El
profeta Hageo nos cuenta cómo Dios reprende la infidelidad de su
pueblo y le envía maldición y castigo por medio de la sequía, las
langostas y pestilencias, para que despierten y se arrepientan de sus
malos caminos y se vuelvan a Él.
¿Y
para qué más?
¡Dios
quería Bendecirlos y darles su Paz!
Dios
no hace acepción de personas. Este castigo alcanza a todos por
igual, ricos y pobres, tampoco hace distinción de clases sociales.
Dios llama al arrepentimiento a todos por igual.
Pestilencias:
Peste, mal olor. Enfermedades infecciosas y contagiosas que se
transmiten al hombre, ya sea por animales domésticos, insectos,
agua, aire, etc.
Pero
veamos qué nos cuenta Jeremías, cap. 14, porque Dios también le
habló a él por motivo de la sequía que le envió a su pueblo por
la misma causa.
Duelo:
Era costumbre de los Hebreos hacer una gran exhibición de duelo para
expresar su dolor por la muerte de un ser querido, o una calamidad
pública o privada, golpeaban el pecho, se cubrían la cabeza,
ayunaban, echaban polvo o cenizas sobre sus cabezas, descuidaban su
cabello, llevaban vestidos de colores apagados, rasgaban sus
vestiduras, etc.
¡Qué
tremenda descripción de la sequía realiza Jeremías!
Logra
que el lector participe de la cruda realidad que describe en su
relato.
Sequía.
Luto en el pueblo.
Las
puertas de la ciudad donde compraban y vendían se despoblaron. ¡No
más comercio!
Se
sentaron tristes en tierra. Subió su clamor a Dios.
¿Y
porqué clamaron a Dios, enlutados, tristes y hambrientos?
¡Por
la sequía! La terrible sequía.
Y
continúa Jeremías:
Los
nobles enviaron a sus criados por agua a las lagunas y no hallaron
agua. Volvieron con sus vasijas vacías. Los nobles se avergonzaron,
se confundieron, cubrieron sus cabezas.
Los
poderosos ahora eran igual que el pueblo. Eran uno más del pueblo.
¿De
qué les servía la distinción social? Ricos, pobres, esclavos,
siervos… morirían sin agua. La sequía, una de las caras de la
muerte, atrapaba a todos por igual.
La
tierra se resquebrajó por falta de lluvia. Los labradores se
confundieron. Cubrieron sus cabezas.
Personas,
animales, plantas, todos gimiendo por falta de agua, por la terrible
sequía.
Las
ciervas parían en los campos y dejaban la cría, por falta de
hierba. Los asnos monteses iban a las alturas, aspiraban el viento
para olfatear si venía lluvia. Sus ojos se ofuscaron porque no había
hierba.
Luego,
Jeremías oró a Dios. Se humilló ante su Presencia, reconoció su
Poder, su Soberanía. Le declara que Él es para el Pueblo: su
Esperanza y su Guardador.
Invoca
su Nombre y su Presencia entre ellos. Confiesa los pecados de todos
incluidos los suyos. Reconoce que sus pecados lo llevaron a una
sequía espiritual y material.
Y
como quien va ante un Juez a pedir un Recurso de Amparo, Jeremías le
pide a Dios su Amparo para todo su Pueblo.
Pero
Dios fue duro al responderle. No le dio la misma respuesta que al
Profeta Hageo.
No ruegues por este Pueblo para bien. Yo no oiré su clamor… Los
consumiré con espada, hambre y pestilencia.
¡No!
¡Más sequía aún! Sequía. Hambre. Pestes. Guerras.
Pero
Jeremías no se dio por vencido e Intentó justificar al Pueblo
delante de Dios.
¡Los Profetas los engañan! Les dicen que vivirán en Paz y
Prosperidad enviadas de parte de Ti.
¿Notas
alguna semejanza con la realidad?
Yo no mandé Profetas ni les hablé por medio de ellos. ¿Qué
profetizan estos hombres? Visión mentirosa, vanidad y engaño de sus
corazones, le profetizan. ¡Espada y hambre consumirán al pueblo y a
los Profetas!
Luego
le dio su mensaje a Jeremías para el Pueblo:
Que derramen lágrimas de día y de noche sin cesar, porque viene
quebrantamiento y una plaga muy dolorosa. En el campo: muertos a
espada. En la ciudad: enfermos ¡de hambre!
¿Por
qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué Dios?!
Porque tanto los Profetas como los Sacerdotes anduvieron VAGANDO en
la tierra y NO ENTENDIERON.
