Una
de las razones por las cuales el Anglicanismo es tan difícil de
definir es porque a lo largo de su historia ha existido siempre un
vehemente enfrentamiento entre las
diferentes
tradiciones teológicas y grupos con respecto a la naturaleza de su
iglesia.
En
el corazón mismo del Anglicanismo Clásico se encuentran las tres
“raíces” – las SAGRADAS ESCRITURAS – la TRADICION – y la
RAZÓN, a veces denominadas el “banquillo de tres patas” (un
término a menudo atribuido a las enseñanzas de Hooker). Una de las
cosas más importantes es comprender que lo que da vida y dinamismo
al Anglicanismo es la tensión creativa entre estas tres raíces. Es
simplificar demasiado las cosas considerar que estas tres raíces
representan las tradiciones de la High Church (Anglo-católica), la
Low Church (Evangélica) y la Broad Church (iglesia amplia que acepta
ambas tradiciones). La realidad es mucho más compleja y es lo que
hace a la Iglesia Anglicana una expresión tan desafiante del
cristianismo.
Los
Evangélicos
La
Palabra evangélico surge de una tradición teológica que tiene sus
orígenes en el Reavivamiento Evangélico del Siglo XVIII. La
supremacía de las Escrituras fue un principio fundamental de esta
tradición, al igual que la predicación del evangelio. Fue un
fenómeno internacional muy influyente, especialmente en Alemania y
los EE.UU., como así también en Gran Bretaña. Fue una reacción
contra las deficiencias espirituales percibidas en la iglesia
contemporánea. En Inglaterra, el Evangelismo surgió en tres grupos
principales:
-
Los metodistas que seguían a John Wesley – y que se separaron de
la Iglesia Anglicana luego de la muerte de Wesley.
-
Los grupos calvinistas inspirados por George Whitfield.
-
Los Evangélicos que permanecieron en la Iglesia de Inglaterra.
El
“Despertar” de la iglesia en Inglaterra tuvo su comienzo durante
el periodo entre 1730 y 1760. El Reavivamiento Evangélico buscó
recuperar el énfasis dado por los
protestantes
a la conversión. Había un deseo de hacer resurgir el énfasis de
los primeros reformadores protestantes en la doctrina de la
justificación por la fe. Sin embargo, agregaron a las enseñanzas de
los reformistas del siglo XVI, enseñando ahora que no era suficiente
simplemente comprender y aceptar intelectualmente el evangelio, la fe
salvadora debía ser también experimentada desde lo emocional. Ya
que la mayoría de los Evangélicos creían en la doctrina de la
depravación total, que consideraba a la naturaleza humana como
totalmente corrupta, por lo cual la conversión llegó a tener un
énfasis fundamental. De allí se desprendía que la expiación y
santificación por el Espíritu Santo también fueran centrales en el
predicar evangélico.
Si
bien el Calvinismo fue influyente con algunos, para la mayoría de
los evangélicos anglicanos las Escrituras y los “formularies” de
Anglicanismo que constituían el Libro de Oración Común, los 39
Artículos y los ritos tradicionales anglicanos que fueron la fuente
primaria de doctrina. Diferían con Wesley en varios puntos – en
particular sus ideas sobre la perfección cristiana y su énfasis en
la conversión instantánea – pero sobre todo discreparon con él
con respecto al orden eclesiástico.
Los
evangélicos anglicanos se oponían a cualquier cosa (o medida) que
pudiera socavar el sistema parroquial y la autoridad clerical. Esto
era esencial para los evangélicos para lograr una posición
firme en la iglesia establecida. Para fines del siglo XVIII la
cantidad de clérigos evangélicos había aumentado lentamente
convirtiéndose en un partido seguro de si mismo e influyente dentro
de la iglesia. La “edad de oro” de esta corriente fue durante las
primeras tres décadas del siglo XIX, a medida que sus principios de
religión activos y comprometidos, comenzaron a influenciar a la
clase media más alta. Uno de los conversos evangélicos más
famosos de esa era fue el político William Wilberforce. Dedicado a
la abolición de la trata de esclavos y la reforma moral, Wilberforce
estaba en el centro de la llamada “Secta de Clapham” –un grupo
de hombres evangélicos adinerados. También coordinó una camarilla
(lobby) evangélica en el Parlamento británico cuyos miembros fueron
apodados “los Santos”.
Los
Evangélicos fueron forzados a tomar la defensiva al surgir el
Movimiento de Oxford a fines de los años 1830. Una actitud negativa
y hostil creció contra lo que muchos de ellos condeno como "papista
y ritualista".
