"En lo Esencial UNIDAD, en lo no esencial LIBERTAD; en todas las cosas CARIDAD" San Agustin de Hipona, Siglo V
Lo que Creemos:
Lo que Creemos:
Nosotros creemos que la Biblia es la Palabra Revelada de Dios. Los Católicos Anglicanos creemos que "las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son el auténtico historial de la revelación misma de Dios y su actividad Salvadora, y que sus demandas morales son revelación válida para todos los hombres y para todos los tiempos. Nosotros creemos que los credos antiguos, el de los Apóstoles, el Niceno y el Atanasiano, expresan la Fe de la Iglesia y deben ser comprendidos en la forma en que están escritos. Creemos en la Sagrada Tradición de la Iglesia que está contenida en todo lo definido en los Siete Concilios-Ecuménicos de la Iglesia Indivisa, en los siglos IV a VIII, y que en estas definiciones dogmáticas se encuentra el Magisterio de la Iglesia explicado por los Santos Padres y Obispos de la Iglesia Antigua. Creemos que los postulados de la Ortodoxia Católica han sido preservados para el cristianismo Occidental, en estos últimos tiempos, en la Declaración Doctrinal de la Afirmación de San Luis, de Septiembre 14 al 16 de 1977, asegurando el movimiento continuante Anglicano y la conformación de la Provincias Anglo-Católicas en Inglaterra y el resto del mundo.
AFIRMACION DE SAN LUIS:
La Carta Magna del Movimiento Continuante Anglicano Aprobada del 14 al 16 de Septiembre de 1977 en San Luis Missuri, Estados Unidos de América. Afirmamos que la iglesia de nuestros antepasados basada en la Santísima Trinidad, vive aún, y nosotros motivados por el Espíritu Santo para caminar solo en esa base, estamos determinados a continuar en la Fe Católica, el Orden Apostólico, la Adoración ortodoxa, y Testimonio Evangélico de la tradicional IGLESIA ANGLICANA, y haremos todo lo que sea necesario para su continuidad. Nos sentimos amparados y fortalecidos en esta determinación por el conocimiento que tenemos que muchas Provincias y Diócesis de la Comunión Anglicana continúan en la misma FE, ORDEN, ADORACIÓN y TESTIMONIO, y ellas siguen limitando la Ordenación al sacerdocio y al episcopado a varones. Nos regocijamos con esos hechos y afirmamos nuestra solidaridad con esas diócesis y provincias.
I - PRINCIPIOS DE DOCTRINA:
1. Naturaleza de la Iglesia. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo Sacramental, funcionando en la tierra. Es la compañía de todos los bautizados; está en el mundo, pero no es del mundo. Es la novia fiel de Cristo; diferente al mundo y no debe ser influenciada por el mundo.
2. Esenciales de Verdad y Orden: Repudiamos toda desviación y alejamiento de la Fe, en todo o en parte, y damos Testimonio a favor de estos puntos esenciales de Verdad evangélica y Orden Apostólico:
Las Sagradas Escrituras. Los Libros del Antiguo y Nuevo Testamento componen el verdadero historial de la revelación de Dios, su acción salvadora, y sus demandas morales-revelación para todos los hombres y para todo el tiempo.
Los Credos. El Credo Niceno como el sumario autorizado de las principales artículos de la Fe Cristiana, junto con el Credo de los Apóstoles, y tal Credo conocido como Credo de San Atanasio deben ser recibidos y creídos por todos los fieles en el sentido en que fueron recibidos siempre en la Iglesia Católica.
La Tradición. La tradición recibida por la Iglesia y sus enseñanzas como las explican "los antiguos Obispos y Doctores" y muy especialmente definidas por los Siete Concilios Ecuménicos de la Iglesia Indivisa, para la exclusión de todos errores, antiguos y modernos.
Sacramentos. Los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Santa Eucaristía, Santo Matrimonio, Orden Sagrado, Penitencia y Unción de los enfermos como signos objetivos y efectivos de la presencia continuada y gracia salvífica de Cristo nuestro Señor con su pueblo y los medios pactados para transmitir su gracia. En particular afirmamos la necesidad del Bautismo y la Santa Eucaristía. El Bautismo es medio que nos incorpora a Cristo, complementado por la Confirmación como un sello del Espíritu Santo, y la Eucaristía como sacrificio que nos une al completo y suficiente Sacrificio de Cristo en la Cruz, y el Sacramento en que nos alimenta con su Cuerpo y Sangre. Sacramento del Orden. Las Sagradas Ordenes de Obispos, Presbíteros y Diáconos son para la perpetuacióndel don del Ministerio apostólico que Cristo le dejó a la Iglesia, estableciendo la necesidad de Obispos de Sucesión Apostólica y sacerdotes ordenados por ellos para ser celebrantes de la Eucaristía - estas órdenes han de ser ejercidas por varones en acuerdo a la santa voluntad de Cristo, como lo evidencia la Santa Escritura y la práctica universal de la Iglesia Católica.