Vagar:
Andar de una parte a otra sin detenerse en ninguna y sin destino
fijo, sin encontrar lo que buscan.
¿Qué
andaban buscando mientras vagaban por ahí los Profetas y Sacerdotes
del Pueblo? ¿No eran ellos que debían guiar al Pueblo en el temor
de Dios? ¿No debían transmitirles sólo la Palabra de Dios? ¿Cómo
que los Profetas y Sacerdotes no entendían la Palabra de Dios?
Jesús
dijo de los líderes religiosos:
Son
ciegos guías de ciegos… ambos caerán en el hoyo. (Mateo 15: 14.)
Jeremías
nuevamente confiesa pecados de todos y confiesa también la iniquidad
de los padres de cada uno de ellos: Porque contra Ti hemos
pecado, haciéndose parte de ellos. Luego le ruega que por Amor de
su Nombre no los desheche ni deshonre su Glorioso Trono, que recuerde
el Pacto con ellos y no lo invalide. Le declara su Grandeza Divina y
que ningún ídolo de las naciones puede hacer llover, que Él es el
Dios de este Pueblo y que todos esperan en Él, pues Él es el
Creador.
Pero
Dios no le contestó como a Hageo: Si confiesan sus pecados y se
arrepienten los Bendeciré y les daré mi Paz.
¡No!
Dios no le contestó así a Jeremías. Severamente le dijo:
CONVIÉRTANSE
ELLOS A TI Y TÚ NO TE CONVIERTAS A ELLOS.
* * * * *
Despierta.
Despierta. Vístete de Poder. Vístete tu ropa hermosa. Sacúdete del
polvo (del pecado). Suelta tus ataduras. Canten alabanzas y
alégrense, apártense del mal e iré delante de ustedes. (Isaías
52)
Hermano/a:
No seamos como este Pueblo que vagaba por la tierra sin entendimiento
de la Palabra de Dios. Tenemos Identidad, conocemos a la Verdad que
es Jesús, que somos Salvos por Gracia y cuál es su Santa Voluntad
para nuestras vidas por la Biblia, la Palabra de Dios. Demos a
conocer el mensaje Kerygmático del Señor Jesús, nuestro Salvador y
Señor, el Rey de Reyes y Señor de Señores. Él es nuestra
Esperanza, nuestro Guardador. ¡Pidamos YA su pronto Amparo!
Comencemos
a clamar, a suplicar, a interceder ante Dios en el Nombre de Jesús,
reconociendo su Sabiduría y Poder. Confesemos pecados, humillémonos.
(2° Crónicas 7:14). Oremos, busquemos su Rostro y Él oirá
nuestras oraciones, nos perdonará y SANARÁ la tierra.
Oremos
para que Dios DESPIERTE el espíritu de la Iglesia, para que cumpla
la Misión que le ha sido encomendada, de dar a conocer la multiforme
Sabiduría de Dios en los lugares celestiales y dé a conocer las
Buenas Nuevas del Señor Jesús a cada persona, predicando un mensaje
del Amor de Dios revelado en Jesucristo.
Oremos
para que Dios despierte el espíritu de los líderes cristianos y
conduzcan a la Iglesia en el Temor de Dios, Obediencia a su Palabra,
Santidad y Amor. Que se sometan al Señor Jesús como Cabeza de la
Iglesia y que el Señor Jesús y la Biblia ocupen el Primer Lugar en
la Iglesia y en cada Cristiano.
Te
ruego, oh, Dios, ¡no más sequía!
Te
ruego que derrames lluvia de Bendiciones sobre tu Pueblo…¡y en mi
vida!
¡No
hay Dios como Tú!
Derrama
Sanidad sobre tu Pueblo, para que sea tierra fértil donde corra el
Espíritu Santo como Ríos de Agua Viva y dé Fruto y Fruto en
abundancia para Ti, Señor.
Derrama
sobre nosotros el Espíritu Santo como en estos Hermanos, que aún
estando perseguidos, sin temor a lo que el hombre les pueda hacer, se
arrepienten y buscan tu Rostro.
Dios;
Despierta tu Iglesia. Despierta a cada Cristiano, para que se sacuda
del polvo del pecado, y suelte sus ataduras. Se vista de Poder y se
ponga su Ropa Hermosa. Cante alabanzas y se alegre. Se aparte del
mal, para que Tú vayas delante de ellos.
(Elena Sanfilippo Ceraso
viernes 04/03/2016)
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