domingo, 22 de febrero de 2015

¿Fue el Apóstol Pedro un papa?


Introducción:

La iglesia católica Romana enseña una doctrina que señala que el apóstol Pedro fue el primer papa, jefe terrenal de la iglesia. Otros afirman que el papado es el fundamento de la iglesia. Considere esta cita:
El Papa … es el obispo de Roma y el Vicario (representante) de Cristo en la tierra. Él es la cabeza visible de toda la Iglesia Católica … ¿Quién fue el primer Papa? San Pedro, que fue hecho Papa por el mismo Jesucristo… “(Catecismo para Adultos, por William Cogan, 1975 ed., pp. 55 , 56).
En este estudio queremos ver lo que dice la Biblia acerca de esta doctrina. 
Tenemos que “estudiar las Escrituras para ver si estas cosas son así” (Hechos 17:11). Nadie debe temer a examinar sus creencias de acuerdo a la Biblia.

La Biblia dice que Jesús es el Fundamento de la Iglesia(NO PEDRO).

Fuente Católica: “La primacía de San Pedro era … una parte esencial de la iglesia de Cristo, la roca sobre la que se construyó … La Casa de Dios estará siempre necesitada de su fundamento” (The Question Box, Bertrand Conway, 1929 Edición, pp . 153154).
El catolicismo dice que la iglesia esta fundada sobre Pedro.

Pero la Biblia dice:

La iglesia de Dios tiene un fundamento divino.

1 Corintios 03:11 – No puede haber otro fundamento que Jesús.
1 Pedro. 2: 3-8 – Pedro mismo enseñó que Jesús es la piedra angular sobre la cual se construyó la iglesia. [Hechos 4: 10-12].
El siguiente pasaje es utilizado a menudo por la Iglesia católica para tratar de probar que Pedro es el fundamento de la iglesia: 
MATEO 16: 13-18
13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. 15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

El versículo no está diciendo Pedro es la roca sobre la que se construyó la iglesia, sino que contrasta el nombre de Pedro (griego Petros, masculino – un pedazo de roca) a la roca sobre la cual la iglesia se construyó (griego PETRA, femenino – un repisa de roca sólida).
Una vez que Pedro hizo esa solemne afirmación de que Jesús es el Hijo de Dios y el Mesías, Jesús le dijo que SOBRE ESA ROCA (petra) EDIFICARÍA SU IGLESIA. La palabra que aquí aparece en el texto griego es PETRA, cuyo significado es roca grande, haciendo así una clara diferencia entre Pedro (Petros, piedra pequeña), y la roca, como masa de piedra grande (Petra). La Iglesia del Mesías no está por tanto edificada sobre Pedro (Petros), sino sobre la Petra o Roca grande, y esa roca grande es sencillamente el Mesías Jesús, el único fundamento de la iglesia de Dios, como leemos claramente en 1 Corintios 3:11, donde Pablo dijo que nadie puede poner otro FUNDAMENTO que el que está puesto, el cual es el Mesías Jesús . Por lo tanto, ¡¡el fundamento de la Iglesia no es el apóstol Pedro, sino el propio Mesías Jesús !!. En este importante pasaje de 1 Corintios 3:11 Pablo se estaba refiriendo bien claro al fundamento DE LA IGLESIA, el EDIFICIO de Dios, y ese fundamento no es Pedro, sino EL MESÍAS, veamos el contexto de esas palabras de Pablo:
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, EDIFICIO DE DIOS. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro EDIFICA encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesús , el Mesías. Y si sobre este fundamento alguno EDIFICARE oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. ¿No sabéis que SOIS TEMPLO DE DIOS, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere EL TEMPLO DE DIOS, Dios le destruirá a él; porque el TEMPLO DE DIOS, el cual sois vosotros, santo es.” (1Co.3:9-15).

La vida de Pedro y de los papas dan un mal ejemplo para que sean el fundamento de la iglesia de Jesús.


Considere algunos grandes pecados en la vida de Pedro.
* Inmediatamente después de hablar de la fundación de la iglesia, Cristo reprendió a Pedro diciendo: “Apártate de mí, Satanás, tú eres un escándalo para mí, porque tú no piensas en las cosas de Dios, sino la de los hombres” (Mateo 16:21-23).
* Pedro negó a Jesús 3 veces, incluso con maldiciones y juramentos (Mateo 26: 69-75).
* Jesús reprendió la falta de fe de Pedro (Mateo 14: 22-31).
* Pedro era hipócrita y desobedeció el evangelio (Gálatas 2: 11ss).


Consideremos ahora los pecados en la vida de los papas católicos. Información sacada de la Enciclopedia Católica.

