¿Qué pensaríamos de alguien que recibe un regalo y no lo abre? ¿No mostraría así falta de aprecio por el mismo regalo y más aún por quien lo regaló? ¿Y si recibe un artículo de mucha utilidad y no lo usa, no mostraría además muchísima insensatez?
Ahora bien, estamos hablando de regalos, y un sinónimo para "regalos" es "dones"; y los dones que el Espíritu Santo ha repartido a cada uno al convertirse, son los regalos que el Padre Celestial nos ha hecho, capacitándonos para efectuar su voluntad cumpliendo una función específica como miembros del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
Y nosotros ¿qué hacemos? ¿Procederemos igual que los nueve leprosos ingratos sanados por Jesús (Lc. 17:11-19), o nos volvemos con gratitud a los pies del Maestro para ponernos a su servicio?. Fuimos limpiados de la lepra del pecado al convertirnos, al aceptar a Jesús como Señor y Salvador, pero allí no ha terminado todo, por el contrario, todo comienza en la cruz donde recibimos perdón; debemos seguir avanzando y descubrir, aceptar y desarrollar los dones espirituales. Porque Jesús es Salvador al limpiarnos con su sangre, pero es aceptado como Señor cuando nos ponemos a sus pies para hacer su voluntad. Es la única respuesta de amor hacia Aquél que, por amor, dió su vida en la cruz por nosotros, por cada uno individualmente.
Dios ha provisto para la Iglesia los regalos que colocó junto a la cruz, y está esperando que su familia se acerque para abrir los paquetes. Una iglesia que haga esto demostrará que está dispuesta a crecer. Las Escrituras nos muestran que la voluntad de Dios es que la Iglesia crezca, y si no crece es porque somos siervos negligentes que enterramos los dones; y esto lo hacemos al no preocuparnos en considerar cuántos y cuáles son los regalos que el Señor nos ha hecho. Con esto no sólo hacemos daño a la Iglesia sino a nosotros mismos, porque estamos perdiendo grandes y maravillosas bendiciones divinas para nuestra vida.
La señal más evidente de que el Espíritu Santo reposa sobre un grupo de creyentes es si se han convertido en una comunidad misionera; si todos sus miembros están funcionando ordenadamente para el crecimiento interno y externo, como si fueran los engranajes de una maquinaria, cada uno en su lugar haciendo aquello que tiene que hacer, para lo cual fué capacitado por el Espíritu Santo de Dios. Como afirma Pablo: "Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1ª Timoteo 2:3-4).
Distingo entre crecimiento interno y externo, porque el segundo es resultado del primero; el agregado de aquellos que son salvos es resultado de llevar a cabo la voluntad del Señor en nuestras vidas. Fijémonos cómo ejemplifica esto el libro de los Hechos en el capítulo 2: encerrados los apóstoles en el aposento alto, por temor a los judíos, después de la muerte de Jesús y su ascensión al cielo, reciben el bautismo en el Espíritu Santo. ¿Qué es lo primero que hacen? Salir a predicar con valor las maravillas de Dios. ¿Cuál fué el resultado? Nos dice el versículo 41 que ese día se convirtieron y bautizaron como 3000 personas.
Quizá vos, hermano, no recibiste el don de evangelista para llamar a los incrédulos a la conversión, ni el don de misionero para anunciar el Evangelio a los dos mil millones de personas de otras latitudes que jamás oyeron hablar del Señor Jesús, pero quizá tengas el don de intercesión, para orar por aquellos que lo están haciendo y para que el Señor envíe más obreros a la mies; o quizá tengas el don de enseñanza para formar a los futuros evangelistas y misioneros; quizá, y ¿porqué no?, tengas el don de pastor para asumir la responsabilidad por el bienestar espiritual de un grupo de creyentes; o quizá el Señor te está llamando a colaborar con el pastor visitando a los imposibilitados y enfermos.
Que cada uno descubra su don o combinación de dones (porque no hay cristianos sin dones, todos tenemos por lo menos uno) y haga proyectos para usarlos en la congregación ocupando los cargos vacíos; vacíos porque están esperando a las personas llamadas por Dios con los dones que las capacitan. Entendamos bien esto: no se puede ocupar un cargo congregacional para el cual no se está capacitado, esto es, llamado por Dios; como dice Pablo en Hebreos 5:4 "Nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fué Aarón". Dios no tiene en cuenta raza, sexo, nacionalidad, condición social o grado de instrucción, "a todos" los llama a servir con el propósito de crecer, interna y externamente; y es importante que recordemos que la Iglesia que no se encuentra naciendo y creciendo constantemente, se encuentra muriendo.
Todos los creyentes bautizados son sacerdotes, llamados a ofrecer sacrificios de alabanza, sacrificios de acción de gracias por Aquél que hizo sacrificio de expiación por todos los hombres de una sola vez y para siempre. Y la verdadera acción de gracias es descubrir, aceptar y desarrollar los dones del Espíritu Santo, esos regalos preciosos de parte del Señor. "No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo" (1ª Cor.12:1-4). El servicio a los demás a través de los dones, hace a la comunión y el crecimiento del Cuerpo de Cristo. "La comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros. Amén" (2ª Cor.13:14).