Desde
su comienzo mismo el movimiento Evangélico siempre puso énfasis en
la decencia moral. Sin embargo, a veces, la moral se ha confundido
con la clase social.
Los
problemas de esta naturaleza han tendido a inquietar a los
Evangélicos y, a partir de la Era Victoriana, ha habido una
tendencia lamentable de asociarlos con la clase media “respetable”.
Los
Anglo-Católicos
El
Anglo-Catolicismo hace hincapié en la continuidad histórica - la
sucesión apostólica de los obispos, la autoridad de la Iglesia
visible y la teología sacramental.
Su
énfasis en las raíces católicas antes que en la herencia
Protestante fue un intento de tomar distancia de la Reforma. Se buscó
inspiración en la Iglesia de los primeros cuatro siglos de la
cristiandad que, según creían, daba más importancia a la tradición
que a la Biblia. Fueron influenciados también por el Romanticismo
manteniendo una actitud sacramental hacia la naturaleza y el
mundo. Puesto que sólo lo mejor era digno de Dios, un tema de mucha
importancia en el Antiguo Testamento, dieron especial atención a los
ornamentos del templo y al culto.
Con
frecuencia se considera que el Anglo-Catolicismo moderno es un
producto del Movimiento de Oxford, aunque de hecho esto no es
completamente cierto. La
tradición
del ‘High Church’ en la Iglesia Anglicana había estado
declinando durante buena parte del Siglo XVIII, pero la Revolución
Francesa y la Rebelión Americana hicieron notar las temibles
perspectivas de radicalismo e irreligión. La tradición ‘High
Church’ de la Iglesia con su énfasis en la autoridad y el orden,
era claramente atractiva. A principios del siglo XIX comenzó a
hacerse cada vez más fuerte. El
liderazgo
más influyente se encontraba en el denominado “Hackney Phalanx”,
quienes además de promover la tradición “High Church” se
destacaban por su trabajo para crear escuelas eclesiásticas
dedicadas a la educación del sector urbano pobre.
Pero
fue durante la década de 1830 que el movimiento de “High Church”
se vio transformado por el Movimiento de Oxford. Dos de los nombres
más conocidos del partido fueron John Keble, Profesor de Poesía en
Oxford y John Henry Newman, Párroco de la Iglesia Universitaria.
El
Movimiento de Oxford: El
grupo fue apodado “ Los Tratadistas” debido a que habían
publicado su ideología en una serie de tratados. En 1835 se unió a
ellos el Profesor de Hebreo, Edward Bouviere Pusey. El movimiento
tuvo su apogeo hacia fines de la década de 1830, pero fue en ese
mismo período que emergió una agresiva facción pro-Romana que
comenzó a hacer notar su presencia. Esto fue en parte como reacción
al creciente énfasis en la propagación de la Reforma por los
evangélicos de ese momento. El tratado 90 de Newman fue un intento
de demostrar que los 39 artículos pueden ser interpretados en un
sentido Católico. El alboroto que provocó esta declaración llevó
a que el Obispo de Oxford prohibiera la publicación de más
tratados. Esta controversia junto a otras causadas por algunas de las
posturas más extremas del movimiento finalmente llevaron a que
varios de los principales miembros sintieran que no podían
permanecer más en el Anglicanismo y que fueron admitidos en la
Iglesia Católica Romana- el caso más conocido fue el de John Henry
Newman quien en 1845 fue admitido a la Iglesia Católica Romana y más
tarde nombrado cardenal.
Los
Tratadistas del Movimiento de Oxford habrían de tener efectos
significativos a largo plazo sobre el Anglicanismo; defendían la
independencia espiritual y la estructura Episcopal histórica de la
Iglesia en tiempos cuando se veía amenazada por las propuestas de
reforma.
Sin
embargo fueron más allá que sus predecesores de la High Church en
la virulencia de su hostilidad contra la Reforma y su intento de
degradar e incluso negar su
influencia
sobre el Anglicanismo. Su marcado énfasis en la estructura
apostólica y episcopal de la Iglesia como garantía de autoridad
llevó a que algunos incluso aseguraran que no era correcto reconocer
a los ministros de iglesias que no tenían estructura episcopal. En
esto, sus detractores los acusaron de efectivamente intentar
“excomulgar” a otros cristianos.
La
Renovación Católica en el Anglicanismo ha sido de gran influencia –
restaurando prácticas litúrgicas y la enseñanza sacramental
previamente sólo asociada al Catolicismo Romano. Hubo una
re-evaluación del significado de ser iglesia católica, con un mayor
énfasis en el oficio sacerdotal y una devoción más profunda.
