. Y que Él sabe que tenemos necesidad de todas estas cosas: ¿Qué comemos? ¿Qué vestimos? ¿Qué haremos mañana? ¡Basta a cada día su propio mal!, nos dice una y otra vez.


Jesús dice, además, que el Padre Celestial establece claramente la diferencia entre sus Hijos y los gentiles (idólatras o paganos), quienes se afanan y se llenan de ansiedad y buscan aquí y allá para el presente y el futuro.
Cabe preguntarnos aquí: ¿Creo realmente que soy Hijo/a de Dios por medio del Señor Jesús? ¿Creo que mi Padre Celestial se ocupa de mí día a día? ¿O estoy viviendo como un gentil?
Éste es un tema de FE, se trata de depender totalmente de nuestro Padre Celestial, porque creo que le pertenezco y que fui comprado por precio, el precio de la Vida de Jesucristo, que derramó su Sangre preciosa por mí en el Calvario. ¡Y nunca más una Fe ANÉMICA!.



Esta Fe anémica trae para nuestras vidas terribles consecuencias: la Fe es para el cristiano el ESCUDO con el que apaga todos los dardos de fuego que el maligno le arroja y si su Fe es débil, va a recibir muchas heridas y vivirá sangrando permanentemente. Sólo con la Coraza de Fe y Amor puede resistir al diablo que lo busca para devorar. El cristiano con Fe anémica tampoco va a resistir cuando su Fe sea probada con distintas aflicciones. Te ruego que leas Efesios 6:16/ 1° Tes. 5:8/ 1° Pedro 5:9 y 1: 6-7.
En 1° Timoteo 6:12 y 2° Timoteo 4:7 Pablo nos dice: “…pelea la Buena Batalla de la Fe…”, “…he peleado la Buena Batalla, he guardado la Fe…”


¡Sí! Estamos batallando para guardar nuestra Fe.

Y ésta es la Victoria que ha vencido al mundo: nuestra Fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que CREE que Jesús es el Hijo de Dios?" (1° Juan 5:4-5).      

(Elena Sanfilippo Ceraso
   sábado 22/08/2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario