domingo, 24 de enero de 2016

TIEMPO DE ENDECHAR
















Endecha: duelo, lamento, lloro.

Duelo. Profundo dolor. Un puñal está clavado en mi corazón. Mi nombre, ahora es Dolor. No me salen palabras, sólo gemidos. Ni siquiera puedo llorar, la profundidad del dolor me lo impide. Ya ni siquiera sé de qué color son mis ojos pues dejaron de ser verdes para tomar el color del dolor.
Me pregunto: 
¿De qué color es el dolor?
Mis ojos tienen el color de los Pequeños Hermanos de Jesús, corderitos martirizados y perseguidos por el mundo. Puedo escuchar sus gemidos…
Mis ojos tienen el color de la Creación gimiendo con dolores de parto. Puedo escuchar sus gemidos… Anhela ser libertada de la esclavitud de corrupción a la Libertad gloriosa de los Hijos de Dios.
Por un breve momento bajé la mirada, dejé de mantener mis ojos fijos en el Señor Jesús, e impacté contra la realidad.
Debo confesarlo: Ser testigo y partícipe de tanto dolor me sublevó y me quejé contra Dios.
Y, como Habacuc, levanté mi voz contra Él y dije:
“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré y no oirás, y daré voces a Ti a causa de la violencia y no salvarás?
¿Por qué me haces ver iniquidad y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí y pleito y contienda se levantan.
Por lo cual, la ley es debilitada y el juicio no sale según la verdad, por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia”. (Hab.1)

*     *     *     *     *
TIEMPO DE ENCUENTRO.

Luego, el Espíritu Santo me ayudó en mi debilidad, pues yo no sé qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por mí con gemidos indecibles. El Espíritu, conforme a la voluntad de Dios, intercede por mí. Y yo también, que tengo las Primicias del Espíritu, gimo dentro de mí, esperando la adopción, la redención de mi cuerpo.
Y como Habacuc, elevo en oración mi voz y digo:
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos. Aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento. Y las ovejas sean quitadas de la majada. Y no haya vacas en los corrales. 
Con todo yo me alegraré en Jehová
y me gozaré en el Dios de mi Salvación.
Jehová el Señor es mi Fortaleza,
EL CUAL HACE MIS PIES COMO DE CIERVAS
Y EN MIS ALTURAS ME HACE ANDAR”. (Hab. 3: 17- 19).

Ahora, mis ojos y todo mi ser tienen los colores de la Fe, la Esperanza y el Amor en el Señor Jesucristo.
Ahora, el Espíritu y Elena dicen:
-¡VEN, SEÑOR JESÚS!

HERMANO/A:
Únete a los cristianos que, como Iglesia de Dios y junto al Espíritu Santo dicen:

¡VEN, SEÑOR JESÚS!





(Elena Sanfilippo Ceraso
     sábado 23/01/2016)

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