Veamos que nos cuenta la Biblia con respecto a orar alabando a Dios. El apóstol Pablo, azotado y herido, fue arrojado a la cárcel. Sin importarle su condición personal, comenzó a cantar y alabar a Dios.
El profeta Habacuc debió aprender a alabar a Dios, aunque Él no cambió la situación dramática que vivía su sociedad. Lo primero que hizo fue elevar sus quejas a Dios, ya que su corazón estaba destrozado por lo que cada día vivía. "Llamo y no oyes, te pido ayuda a causa de la violencia y no salvas. Destrucción, pleitos, contiendas, la ley es debilitada, el juicio se detiene o sale torcido porque el malvado asedia al justo. ¿Porqué toleras al que actúa pérfidamente y callas cuando el malvado destruye el justo?".
Como Habacuc anhelaba discutir con Dios sus razones, tomó una decisión:"En mi puesto de guardia estaré y sobre la fortaleza afirmaré el pié y velaré para ver lo que Él me dirá y lo que he de responder cuando sea reprendido". Jehová lo escuchó y lo instó a tener paciencia, dándole visión de lo que iba a ocurrir. Le dijo que: "El justo por la fe vivirá". Respondió Habacuc, desistiendo de discutir y alabando a Dios: "He oído tu Palabra y temí, me estremecí, temblé ante tu Majestad...Aunque no haya higos, aceite, uvas, ganado, etc., con todo yo me alegraré en Jehová y me regocijaré en el Dios de mi salvación. Él hará mis pies como de ciervas y me hará andar sobre mis lugares altos".
Si no puedes alabar a Dios por lo que Él es, díselo en oración. Él te responderá, y te enseñará a vivir por fe, te dará pies como de ciervas y te hará andar sobre lugares altos. Y así vas a decir, como el salmista:"¡Gracias Dios mío! ¡Tú llenas mi boca de alabanza!".
(Elena Sanfilippo Ceraso
28/09/2013)
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