Benedicto IX (904-911)

Era sobrino de los dos papas anteriores, Clemente VI. Se le califica de “desgracia para la Silla de Pedro”. Consiguió ser elegido papa gracias a los sobornos que prodigó en la Curia su padre, el conde Alberico II, un hombre de influyente posición en Roma. Benedicto IX fue coronado papa a edad jovencísima, veinte años, aunque se ha especulado con la posibilidad que fuera a los dieciocho o incluso antes. 
De vida licenciosa, terminó siendo expulsado del cargo en 1044 por una de las facciones existentes en Roma, que eligió a otro papa, Silvestre III. Benedicto regresó a Roma y consiguió expulsar a Silvestre, para vender el solio pontificio a Juan de Graciano, que después fue elegido papa con el nombre de Gregorio VI. (Ver la vida completa en la Enciclopedia Católica)

Inocencio VIII (1484-1492)

Antes de acceder al Papado ya había tenido dos hijos ilegítimos. Pese a todo, se ordenó y comenzó a trabajar para el cardenal Calandrini. Emitió una bula contra la brujería que originó muchos abusos. Financió las arcas de la santa sede creando nuevos oficios y subastándolos al mejor postor. Y sin embargo, condenó a muerte a dos oficiales cuando descubrió que falsificaban y vendían bulas papales. (Ver biografía completa)

Juan XII (955-964)

Al igual que Benedicto IX, fue elegido papa muy joven, con tan solo 18 años, y gracias a intrigas palaciegas. La enciclopedia católica lo describe como “un hombre inmoral, ordinario”. Hasta tal punto que el Palacio Lateranense, entonces residencia de los pontífices, era calificado de “burdel”. Generó tal estado de corrupción moral en Roma que se convirtió en uno de los mandatarios más odiados en la historia de la ciudad Santa. “Guerra y persecución agradaban más a este papa que el gobierno eclesiástico”, afirma la enciclopedia católica. (Ver biografía completa)

Esteban VI (896-897)

Este papa pasó a la historia por haber perpetrado una excentricidad sin parangón. A instancias del emperador Lamberto, hizo exhumar el cuerpo de su predecesor, el papa Formoso, para someterlo a un juicio. Sentó al cadáver en el banquillo de los acusados y nombró a un diácono para respondiera por él. El clero romano fue obligado a asistir a aquella farsa. Naturalmente, el veredicto resultó condenatorio, razón por la que se desposeyó al cadáver de las vestiduras sagradas con las que había sido enterrado y se le arrojó al tíber. El final de este Esteban tampoco fue pacífico: murió estrangulado. (Ver biografía completa)

Esteban VI desenterró el cadáver de su predecesor, el papa Formoso, para juzgarlo, condenarlo, despojarlo de sus vestiduras pontificias y echarlo al Tíber -Foto: lainformacion.com 


Julio II (1503-1513)

Durante largo tiempo maniobró sin éxito para conseguir el solio pontificio. Finalmente, logró su objetivo tras haber sobornado a los cardenales. De hecho, el cónclave en el que resultó elegido fue el más corto de la Historia. Apenas duró unas horas. ¿Entusiasmo colectivo por el nuevo papa? Más bien conveniencia: los cardenales habían firmado un documento en el cual se acordaban ciertos criterios de gobierno para fortalecer el poder de los cardenales. Según la enciclopedia católica, el principal objetivo de Julio II, un hombre “tallado para soldado” consistió en “el firme establecimiento y extensión del poder temporal”.
Se le recuerda especialmente por haber encargado a Miguel Ángel los frescos de la Capilla Sixtina, y por el restablecimiento de los Estados Pontificios. (Ver biografía completa)

Julio III (1549-1555)

Pasó a la historia como uno de los más aficionados al nepotismo, esto es, la concesión de cargos y beneficios eclesiásticos a miembros de su familia. Se le recuerda además, por haber nombrado cardenal a un joven de 17 años al que había recogido de las calles de Parma años atrás. Se rumoreó que tenía con él una relación homosexual y que sobre él circuló un poema titulado “De laude sodomiae” (Elogio de la sodomía), escrito probablemente por algún descontento con su gobierno. (Ver biografía completa)

¿Quién puede creer que la iglesia de Cristo se funda en una lugar ocupado por hombres como estos? 


La Biblia dice que Jesús es el Príncipe de los pastores.

Fuente Católica: “El Concilio Vaticano II define como un artículo de fe que … Cristo confirió a Pedro como el Jefe Pastor [pastor] y Soberano de todo el rebaño” (Question Box,p. 147).

La Biblia dice en repetidas ocasiones que Jesús es el Príncipe de los pastores.