(Pablo Claudio Salvato
junio de 1997)
Ahora bien, estamos hablando de regalos, y un sinónimo para "regalos" es "dones"; y los dones que el Espíritu Santo ha repartido a cada uno al convertirse, son los regalos que el Padre Celestial nos ha hecho, capacitándonos para efectuar su voluntad cumpliendo una función específica como miembros del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
Y nosotros ¿qué hacemos? ¿Procederemos igual que los nueve leprosos ingratos sanados por Jesús (Lc. 17:11-19), o nos volvemos con gratitud a los pies del Maestro para ponernos a su servicio?. Fuimos limpiados de la lepra del pecado al convertirnos, al aceptar a Jesús como Señor y Salvador, pero allí no ha terminado todo, por el contrario, todo comienza en la cruz donde recibimos perdón; debemos seguir avanzando y descubrir, aceptar y desarrollar los dones espirituales. Porque Jesús es Salvador al limpiarnos con su sangre, pero es aceptado como Señor cuando nos ponemos a sus pies para hacer su voluntad. Es la única respuesta de amor hacia Aquél que, por amor, dió su vida en la cruz por nosotros, por cada uno individualmente.
Dios ha provisto para la Iglesia los regalos que colocó junto a la cruz, y está esperando que su familia se acerque para abrir los paquetes. Una iglesia que haga esto demostrará que está dispuesta a crecer. Las Escrituras nos muestran que la voluntad de Dios es que la Iglesia crezca, y si no crece es porque somos siervos negligentes que enterramos los dones; y esto lo hacemos al no preocuparnos en considerar cuántos y cuáles son los regalos que el Señor nos ha hecho. Con esto no sólo hacemos daño a la Iglesia sino a nosotros mismos, porque estamos perdiendo grandes y maravillosas bendiciones divinas para nuestra vida.
La señal más evidente de que el Espíritu Santo reposa sobre un grupo de creyentes es si se han convertido en una comunidad misionera; si todos sus miembros están funcionando ordenadamente para el crecimiento interno y externo, como si fueran los engranajes de una maquinaria, cada uno en su lugar haciendo aquello que tiene que hacer, para lo cual fué capacitado por el Espíritu Santo de Dios. Como afirma Pablo: "Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1ª Timoteo 2:3-4).
Distingo entre crecimiento interno y externo, porque el segundo es resultado del primero; el agregado de aquellos que son salvos es resultado de llevar a cabo la voluntad del Señor en nuestras vidas. Fijémonos cómo ejemplifica esto el libro de los Hechos en el capítulo 2: encerrados los apóstoles en el aposento alto, por temor a los judíos, después de la muerte de Jesús y su ascensión al cielo, reciben el bautismo en el Espíritu Santo. ¿Qué es lo primero que hacen? Salir a predicar con valor las maravillas de Dios. ¿Cuál fué el resultado? Nos dice el versículo 41 que ese día se convirtieron y bautizaron como 3000 personas.
Quizá vos, hermano, no recibiste el don de evangelista para llamar a los incrédulos a la conversión, ni el don de misionero para anunciar el Evangelio a los dos mil millones de personas de otras latitudes que jamás oyeron hablar del Señor Jesús, pero quizá tengas el don de intercesión, para orar por aquellos que lo están haciendo y para que el Señor envíe más obreros a la mies; o quizá tengas el don de enseñanza para formar a los futuros evangelistas y misioneros; quizá, y ¿porqué no?, tengas el don de pastor para asumir la responsabilidad por el bienestar espiritual de un grupo de creyentes; o quizá el Señor te está llamando a colaborar con el pastor visitando a los imposibilitados y enfermos.
Que cada uno descubra su don o combinación de dones (porque no hay cristianos sin dones, todos tenemos por lo menos uno) y haga proyectos para usarlos en la congregación ocupando los cargos vacíos; vacíos porque están esperando a las personas llamadas por Dios con los dones que las capacitan. Entendamos bien esto: no se puede ocupar un cargo congregacional para el cual no se está capacitado, esto es, llamado por Dios; como dice Pablo en Hebreos 5:4 "Nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fué Aarón". Dios no tiene en cuenta raza, sexo, nacionalidad, condición social o grado de instrucción, "a todos" los llama a servir con el propósito de crecer, interna y externamente; y es importante que recordemos que la Iglesia que no se encuentra naciendo y creciendo constantemente, se encuentra muriendo.
Todos los creyentes bautizados son sacerdotes, llamados a ofrecer sacrificios de alabanza, sacrificios de acción de gracias por Aquél que hizo sacrificio de expiación por todos los hombres de una sola vez y para siempre. Y la verdadera acción de gracias es descubrir, aceptar y desarrollar los dones del Espíritu Santo, esos regalos preciosos de parte del Señor. "No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo" (1ª Cor.12:1-4). El servicio a los demás a través de los dones, hace a la comunión y el crecimiento del Cuerpo de Cristo. "La comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros. Amén" (2ª Cor.13:14).
(Pablo Claudio Salvato
junio de 1997)
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