También restauró comunidades religiosas de monjes y monjas al
Anglicanismo, como así también retiros, peregrinajes, la lectura de
libros devocionales y un modelo de disciplinas de oración y comunión
regular para todos los cristianos.
Los
amargos debates sobre el “ritualismo“ en la segunda parte del
siglo XIX llevaron a discusiones y divisiones. Numerosos clérigos
influenciados por el Movimiento de
Oxford
fueron a trabajar a las áreas más pobres del este de Londres y
otras ciudades muy industrializadas donde creyeron que el ritual era
la mejor manera de comunicar
la
fe a una congregación apenas alfabetizada. Las imágenes pueden
tener un mayor poder que las palabras o los conceptos intelectuales.
Este movimiento a largo plazo
abrió
una re-exploración y ayudó a ampliar la comprensión del
catolicismo y la espiritualidad sacramental.
Las
profundas implicancias ecuménicas logradas con la Iglesia Católica
y la Ortodoxa no pueden ser subestimadas; sin embargo su falta de
aceptación de las prácticas ministeriales en iglesias que no tienen
estructura episcopal ha sido una traba en el avance ecuménico.
Los
Liberales
La
tradición Liberal tiene su énfasis en la crítica bíblica y
levanta cuestionamientos fundamentales sobre la naturaleza de las
creencias y el concepto tradicional de autoridad. Existe una
tendencia común de considerar que la Teología Liberal es un
producto de la era moderna, pero lo cierto es que está tan enraizado
en la historia del Anglicanismo como la tradición Evangélica y
Anglo-Católica. Las raíces Liberales se encuentran dentro de la
tradición Latitudinaria – una posición tolerante donde prevalece
la fe personal y la razón sobre el dogma.
El
término “Latitudinario” comenzó a usarse a mediados del Siglo
XVII para describir a aquellos que argumentaban que sólo cuando la
gente aceptara una latitud, con la idea de visión amplia, de opinión
en asuntos religiosos, podría ponerse fin a las controversias
religiosas. Después de una era tan turbulenta y violenta, una
opinión de este tipo era algo muy razonable. Ellos aspiraban a
desarrollar una forma de Cristianismo que pudiera unir a la gente en
lugar de dividirla. El libro de John Locke “Racionabilidad del
Cristianismo” (1695) popularizó el concepto de que el Cristianismo
podría consistir de unas sencillas verdades accesibles para todos a
través de la razón. Fue un intento de pulir el Cristianismo y
reducirlo a sus verdades fundamentales. Buscaban quitar todos los
“aspectos sin importancia” que se habían creado alrededor del
Cristianismo. Conceptos tales como el gobierno de la Iglesia, la
liturgia, y doctrinas polémicas eran vistas como temas secundarios,
y potencialmente prescindibles.
Esta
era una forma radical de pensar. Sin embargo, cabe notar que durante
el Siglo XVIII algunos Latitudinarios fueron culpables de abandonar
algunas de las doctrinas
tradicionales
fundamentales del Cristianismo, como la Trinidad y los Credos de San
Atanasio y Niceno.
La
fuerte respuesta conservadora creada por la reacción ante la
Revolución francesa volvió a la opinión pública en contra del
radicalismo. La Teología Liberal estaba
mayormente
limitada casi exclusivamente a círculos académicos. El grupo más
reconocido dentro de los eclesiásticos del movimiento Liberal en el
Siglo XIX fue el
de
los “ Noéticos “ del Oriel College de Oxford. Por otro lado la
teología Liberal de Cambridge tendía a verse más influenciada por
la historia y la literatura clásica.
El
vínculo entre la Iglesia y el Estado era importante para muchos
Liberales y una idea que tuvo mucha influencia fue la de cristianizar
a la nación uniendo a todos los Cristianos en una única iglesia
nacional (sin embargo, fieles a la época, no siempre se incluía a
los Cuáqueros ni a los Católicos Romanos en este plan). A
principios de 1850 se comenzó a usar el término “Iglesia Amplia”
para describir el deseo de inclusividad y una iglesia no exclusiva.
Los que tenían mentalidad de Iglesia Amplia por lo general se
oponían a cualquier intento de reducir la amplitud de la iglesia
nacional. Las identidades denominacionales del Cristianismo no eran
vistas como entidades distintas y separadas sino como polarizaciones
que igualmente podrían mantenerse unido, del mismo modo que la
Divina Orden está basada en la Trinidad.
Esta
era la vocación del Anglicanismo. Fue esta influyente enseñanza que
finalmente llevó a que el Anglicanismo fuera el principal proponente
y defensor del Ecumenismo.
