Endecha:
duelo, lamento, lloro.
Duelo.
Profundo dolor. Un puñal está clavado en mi corazón. Mi nombre,
ahora es Dolor. No me salen palabras, sólo gemidos. Ni siquiera
puedo llorar, la profundidad del dolor me lo impide. Ya ni siquiera
sé de qué color son mis ojos pues dejaron de ser verdes para tomar
el color del dolor.
Me
pregunto:
¿De qué color es el dolor?
Mis
ojos tienen el color de los Pequeños Hermanos de Jesús, corderitos
martirizados y perseguidos por el mundo. Puedo escuchar sus gemidos…
Mis
ojos tienen el color de la Creación gimiendo con dolores de parto.
Puedo escuchar sus gemidos… Anhela ser libertada de la esclavitud
de corrupción a la Libertad gloriosa de los Hijos de Dios.
Por
un breve momento bajé la mirada, dejé de mantener mis ojos fijos en
el Señor Jesús, e impacté contra la realidad.
Debo
confesarlo: Ser testigo y partícipe de tanto dolor me sublevó y me
quejé contra Dios.
Y,
como Habacuc, levanté mi voz contra Él y dije:
“¿Hasta
cuándo, oh Jehová, clamaré y no oirás, y daré voces a Ti a causa
de la violencia y no salvarás?
¿Por
qué me haces ver iniquidad y haces que vea molestia? Destrucción y
violencia están delante de mí y pleito y contienda se levantan.
Por
lo cual, la ley es debilitada y el juicio no sale según la verdad,
por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la
justicia”. (Hab.1)
* * * * *
TIEMPO
DE ENCUENTRO.
Luego,
el Espíritu Santo me ayudó en mi debilidad, pues yo no sé qué
pedir, pero el Espíritu mismo intercede por mí con gemidos
indecibles. El Espíritu, conforme a la voluntad de Dios, intercede
por mí. Y yo también, que tengo las Primicias del Espíritu, gimo
dentro de mí, esperando la adopción, la redención de mi cuerpo.
Y
como Habacuc, elevo en oración mi voz y digo:
“Aunque
la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos. Aunque falte el
producto del olivo y los labrados no den mantenimiento. Y las ovejas
sean quitadas de la majada. Y no haya vacas en los corrales.
Con todo
yo me alegraré en Jehová
y
me gozaré en el Dios de mi Salvación.
Jehová
el Señor es mi Fortaleza,
EL
CUAL HACE MIS PIES COMO DE CIERVAS
Ahora,
mis ojos y todo mi ser tienen los colores de la Fe, la Esperanza y el
Amor en el Señor Jesucristo.
Ahora,
el Espíritu y Elena dicen:
-¡VEN,
SEÑOR JESÚS!
HERMANO/A:
Únete
a los cristianos que, como Iglesia de Dios y junto al Espíritu
Santo dicen:
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
(Elena Sanfilippo Ceraso
sábado 23/01/2016)
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