Cuando
Elías recibió de parte del Mensajero de JEZABEL, la AMENAZA que en
el término de 24 horas iba a morir en sus manos, decidió HUIR al
desierto. Al llegar al lugar, se sentó debajo de un enebro.
¡Pobre
Elías! La misma Jezabel en persona, como sacerdotisa de Baal, dio la
orden de buscarlo por todas partes para matarlo.
Elías,
el siervo y Profeta de Dios, que EN el Poder de Dios, se había
presentado SOLO ante el rey Acab, teniendo conocimiento de que éste
lo buscaba para matarlo, desde hacía tiempo. Elías, que había
llevado al Pueblo de Dios al arrepentimiento, que había edificado el
Altar y restaurado el Culto a Jehová Dios y había dado muerte a los
profetas de Baal, este mismo Elías, fue quien, cuando la sacerdotisa
mayor de Baal, Jezabel, lo amenazó con matarlo en menos de
veinticuatro horas, atemorizado, ¡huyó al desierto!
Luego
de una tremenda VICTORIA de Dios por medio de él, Elías huyó,
solo, completamente solo, atemorizado, deprimido, agotado,
desanimado, huyó al desierto. Y ahí, sentado bajo un enebro,
deseando morir le dijo a Dios:
-Basta
ya, oh, Jehová, quítame la vida.
Y
echándose, se quedó dormido.
Profundamente
deprimido hasta la muerte, se acostó bajo el árbol y se quedó
dormido.
-¡Basta
ya!, ¡Quiero morir!, había sido su clamor a Dios.
Pero
Dios, que en ningún momento lo había dejado solo, envió un ángel
para fortalecerlo, y le pidió que coma una torta y beba agua. Elías
así lo hizo, pero nuevamente se quedó dormido. ¡No quería saber
nada con nada ni con nadie! Sólo quería dormir y morir en el
transcurso del sueño. Dios insistió una segunda vez por medio del
ángel y le reiteró el pedido de comer y beber, pero esta vez
añadió: “…porque largo camino te resta”.
Elías
así lo hizo. Comió, bebió y caminó cuarenta días y cuarenta
noches, pasando la noche en una cueva.
Vino
Palabra de Dios a él:
-¿Qué
haces aquí, Elías?
-Sentí
un VIVO CELO POR TI, oh, Dios, porque los hijos de Israel han dejado
tu Pacto, han derribado los altares y han matado a espada a tus
Profetas, y SÓLO YO HE QUEDADO y me buscan para quitarme la vida.
Elías
continuaba escondido en la cueva. ¡No pensaba salir fuera de la
misma! Nada le dijo a Dios de lo que realmente había ocurrido, de la
gran victoria obtenida, como si se hubiera borrado de su mente que
Dios mismo era quien había realizado un gran Milagro en el Monte
Carmelo, y él había sido partícipe directo.
Ésa
es una de las tácticas preferidas del diablo, nos presenta cada vez
un gigante mayor que nos enfrenta y atemoriza con sus amenazas, y al
verlo tan grande y poderoso, nos olvidamos de las victorias que Dios
nos ha permitido obtener y a cuántos gigantes hemos vencido ya en Su
Nombre
Olvidamos
cuán grandes Bendiciones hemos recibido de nuestro Padre Celestial.
Olvidamos… olvidamos.
Elías,
oculto en la cueva, se sentía solo, desamparado, ante un gigante
poderoso como Jezabel.
¿Había
alguien que no le temiera a Jezabel? Era imposible de vencer, y él
bien lo sabía, porque conocía su poder. Por lo que se consideraba
hombre muerto. Se había enfrentado SOLO ante el soberano, ante el
Pueblo, ante los profetas de Baal, pero ante Jezabel… ¡no!
Por
eso le pidió a Dios que lo mate antes que lo encuentre JEZABEL y lo
sacrifique a Baal.
Elías
se sentía culpable. Si no hubiera sentido ese vivo celo por Dios y
no hubiera actuado en consecuencia, ahora no le estaría pasando
esto. Todo esto era su culpa, por ser celoso de las cosas de Dios y
pretender que las demás personas las guarden. Una y otra vez se
repetía: sólo yo he quedado, me buscan para quitarme la vida
En
Juan 2: 17, leemos: “el celo de tu Casa me consume”, había dicho
el Señor Jesús. Y PURIFICÓ el Templo utilizando un azote de
cuerdas diciendo:
“ … no
hagáis de la Casa de mi Padre, Casa de mercado”.
Elías
no comprendía que gracias al VIVO CELO que había sentido por Dios,
se había purificado no sólo de idolatría el Pueblo, sino que Dios
iba a producir una transformación política y religiosa en Su
Pueblo, que él desconocía. La obra de Dios aún no había
terminado y él iba a continuar siendo parte activa en la misma.
Continuemos
con esta preciosa historia.
Dios
tuvo compasión de Elías, sabía que estaba deprimido y buscó, con
Amor y Paciencia, sacarlo de la cueva, de la oscuridad, de ese estado
de no querer vivir más. Por lo que se manifestó a él, no por medio
de un trueno, o un terremoto, sino con un SILBO APACIBLE y DELICADO,
que al oírlo Elías, se sintió atraído y saliendo se puso a la
puerta de la cueva.
Y
ahora sí, ya en la Luz y Cara a cara, se podría decir, ambos
reanudaron el diálogo suspendido.