La
publicación de Ensayos y Revisiones (“Essays and Reviews”) en
1860 fue un hito controvertido en la teología Liberal Anglicana.
Trajo a discusión pública no sólo una
aceptación
abierta a la crítica bíblica sino también la voluntad de rechazar
las posturas tradicionales acerca de la autoridad e inspiración de
las Escrituras. Para algunos esto
fue
demasiado y llevó a que sus siete autores fueran apodados los
“septem contra Christum”.
La
teología Liberal difirió de los primeros Latitudinarios en el hecho
de que extendieron el método crítico a la Biblia y los Credos
haciéndolo más difícil distinguir entre las doctrinas
fundamentales y las no-esenciales (¡qué los Latitudinarios
originarios habían sostenido!). Con esto intentaba socavar un
elemento esencial de Anglicanismo clásico.
El Movimiento Pentescostal/Carismático
Cualquier estudio del Anglicanismo sería incompleto si no se incluyera al Movimiento Carismático moderno. Este movimiento tiene sus raíces en el Pentecostalismo y en la tradición Wesleyana de Santidad que se desprendió del Metodismo. Las prédicas de Wesley convocaban a grandes multitudes Muchos han señalado que el ministerio de John Wesley en el Siglo XVIII, que enseñaba que una experiencia personal con el Espíritu Santo era la característica fundamental de ser cristiano, tuvo una fuerte influencia en el origen de una progresión que llevaría primeramente a la formación de iglesias Pentecostales y posteriormente al surgimiento del Movimiento Carismático en la segunda mitad del Siglo XX. El vocablo carismático proviene del griego y significa gracia o don. Se refiere al don espiritual según el texto bíblico de 1 Corintios 12-14. Estos capítulos son centrales a la creencia Carismática que considera que las manifestaciones del Espíritu Santo experimentadas en el primer siglo de la Iglesia Cristiana, tales como la sanidad, los milagros, las profecías y especialmente el hablar en lenguas (glossolalia) deberían ser evidentes también en la iglesia moderna. Hay un gran énfasis en la profunda emoción en el culto carismático, acompañado de fervientes cantos de adoración. Los dones del Espíritu Santo también se buscan durante las reuniones de grupos pequeños y las devociones personales. También hay un mensaje con fuerte énfasis misionero. . Un ejemplo de adoración carismática típica Uno de los aspectos más importantes del Cristianismo Carismático es que no es exclusiva de ninguna denominación en particular. Aún cuando el movimiento tuvo orígenes Protestantes existen crecientes movimientos carismáticos en la Iglesia Católica Romana como así también los hay en las Iglesias Ortodoxas. El movimiento carismático tiene sus raíces en el Pentecostalismo. En la era moderna a veces puede ser difícil distinguir un movimiento del otro, pero existen diferencias claves. Para comprender esto es necesario primero examinar brevemente el Movimiento Pentecostal. Existen diferentes opiniones acerca del origen del movimiento Pentecostal. Generalmente todos los pentecostales señalan a los eventos del día de Pentecostés que se describen en el segundo capítulo de Hechos como el origen de sus enseñanzas. Sin embargo hay una variedad de opiniones con respecto a si existió o no una tradición ininterrumpida de glossolalia y de dones espirituales desde la Iglesia primitiva hasta el presente. Ha habido mucho debate alrededor de este asunto pero lo que es innegable es que a lo largo de la historia de la iglesia se produjeron muchas ‘ráfagas’ de renovación durante las cuales la glossolalia estaba presente Ciertamente existe una gran cantidad de ejemplos bien documentados del Siglo XIX, tales como las reuniones “carismáticas” lideradas por Gustav von Bulow en Alemania en 1817 – se envió un grupo para investigar la situación debido a las sospechas iniciales de la iglesia Luterana, pero finalmente se llegó a la conclusión de que era “de Dios”. Así también del grupo antes mencionado de la Santidad que se desarrolló a partir del Metodismo durante el Siglo XIX. Fue aquí donde comenzó el uso común del término “Pentecostal” y donde surgió la búsqueda específica del “bautismo del Espíritu Santo”. Inglaterra, al igual que otras partes de Europa, experimentó el estilo Carismático/Pentecostal antes de que el movimiento Pentecostal se iniciara en Estados Unidos. Un ejemplo es el de la iglesia de Edward Irving en 1830, donde se experimentó el don de lenguas y profecías y que con el tiempo llevó al movimiento de la Iglesia Católica Apostólica. No obstante, el movimiento Pentecostal moderno por lo general data su origen a partir de la famosa reunión de oración realizada en el Bethel Bible College en Topeka, Kansas. Cuando el 1º de Enero de 1901 