Te
confieso Señor, con mucha vergüenza que mi FE es muy DÉBIL. Sí,
tengo poca Fe. Perdóname, Señor Jesús. Y como los discípulos te
ruego: ¡Auméntame la Fe, Señor Jesús! (Lucas 17: 5-6)
¿Y
qué les contestó el Señor, cuando le hicieron este pedido?
-“Si
tuvieran Fe como un grano de mostaza le podrían decir a este
sicómoro (o plátano falso): “Desarráigate y plántate en el mar
y les obedecería”.
Cuando
digo “poca Fe” no es sinónimo de “incredulidad”.
Un
día un hombre se arrodilló delante de Jesús y le pidió
misericordia para su hijo que era lunático y padecía muchísimo
porque muchas veces caía en el agua o en el fuego. Pero, ¿qué
había ocurrido? Los discípulos no lo habían podido liberar, contó
el hombre.
Tremendas
palabras fueron pronunciadas por el Señor Jesús al escuchar el
relato:
-¡Oh,
generación incrédula (con falta de Fe) y perversa (por placer
realizan actos crueles e inmorales)! ¿Hasta cuándo he de estar con
vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?
Luego
reprendió al demonio el cual salió del muchacho y éste quedó
sano.
A
solas, sus discípulos le consultaron por qué habían fracasado y Él
les respondió:
- Por
vuestra “poca Fe” porque si tuvieran Fe como un grano de mostaza
le dirían a este monte: “Pásate de aquí allá y se pasará” y
NADA les será IMPOSIBLE”. Pero este género no sale sino con AYUNO
y ORACIÓN, finalizó Jesús. (Mateo 17:14 a 21).
Los
discípulos le habían contado a Jesús que aún los demonios se
sujetaban a ellos en SU NOMBRE. Pero, ¿y ahora?. Bueno, en algunos
casos, hacía falta ayuno y oración. Es decir, había que tomar una
decisión personal, dar un paso no sólo de Fe, sino de esfuerzo
personal, por amor genuino al prójimo, para que reciba la
liberación.
Ahora
comenzaban a entender por qué Jesús se retiraba a orar solo y en
ayunas antes de comenzar su día y también en todo tiempo.
No
es tan sencillo orar a Dios. Jesús les dijo:
-Todo
lo que pidan orando crean que lo recibirán y les vendrá. Pero hay
una condición: PERDONAR al que les hizo mal porque sino el Padre
Celestial no los perdonará a ustedes tampoco. (Marcos 11:25-26)
En
Hechos 12: 1-20, leemos que Herodes había apresado algunos de la
Iglesia para maltratarlos y asesinó a Jacobo. También apresó a
Pedro y puso a cuatro grupos de cuatro soldados para que lo
custodien. Pero la Iglesia “hacía sin cesar oración a Dios por
él”. Pedro, custodiado y sujeto con dos cadenas estaba durmiendo,
¡durmiendo!, y por supuesto que cuando vino un ángel de Dios y lo
sacó de la cárcel, ¡pensaba que era una visión! Sólo creyó
cuando vio que estaban en el calle y el ángel se apartó de él.
Pero no fue el único con “poca Fe”.
Pedro
decidió refugiarse en la casa de Marcos, donde muchos estaban orando
pidiendo a Dios algo así: -Señor, rescata a Pedro, preserva su
vida…!
Pedro
tocó a la puerta y atendió Rode, quien al reconocer su voz volvió
al grupo a avisarles que Pedro estaba aún afuera. ¿Y qué le
contestaron? ¿Estás loca? ¡Es su ángel!
Mientras,
Pedro persistía en llamar. Y cuando abrieron y lo vieron, se
quedaron atónitos. Una sola, Rode, de todo el grupo creyó, y la
trataron de loca.
En
Lucas 12:28, Jesús llama a sus discípulos “hombres de poca Fe”,
refiriéndose a que no debían afanarse ni ponerse ansiosos por sus
necesidades básicas diarias, porque el Padre Celestial sabe que
tienen necesidad de estas cosas. Y los invitó a que busquen primero
el Reino de Dios y todas estas cosas les serían añadidas.
En
Mateo 8:26 , Jesús nuevamente los llamó “hombres de poca Fe”.
Un día estaban todos en la barca y se levantó una gran tempestad y
¡Jesús dormía! Ellos gritaron:
-¡Señor,
sálvanos que perecemos!
Él
les dijo: -¿Por qué teméis “hombres de poca Fe”? Se levantó y
reprendió a los vientos y al mar y se hizo grande bonanza. Y los
discípulos se maravillaron y dijeron: ¿Quién es Éste que aún el
viento y el mar le obedecen?.
Otro
día Jesús multiplicó cinco panes y dos peces y comieron más de
cinco mil personas y sobraron doce cestas llenas. ¡Otro tremendo
milagro! Luego, Jesús le pidió a los discípulos que suban a la
barca mientras Él despedía a la multitud. Subió al monte a orar y
cuando llegó la noche estaba solo. Mientras tanto la barca estaba en
el medio del mar, azotada por las olas y el viento. Alrededor de la
cuarta vigilia, (tres a seis de la mañana), Jesús vino a ellos
andando sobre el mar y cuando lo vieron, se turbaron, gritando con
miedo: ¡Un fantasma! ¡Un fantasma! Pero Jesús les dijo:
-¡Tened
ánimo! ¡Yo Soy, no temáis!