Juan 10: 11,14 – Jesús es el Buen Pastor. No debemos seguir extraños (v1,5,8-13; cf. Ez 34:23;. 37:24; Sal. 23).
Pedro mismo habló del Príncipe de los Pastores en 1 Pedro 5: 4 “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” 
Hebreos 13:20 – Jesús es el Gran Pastor.
La Biblia Católica dice que Jesús es el Jefe o Gran Pastor, pero el consejo católico a declarado, como un artículo de fe, que esta posición pertenece “Solo a PEDRO”!

En Juan 21: 15-17, Jesús le dijo a Pedro que alimente a sus ovejas.

Algunos dicen que esto demuestra que Pedro fue el Príncipe de los pastores (Question Box, pp 147 148;.. Catecismo, p 56).
Pero a todos los apóstoles (NO solo a Pedro) se les dijo que alimentaran las ovejas en el sentido de enseñarles (Mateo 28: 18-20; Marcos 16: 15,16.) Y cuidaran de ellos (2 Corintios 11:28), (1 Pedro 5:. 1-3; Hechos 20:28). ¿Son todas estas otras personas papas también?

El error básico de la doctrina de la autoridad papal es que exalta al hombre en lugar de Dios. Dios dijo que Su Divino HIJO es la Cabeza, Fundamento, y Pastor principal de la iglesia. Exaltar a un hombre a estas posiciones es una blasfemia.

(Por Johanna Bates, Tiempos Proféticos)


viernes, 20 de febrero de 2015

Denzel Washington: un cristiano suelto en Hollywood

El éxito no ha mareado a este cristiano que procura hacer de su fama, una herramienta para testimoniar su fe.


Denzel Washington es uno de los actores más exitosos y respetados de Hollywood. Además, el ganador por dos veces del Premio de la Academia (por Tiempos de Gloria en 1989 y por Día de entrenamiento en 2001) es también uno de los cristianos evangélicos más renombrados de Hollywood. 

Hijo de un predicador pentecostal de Mount Vernon, New York, es desde hace 30 años miembro activo de la «West Angeles Church of God in Christ» (Iglesia de Dios en Cristo, Los Angeles), lee la Biblia cada mañana y siempre elige papeles con los cuales pueda dar un mensaje positivo o una reflexión de su profunda fe personal.  

Para Washington, «vivir según la Biblia» está determinado principalmente por el amor y el sacrificio. El mensaje es: «Haz más por los otros de lo que harías por ti». Una idea que ha circulado alrededor de Washington desde niño. 

«Oramos por todo, cada día», dijo Washington a los miembros religiosos de los medios de comunicación en Los Angeles, «y siempre acabamos diciendo Amen, Dios es amor. Yo creía que ´Dios es amor´ era sólo una frase. Me llevó mucho tiempo aprender lo que significa. No importa el libro que leas o lo que creas, si no tienes amor, si no amas a tus semejantes, no tienes nada»

Aunque Washington no es partidario de la palabra «religión» y se abstiene de pronunciar frases como«yo estoy en lo cierto, tú estás equivocado», no se avergüenza de hablar sin rodeos de sus creencias cristianas. «Creo que Jesús es el Hijo de Dios» dice. 

Estando un día en su casa leyendo la Biblia encontró un pasaje acerca de la sabiduría y el entendimiento en Proverbios 4, que le hizo reflexionar sobre su vida. «Estoy en esta casa tan grande con todas estas cosas», se dijo. «He oído este dicho: 'Nunca verás un botín detrás de un coche fúnebre'. No puedes llevarte nada. Los egipcios lo intentaron y les robaron. Me dije: ¿Qué es lo que quieres Denzel? Una de las palabras del devocional de aquel día era «sabiduría». Así que empecé a orar: Señor, dame más dosis de esto, yo no puedo tener más éxito, pero puedo ser mejor, puedo aprender a amar mejor; puedo aprender a ser más comprensivo, puedo conseguir más sabiduría»

Washington cree en la llamada profética y procura trabajar lo mejor que puede con el don que cree que Dios le ha dado. En su caso, talento y fama en todo el mundo. 

Recuerda una anécdota de cuando tenía 20 años que demuestra lo íntimamente que relaciona su fe con su carrera. Era el 27 de marzo de 1975, y Washington, que acababa de ser expulsado de la escuela, estaba sentado en el salón de belleza de su madre. Una señora mayor estaba debajo del secador mirando atentamente a Washington y le pidió una hoja de papel en la que, con mano temblorosa, escribió la palabra «profecía». La señora se llamaba Ruth Green, uno de los más antiguos miembros de la iglesia de la ciudad, que era conocida por tener el don de profecía. Aquel día le dijo a Washington: «Muchacho, tu viajarás por todo el mundo y hablarás a millones de personas»

Aquel verano, Washington era consejero en el campamento YMCA en Connecticut. Los consejeros representaban parodias para los chicos y alguien le sugirió que tenía talento natural y que debería dedicarse a actuar. En el otoño del mismo año, Washington regresó a la escuela en el campus Lincoln Center de la Universidad de Fordham, donde empezó su formación como actor. 