Diaconisas. El antiguo oficio y ministerio de Diaconisas, como una vocación laica para mujeres, y afirmamos la necesidad de estimular adecuadamente este Oficio y Ministerio.
Deber de los Obispos. Las Obispos, como Apóstoles, Evangelistas, Profetas, Pastores y Maestros (junto al otro Clero y Laicos) guardan y defienden la pureza de la Fé y Enseñanza Moral.
Uso de Otras Fórmulas. Al afirmar estos principios, reconocemos que todas las afirmaciones Anglicanas de Fe y fórmulas litúrgicas serán interpretadas de acuerdo a los mismos. Incompetencia de la Iglesia para Alterar la Verdad. No reclamamos ningún derecho ni competencia para suprimir, alterar o cambiar ni enmendar definiciones de Fe hechas por los antiguos Credos Ecuménicos, descartar o separarnos de la Sagrada Escritura, ni a alterar ni desviarnos de los esenciales pre-requisitos de ningún Sacramento.
Unidad con Otros Creyentes. Declaramos nuestra firme intención de buscar y realizar plena Comunión Sacramental y unión visible con otros CRISTIANOS que "adoran la Trinidad en Unidad y la Unidad en Trinidad", y quienes mantienen la Fe Católica y Apostólica de acuerdo con los principios ya expuestos.
II – PRINCIPIOS DE MORALIDAD:
La conciencia, como el conocimiento inherente del bien y del mal, no puede mantenerse como un árbitro soberano de la moral. Todo cristiano está obligado a formar su conciencia por la Ley Moral Divina y la Mente de Cristo como se revela en las Sagradas Escrituras, y por la enseñanza y la Tradición de la Iglesia. Sostenemos que cuando la conciencia cristiana es así debidamente informada y regulada, se deben afirmar los siguientes principios morales:
Responsabilidad individual
Todas las personas, individual y colectivamente, son responsables ante su Creador por sus actos, motivos, pensamientos y palabras, ya que "todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo..."
Santidad de la Vida Humana
Todo ser humano, desde el momento de su concepción, es una criatura e hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza, un alma infinitamente preciosa; y que la toma injustificable o inexcusable de la vida es siempre pecaminosa.
El deber del hombre hacia Dios
Todas las personas están obligadas por los dictados de la ley natural y por la voluntad revelada de Dios, en la medida en que puedan discernirlas.
Vida familiar
El vínculo sacramental dado por Dios en el matrimonio entre un hombre y una mujer es la provisión amorosa de Dios para la procreación y la vida familiar, y la actividad sexual debe ser practicada sólo dentro de los lazos del santo matrimonio.
El hombre como pecador
Reconocemos que el hombre, como heredero del pecado original, es "muy apartado de la justicia original", y como un rebelde contra la autoridad de Dios se hace responsable de su justo juicio.
El hombre y la gracia de Dios
Reconocemos, también, que Dios ama a sus hijos y sobre todo lo ha demostrado exponiéndolo en la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, y que el hombre no puede ser salvo por ningún esfuerzo propio, sino por la gracia de Dios, por medio del arrepentimiento y la aceptación del perdón de Dios.
El deber cristiano a ser Moral
Creemos, por lo tanto, que es deber de la Iglesia y de sus miembros dar testimonio de la moral cristiana, seguirla en sus vidas, y rechazar los falsos estándares del mundo.
IV - PRINCIPIOS DE CULTO
Libro de Oración - La Norma del Culto
En la Iglesia Anglicana continuante, el Libro de Oración Común es (y sigue siendo) una obra en dos ediciones: El libro de Canadá de 1962 y el Libro Americano de 1928. Cada uno tiene total e igual autoridad. No existe ninguna otra norma para el culto.
Ciertas variaciones permitidas
Para el uso litúrgico, sólo el Libro de Oración Común y los libros de servicios que sean conformes y que incorporan a éste podrán ser utilizados."
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