-Bueno,
Señor, te creemos. ¡Sube a la barca ya!
No,
no fue esa la respuesta de sus discípulos. Habían visto y vivido el
Poder del Señor Jesús sobre los alimentos, sobre las leyes físicas
y situaciones biológicas, su compasión por las personas y su
preocupación por satisfacer sus necesidades básicas. Sí, lo habían visto y vivido. Pero aún se preguntaban:
- ¿Qué
hombre es éste que aún los vientos y el mar le obedecen? Pero
cómo, ¿el que reprendió y calmó el mar, no iba a andar sobre el
mar? Sí, el mar obedecía a su voz. Pero los discípulos, lo
vieron, escucharon su voz y aún tenían dudas de que fuera Él. Pero
hay más aún. ¿Qué le dijo Pedro?
-Señor,
si eres Tú, manda que yo vaya a Ti sobre las aguas. ¡Si eres Tú!
Pedro lo desafió. Muéstrame. Quiero comprobarlo ahora con este
milagro. Y el Buen Jesús, por amor le dijo: -Ven.(Mateo 14)
Luego,
al hundirse Pedro, Jesús lo reprendió:
- Hombre
de poca Fe, ¿por qué dudaste?
Pero
la duda, en Pedro, se había originado antes, cuando no lo reconoció a
Jesús.
También
Pablo, el apóstol, le cuenta a los Corintios en el capítulo 1, que
en Asia les sobrevino una gran tribulación y fueron abrumados
sobremanera, más allá de sus fuerzas, de tal modo que habían
perdido la esperanza de conservar la vida. Y tuvieron en ellos mismos
sentencia de muerte. Y sin esperar ya nada, ¡Dios los libró!
Jesús
siempre probaba la Fe de sus discípulos. Previo a la alimentación
de los cinco mil, le preguntó a Felipe: -¿De dónde compraremos pan
para alimentar a la multitud? Vino Andrés y trajo cinco panes y dos
peces que un muchacho le había entregado. Pero preguntó: ¿Qué es
esto para tantos? Humanamente no es nada. Pero Jesús toma lo poco
que le damos y lo multiplica. Así es que tomó los cinco panes y los
dos peces, los bendijo y los repartió a sus discípulos para que
alimenten a la multitud.
¿Qué
le damos al Señor para que lo multiplique y todos disfruten de sus
Bendiciones? ¿Estoy dispuesta a adorarlo obedeciéndole con placer y
sirviéndole con fervor, renunciando a mi ego? Él nos necesita para
bendecir a otros.
EL
JUSTO POR LA FE VIVIRÁ
Hay
una sola causa que debilita nuestra Fe: la falta de dependencia
absoluta en nuestro Padre Celestial. De ahí provienen el afán, la
ansiedad, las preocupaciones, la duda, el orar sin fe, la falta de
perdón, el temor al poder de la naturaleza y al aumento de la
maldad, la indiferencia, el egoísmo, el amor propio, el
individualismo, etc, que debilitan nuestra Fe. A veces éste se
produce en un proceso lento, diario…
Nos
dice Jesús que nosotros valemos mucho más que las aves del cielo a
quienes nuestro Padre Celestial alimenta. Y que Él sabe que tenemos
necesidad de todas estas cosas: ¿Qué comemos? ¿Qué vestimos? ¿Qué
haremos mañana? ¡Basta a cada día su propio mal!, nos dice una y otra vez.
Jesús dice, además, que el Padre Celestial establece claramente la
diferencia entre sus Hijos y los gentiles (idólatras o paganos),
quienes se afanan y se llenan de ansiedad y buscan aquí y allá para
el presente y el futuro.
Cabe
preguntarnos aquí: ¿Creo realmente que soy Hijo/a de Dios por medio
del Señor Jesús? ¿Creo que mi Padre Celestial se ocupa de mí día
a día? ¿O estoy viviendo como un gentil?
Éste
es un tema de FE, se trata de depender totalmente de nuestro Padre
Celestial, porque creo que le pertenezco y que fui comprado por precio, el precio de la Vida de Jesucristo, que derramó su Sangre preciosa por mí en el Calvario. ¡Y nunca más una Fe ANÉMICA!.
Esta
Fe anémica trae para nuestras vidas terribles consecuencias: la Fe
es para el cristiano el ESCUDO con el que apaga todos los dardos de
fuego que el maligno le arroja y si su Fe es débil, va a recibir
muchas heridas y vivirá sangrando permanentemente. Sólo con la
Coraza de Fe y Amor puede resistir al diablo que lo busca para
devorar. El cristiano con Fe anémica tampoco va a resistir cuando su
Fe sea probada con distintas aflicciones. Te ruego que leas Efesios
6:16/ 1° Tes. 5:8/ 1° Pedro 5:9 y 1: 6-7.
En
1° Timoteo 6:12 y 2° Timoteo 4:7 Pablo nos dice: “…pelea la
Buena Batalla de la Fe…”, “…he peleado la Buena Batalla, he
guardado la Fe…”
¡Sí! Estamos batallando para guardar nuestra Fe.
“Y ésta es la Victoria que ha vencido al mundo: nuestra Fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que CREE que Jesús es el Hijo de Dios?" (1° Juan 5:4-5).
(Elena Sanfilippo Ceraso
sábado 22/08/2015)
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