Una
cosa es ocuparse juntos en las áreas de interés común en la
comunidad, pero es una cuestión totalmente diferente participar en
la misión común y el evangelismo.
En
nuestro mundo global, un conjunto de preguntas están delante de los
evangélicos: ¿Debemos colaborar con los católicos? ¿En qué temas
o áreas? ¿Hasta dónde debemos llegar? ¿Es posible hacer misión
juntos? Naturalmente, depende mucho de los diferentes contextos y de
aquellos que están implicados en los mismos. Por ejemplo, una cosa
es trabajar con católicos individualmente o grupos de laicos; otra
cosa es aunar los esfuerzos con la Iglesia de Roma institucional. Una
cosa es ocuparse juntos en las áreas de interés común en la
comunidad, p.e. la promoción de los valores judeo-cristianos en la
sociedad; pero es una cuestión totalmente diferente participar en la
misión común y el evangelismo
La
Alianza y la Cobeligerancia
Para
empezar a desembalar las cuestiones implicadas, puede ser útil
recordar la lección del apologista evangélico del siglo XX, Francis
Schaeffer (1912-1984). Schaeffer fue un líder cristiano que
introdujo la expresión cobeligerancia en el vocabulario cristiano
actual. En medio de las transiciones culturales de los años setenta,
alentó a los evangélicos a ponerse al lado de otras convicciones
religiosas en aras de promover unos temas específicos que fueran
compartidos por una sección transversal de la sociedad y que
estuvieran amenazados por las tendencias seculares, especialmente en
el ámbito de los valores morales. La llamada de Schaeffer a
comprometerse en la esfera pública, trabajando juntos con los no
cristianos, ha sido uno de los factores de motivación de la
participación evangélica reciente en la sociedad. Al sugerir una
razón fundamental para la cobeligerancia, Schaeffer hizo una
distinción entre formar alianzas y comprometerse en la
cobeligerancia. Por una parte, una alianza es una clase de unidad
basada en la verdad y, por consiguiente, tiene que ver únicamente
con los cristianos nacidos de nuevo que reciben la Escritura como el
estándar de sus vidas. Por otra parte, la cobeligerancia se centra
en una cuestión determinada y está abierta a todos los que la
comparten, sean cuales sean sus antecedentes y los objetivos que los
motivan. Así es como Schaeffer lo define: “El cobeligerante es una
persona con quien no estoy de acuerdo con toda la clase de los temas
vitales, pero que, por las razones que sean, está en el mismo lado
en una lucha por la misma cuestión concreta de justicia pública”.i
Para Schaeffer esta distinción refleja los principios bíblicos
sobre la unidad entre los creyentes y la cooperación entre personas
de diferentes fes. La cobeligerancia no es otra forma de hablar de
ecumenismo. El último tiene que ver con la unidad de los creyentes
según la Biblia; el primero está relacionado con los posibles
esfuerzos cooperativos entre gentes diferentes y más allá del
acuerdo en las verdades centrales del Evangelio.
Los
Fundamentos Bíblicos
La
distinción entre alianza y cobeligerancia refleja la enseñanza de
las Escrituras. Existe profunda unidad dentro del pueblo de Dios
sobre la base de una fe común en Jesucristo (Efesios 4:1-16). Esta
unidad autoriza alianzas en términos de la adoración, la oración,
el evangelismo y el testimonio del Evangelio. Esta unidad permite a
la iglesia elaborar la Gran Comisión que Jesús dispuso, que
consiste en ir por todo el mundo y discipular a las naciones (Mateo
28:16-20). Este tipo de alianza muestra el poder del Evangelio para
reconciliar diferentes gentes alrededor del mismo Señor Jesús,
quien envía a Su pueblo adelante para llevar el mensaje de
reconciliación al mundo (2 Corintios 5:17-20). Esta unidad no es en
absoluto lo que es la cobeligerancia. Las Escrituras distinguen
claramente la unidad de los creyentes en Cristo de otras clases de
relaciones sin separarlas. La Biblia manda a todos los hombres y
mujeres (cristianos incluidos) habitar la tierra de forma
responsable, teniendo cuidado del mundo y conviviendo en paz al
máximo posible. Después, la Palabra de Dios anima a la iglesia a
desarrollar y mantener buenas relaciones con sus vecinos y a estar
comprometida con el bien de los demás (Génesis 1:27-31; Jeremías
29:5-7; Tito 3:1-2). Al hacer lo que la Biblia exige, estaremos
siempre en contacto con personas diferentes que mantienen una
pluralidad de visiones del mundo y de estilos de vida. Los miembros
de nuestra familia, los colegas, los compañeros de habitación y los
amigos puede que no sean creyentes, pero, no obstante, estamos
llamados a vivir con ellos para el bien de la comunidad. En este
sentido, la cobeligerancia es necesaria, útil e… inevitable. Es
una tarea de la humanidad que Dios nos ha dado. Forma parte de
nuestro llamado común de vivir en este mundo sin ser del mundo (Juan
17:14-18). Para los cristianos, ni el total retraimiento ni la
exclusión autoimpuesta del mundo es una opción viable. La vida
cristiana requiere que cada persona desarrolle y alimente una
múltiple red de relaciones sociales. Una fe madura es capaz de
mantener distintas relaciones con gente diferente, sin perder su
identidad cristiana y su compromiso con el Evangelio. Lo importante
es practicar la distinción entre alianza y cobeligerancia.
La
Alianza o la Cobeligerancia
Volviendo
a la pregunta que hicimos al principio. En cuanto a nuestra relación
con la Iglesia Católico Romana, ¿deberían comprometerse los
evangélicos en alianzas o actos de cobeligerancia? Schaeffer alentó
la cobeligerancia con personas de todas las convicciones, pero quería
limitar las alianzas a los creyentes en la Biblia y a los cristianos
nacidos de nuevo; por consiguiente, excluyendo a la Iglesia de Roma
como institución. El tema fundamental a abordar es si el Evangelio
Católico sostenido por la Iglesia de Roma es o no el Evangelio
bíblico en sus contornos básicos. La respuesta a esta pregunta nos
lleva a contestar la anterior. Si la contestación es “sí”, o
sea, el Evangelio Católico Romano es el Evangelio bíblico, se
deduce que ninguna restricción teológica tiene que ponerse en
marcha. Si la contestación es “no”, o sea, el Evangelio Católico
Romano no es el Evangelio bíblico en las formas significativas,
entonces es necesario que haya un cuidadoso discernimiento para no
difuminar la distinción entre colaborar en asuntos sociales y la
participación en la misión común. Lo primero es posible, lo último
no.
i
Plan for Action (Old Tappan, NJ: Fleming H. Revell, 1980, p.68).
Schaeffer habló sobre la cobeligerancia en el Segundo capítulo de
su libro “The Church at the End of the Twentieth Century” [La
Iglesia al Final del Siglo XX] (1970) varias ediciones.
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