Hoy en día, el problema de Medio Oriente, afecta a todas las naciones de Occidente como nunca ocurrió en el pasado. Los medios de difusión constantemente se refieren a los descendientes de Abraham, judíos y árabes, en las noticias locales como extranjeras. Es lógico, entonces, que el cristiano se pregunte por las concomitancias bíblicas de este fenómeno. Curiosamente, tanto en los medios evangélicos como católicos romanos, vemos como nunca antes, un interés poco común por el pueblo judío. Sin temor a equivocarnos, podemos decir que, la generalidad de la literatura evangélica actual, es manifiestamente sionista. Las pretensiones judías son defendidas con profecías bíblicas, y el Islám, es presentado bajo un aspecto claramente luciferino. Si bien el dispensacionalismo tiene elementos positivos, su punto de partida es erróneo, y no puede ser ignorado en las condiciones actuales, si no queremos hacer responsable a Dios de todas las injusticias y asesinatos que el imperialismo sionista está cometiendo contra los árabes, quienes son amados por Dios del mismo modo que los judíos, por raro que esto parezca.
El judaísmo sin Cristo no es una fe universal, sino nacional, vinculada a una etnia. En cambio el cristianismo, es universalista. El apóstol Pablo dice: "Ya no hay judío ni griego....sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28). El dispensacionalismo se equivoca gravemente al sostener la existencia de dos pueblos de Dios, haciendo una distinción no bíblica entre el Israel étnico con el Israel espiritual, que es la Iglesia. La Biblia, en especial la carta del apóstol Pablo a los romanos, muestra que sólo hay un Israel de Dios, compuesto por descendientes de Abraham según la fe, provenientes del judaísmo o de la gentilidad. La Iglesia es la comunidad de los creyentes; y el pueblo de la fe, nada tiene que ver con la carne y sangre literales. Ni todos los judíos étnicos son judíos, ni todos los gentiles étnicos son gentiles. La conciencia acusa a los gentiles como la ley mosaica acusa a los judíos: judíos y gentiles están igualmente bajo condenación. Hay un solo camino de salvación para judíos y gentiles: la fe en Jesucristo. Todos los que ejercen fe en el Señor son hechos integrantes de un mismo pueblo, el Israel de Dios , la Iglesia (Gálatas 6:16). Por lo tanto, el Israel étnico no puede ser identificado con el pueblo elegido, aún cuando haya israelitas según la carne que pertenezcan al Israel de Dios. El apóstol Pablo dice: "No todos los que descienden de Israel son israelitas" (Rom. 9:6), "Pues no es judío el que lo es exteriormente... sino que es judío el que lo es en lo interior" (Rom. 2:28-29) y, en Apocalípsis 2:9 y 3:9, le dice el Señor a la Iglesia respecto de los judíos no creyentes: "Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás". "He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.".
La salvación de "todo Israel" no implica la de todos los judíos según la carne, puesto que en el Remanente Santo elegido por Dios, han sido incorporados los gentiles. Es este pueblo el heredero de las promesas divinas, el cual heredará la tierra y tiene derechos sobre la Ciudad Santa de Jerusalén, que es celestial y no terrena. Los 144.000 sellados del capítulo 7 de Apocalípsis están relacionados con aquellos del capítulo 14: hay un remanente de entre todas las tribus de Israel y un remanente de los gentiles; ambos forman el Pueblo de Dios que será arrebatado a las nubes con Cristo en su segunda venida. La elección del Israel étnico tuvo en el pasado una finalidad misionera en el plan gradual de Dios, a fin de que todos los hombres conocieran el camino de la salvación. No era un privilegio que debían guardarse los judíos. Israel, como pueblo, fracasó en la misión de aceptar al Salvador que luego debía llevar a la gentilidad. Actualmente, la Iglesia, pueblo de personas mayoritariamente de origen gentil, tiene la misión de llevar el Evangelio de la Salvación a los judíos carnales. La Iglesia, es a la vez judía y gentil, siendo distinta de ambos, pues es un pueblo sacerdotal llamado a anunciar a todos los pueblos, la salvación presente en la sangre del Cordero degollado. No debemos llamar impuro a lo que Dios purificó: Dios ha querido hacer con los de la gentilidad como con los del Israel étnico, un solo Pueblo heredero de la Promesa, mediante el derramamiento de su Espíritu Santo. Pero con la venida de Cristo, sucedió con los israelitas algo similar a lo de los tiempos de Elías: salvo un remanente que no dobló las rodillas ante el Baal de los privilegios nacionales, los demás se autoexcluyeron del favor Divino rechazando a su Rey Mesías.
En síntesis: A causa del pecado general de la humanidad, Dios estableció un plan gradual de salvación, escogiendo primero a una persona (Abraham), luego a una familia (la de Jacob) y, finalmente, a una nación (Israel), por medio de la cual el mensaje redentor nuevamente se universalizaría. Israel sería en medio de las naciones como la tribu de Leví en medio de Israel. Debido a la caída de Israel, Dios suple el vacio con israelitas espirituales provenientes de la gentilidad. En Cristo Jesús, descendiente de Abraham y de David, Dios cumple la promesa hecha al Patriarca, de bendecir mediante su descendencia a todos los pueblos de la tierra. Cumple la promesa hecha al rey, de que un descendiente suyo, ocuparía el trono por la eternidad y gobernaría a todas las naciones de la tierra. Dios es Fiel, y cumplirá todas las promesas que hizo en el pasado a la simiente de Israel, pero para ello, esta debe transformarse en Iglesia; el judío debe hacerse cristiano, porque la humanidad entera sólo puede ser salva en el seno de la Iglesia. La Iglesia es el Arca de Noé del tiempo final.
Por lo tanto queda probado que, desde la Biblia, no se puede apoyar ninguna de las medidas políticas que está llevando a cabo hoy en día el Estado de Israel, como tampoco la actividad de los grupos sionistas. El Señor dijo claramente que su Reino no era de este mundo, y que su pueblo y su familia, eran los que escuchaban la Palabra de Dios y la obedecían, por lo tanto, no hagamos del Reino de Dios un Estado político, ni de su Pueblo una etnia.
(Pablo Claudio Salvato
viernes 12/06/1998)
No hay comentarios:
Publicar un comentario