Dios
le hizo, por segunda vez, la misma pregunta:
-¿Qué
haces aquí Elías?
Y
el Profeta le respondió de igual manera que la vez anterior.
Pero
como Dios no detiene su propósito, siguió adelante con su Plan, sin
dejar de lado, que Elías continuaba con un gran deseo de morir.
Fue
ahí que al darle nuevas indicaciones, le demostró que no era verdad
que estaba solo y que sus pensamientos eran erróneos. Le encomendó
que regrese por el mismo camino que había venido y debía ungir a
los nuevos reyes de Siria y de Israel y a un nuevo Profeta llamado
Eliseo.
Dios
le pedía que regrese para terminar la obra comenzada y los que lo
buscaban para matarlo, morirían a espada a manos de los nuevos reyes
o del Profeta Eliseo. Le dio además, una buena nueva, tenía
reservados siete mil fieles que no se habían arrodillado ante Baal y
tampoco lo besaron.
¡Sorpresa!
¡Elías descubrió que no estaba solo! Había personas fieles a
Dios que lo estaban esperando. ¡Debía ir hacia ellos AHORA!
Hermano/a:
Elías
era un siervo y Profeta CELOSO de Dios y de su Obra, tanto que SOLO
se levantó ante la idolatría, se enfrentó sin temor a los
enemigos de Dios y destruyó su obra, unió a las doce tribus con el
fin de adorar al único Dios verdadero, se indignó porque habían
asesinado a los Profetas de Dios y estaba confiado en que Dios lo
respaldaba. Todo esto le demandó mucho esfuerzo, desgaste emocional
y físico. Y por qué no, también espiritual. En el primer momento
se burlaba de los profetas de Baal, porque su dios no respondía a su
clamor. Pero cuando Jezabel se levantó contra él, dudó del Poder
de Dios y se vio solo ante esa mujer poderosa. Y huyó. Se escondió
en una cueva. Estaba muy deprimido Su deseo era morir mientras
dormía. Hasta que Dios, con un silbo apacible y delicado, lo hizo
salir a la puerta de la cueva, reiniciaron el diálogo y logró que
abandone definitivamente el lugar. Tenía mucho que hacer aún. Dios
no iba a permitir que se entierre en vida o que permaneciera en esa
tumba.
Elías
era un SIERVO del Dios VIVO, no de un dios muerto.
Dios
no abandona a sus siervos porque enferman o sufren “un accidente de
trabajo o enfermedad profesional”. No es el “PATRÓN”, muy
preocupado por llevar adelante su OBRA a costa de sus SIERVOS. Dios
podría haberlo desechado, poniendo en su lugar, un reemplazante, y
de hecho, ya lo tenía, era Eliseo. Pero primero, antes que nada,
Dios detuvo SU OBRA, se ocupó de la sanidad y restauración de
Elías, le dio nuevas indicaciones en el Plan a seguir y cuando
Elías finalizó la tarea encomendada, ¡mandó a buscarlo en un
carro de fuego!
¡Dios
no es hombre para mentir ni para abandonar! Jesús vino a buscar al
débil, enfermo, cargado, deprimido, rechazado, solo, acabado,
excluido,…
En
la Biblia leemos:
No
es Dios de muertos sino de VIVOS. Mateo 22:32.
“…os
convirtáis al Dios VIVO”. Hechos 14:15.
Para
servir al Dios VIVO y VERDADERO. 1° Tesalonicenses 1:9.
Hermano/a:
¿Te
sientes solo, sin fuerzas, desanimado, deprimido hasta la muerte?
¿Crees que no tienes nada más para hacer, que se terminó todo para
ti? ¿Estás convencido que llegó tu fin?
Para
los hombres, ¿ya estás acabado, fuera de juego?
Tengo
una buena noticia para darte: éste es el momento justo para que
dejes actuar a Dios. El NO de los hombres es el SÍ de Dios.
Escucha
la voz de Dios que te llama por tu nombre, de manera apacible y
delicada. Sal fuera de la cueva. Deja la oscuridad, abandona las
tinieblas y acércate a la Luz Divina. Reanuda el diálogo con Dios.
Él tiene muchas cosas para decirte. No le temas a Jezabel tampoco
creas sus mentiras: ¡No puede sacrificarte! Jesús se entregó a Sí
mismo como Cordero por Amor a ti, a mí… ¡Está RESUCITADO! Jamás
te va a dejar solo, está tu lado y es Poderoso, más poderoso que
Jezabel.
¡El
TODOPODEROSO ES tu defensa!
Aviva
el fuego que hay en ti. Aviva el CELO por Dios y por su Obra.
Repite
hasta memorizar:
“El
celo de tu Casa, oh, Dios, me consume”.
¡ALELUYA,
porque el Señor nuestro Todopoderoso REINA! (Apocalipsis 19:6.).
(Elena Sanfilippo Ceraso
domingo
12/ 02/ 2017)
gracias; palabras que ayudan
ResponderEliminarBuena análisis
ResponderEliminarGracias, a veces puede que por nuestra sociedad y crianza sentimos que nadie nos ayudará en nuestros momentos difíciles y que no servimos y nadie nos salvará y que ya no somos útiles ni para Dios ni para las personas. Ese lado misericordioso de Dios da confianza de que tus fuerzas y alma pueden sanar y no es una carga difícil de alzar por alguien que ya está aplastado
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