un grupo dirigido por Charles Parham llegó a la conclusión de que el hablar en lenguas era la señal bíblica del bautismo del Espíritu Santo. Como resultado de la oración Agnes Ozman recibió lo que se denominó el bautismo del Espíritu Santo y habló en lenguas. William Seymour, un predicador afro-americano, se vio fuertemente afectado por esto y posteriormente en 1906, al mudarse a Los Ángeles, sus predicaciones dieron lugar al Avivamiento de Azusa Street. Este fue un evento importante ya que atrajo enorme interés entre los medios en todo el mundo. El Avivamiento de Azusa Street provocó el crecimiento del movimiento Pentecostal en todo el mundo y el comienzo de una variedad de denominaciones pentecostales como las conocidas Asambleas de Dios. La mayoría de las primeras líneas de las denominaciones pentecostales consideran que sus raíces se originaron en el Avivamiento de Azusa Street. A partir de los primeros años de la década de 1950 en adelante las enseñanzas del movimiento Pentecostal comenzaron gradualmente a ganar aceptación e influencia en las principales denominaciones cristianas. Es en este punto donde nace el movimiento Carismático moderno. Tenía mucho en común con el Pentecostalismo clásico y se vio muy influenciado por su enseñanza y creencias, es más, parece claro que uno dio origen al otro. Existen diferencias en el énfasis y las enseñanzas teológicas pero la mayor diferencia es que mientras la mayoría de los pentecostales clásicos suelen dejar sus denominaciones originales para fundar sus propias iglesias, los carismáticos suelen permanecer en sus denominaciones originales y adoptar lemas como “florece allí donde Dios te ha puesto“. Fue un movimiento que cruzó las líneas y barreras entre las denominaciones. Durante las década de 1960 y 1970 las iglesias tradicionales como la Metodista, Episcopal, Luterana, Anglicana y Católica Romana comenzaron a experimentar un renovado interés en los sobrenaturales “dones del Espíritu”. Un paso muy significativo de este proceso se produjo en 1960 en la Iglesia Episcopal de St. Mark en Van Nuys, California, bajo el liderazgo de su pastor Dennis Bennet. Hubo un estallido de personas hablando en lenguas y experimentando diferentes dones espirituales. El hecho atrajo mucha atención de los medios y apareció en Time y en Newsweek. Durante las dos décadas siguientes el movimiento se extendió por todo el mundo y se incorporó a las principales denominaciones. En 1977 hubo una conferencia de 5 días con la presencia de 50.000 carismáticos en la Ciudad de Kansas. Los tres brazos del movimiento Pentecostal estaban presentes, los Pentecostales “clásicos”, y los protestantes Carismáticos, si bien casi la mitad de los participantes eran Católicos Romanos. Durante la década del 80 el movimiento experimentó un fenómeno a veces denominado la “Tercera Ola” – que agregó un énfasis en la misión a través de Señales y Prodigios. Sus proponentes aseguraban que los dones del Espíritu, tales como la sanidad y la profecía, deberían ser usados para el evangelismo ya que esto sería algo mucho más efectivo que las meras palabras. Una figura central de estos tiempos es John Wimber, fundador del movimiento Vineyard. En los 90 otro fenómeno muy influyente que atrajo a los medios internacionales fue “Toronto Blessing” (la Bendición de Toronto) En términos generales los carismáticos suelen ser reformadores más que separatistas. Prefieren intentar renovar la estructura eclesiástica actual con su constante presencia dentro de la misma. Es por ello que este movimiento comúnmente se describe como la Renovación Carismática. Sin embargo hay ejemplos de iglesias Carismáticas formalmente estructuradas como Vineyard en los Estados Unidos y las iglesias caseras (House Churches) en el Reino Unido, como también la iglesia de Hillsong en Australia. En el Siglo XXI el movimiento Carismático sigue en crecimiento. En 2008, según encuestas de Barna, 46% de todos los adultos que asisten a una Iglesia Protestante en Estados Unidos se consideran Carismáticos. La influencia del movimiento Pentecostal/Carismático en el Cristianismo moderno no puede ser menospreciada. El movimiento Pentecostal/Carismático ha tenido muchísima influencia en el cristianismo del Siglo XX, en todas las denominaciones cristianas y en estas primeras años de este Siglo XXI no muestra señales de disminuir. Características como el ofrecimiento de oraciones de sanidad durante un culto de alabanza, o música vivaz y la expectativa de una experiencia personal con Dios a través del Espíritu Santo son ahora comunes en iglesias que quizás ni siquiera se consideren a sí mismas Carismáticas.
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