«Años más tarde» recuerda, «le pregunté a mi pastor si creía que yo estaba llamado a ser predicador y me contestó: Bien, ¿No estás hablando a millones de personas? ¿No has viajado por todo el mundo?».

Washington reconoce que está situado en una posición única y se siente obligado a dar lo mejor de sí, «predicando» mensajes positivos siempre que puede, a través de sus actuaciones. «He procurado adaptar mis papeles» dice, «incluso los peores como el de ´Training Day´. La primera cosa que escribí en mi guión (para Training Day) fue ´el salario del pecado es la muerte´»

SU VIDA REAL 

Aunque ha interpretado a personajes ásperos y violentos en películas como Training Day y American Gangster, en la vida real Washington es un padre de familia amable y tranquilo. Está casado con su esposa Paulette desde hace 26 años y tienen cuatro hijos: John David, Katia y los gemelos Malcolm y Olivia. Washington está lejos de ser el estereotipo de Hollywood. 

Además de la implicación en su iglesia local (donó 2,5 millones de dólares en 1995 para construir las nuevas instalaciones en el West Angeles COGIC), Washington, quien siempre firma los autógrafos con «Dios le bendiga», es seguidor de los Clubes de Chicos y Chicas de América (en los cuales él también fue un «chico» activo), entre otras fundaciones benéficas. 

«UN DON DE DIOS» 

Washington sabe que ha recibido muchas bendiciones y está dispuesto a minimizar su fama y su éxito y considerarlo como un don de Dios. «Yo no soy importante», dijo en 2007 en una entrevista concedida al Reader’s Digest. «Me han sido dadas ciertas aptitudes y yo lo veo de esta manera: ¿Qué vas a hacer con lo que tienes? ¿A quién vas a ayudar?». Él es una estrella de Hollywood que, aunque no es perfecto, presenta el raro ejemplo de un cristiano que se halla en un lugar de elogios y éxitos excesivos, pero que no ha perdido la cabeza sino que sigue basando su vida en la Biblia y en la dependencia de Dios. 

Después de 30 años como actor, Denzel Washington ha peleado la buena batalla y ha hecho lo que pocos podrían hacer en su misma situación: ha guardado la fe

Fuente ACPress.net

Manuel Matamoros, «Campeón y Mártir de la Libertad Religiosa en España»


MANUEL MATAMOROS ( Lepe, Huelva, 1834+1866, Lausanne, Suiza )
Cuando nuestro personaje saltó a la fama, estaba en vigor el «Concordato celebrado entre su Santidad el Sumo Pontífice Pío IX y S.M. Católica Doña Isabel II, Reina de España», con un artículo primero que, en su texto íntegro, decía: «La Religión Católica, Apostólica, Romana, que, con exclusión de cualquier otro culto, continúa siendo la única de la Nación Española, se conservará siempre en los dominios de S. M. Católica, con todos los derechos y prerrogativas de que debe gozar según la ley de Dios y lo dispuesto por los sagrados Cánones.» También lo estaba el artículo 11 de la Constitución de 1845, que decía: «La Nación se Obliga a mantener el culto y a los ministros de la Religión Católica.»
Dicho lo anterior, a nadie le sorprenderá leer lo que escribía Manuel Matamoros, desde la Cárcel de la Audiencia de Granada, el l de enero de 1863, segundo aniversario de su estancia allí: «Remontaré en esta pobre carta mis antecedentes al principio de la persecución. Ya sabéis, probablemente, a qué debió ésta su origen. Pues bien, a consecuencia de ello se abrieron causas contra los cristianos en Barcelona, Málaga, Granada, Sevilla, Jaén y Córdoba. De estas 6 capitales, 5 vieron encerrarse en sus calabozos a humildes e inofensivos discípulos de Jesús por el delito de tener fe en El y de aspirar a seguir su camino, y sólo en Córdoba no lograron los tribunales reducir a prisión a cristiano alguno”
Familia y Juventud
En Lepe (Huelva), en el seno de una rica familia católica, romana, nació Manuel Matamoros García el 8 de octubre de 1834. A los dos años perdió a su padre. «Perdí -escribió luego-, en lo más tierno de mi juventud, a mi querido padre, que bajó al sepulcro cediéndome un nombre sin mancha, y perdí aquel apoyo tan necesario, sin duda, cuando más lo necesitaba por mi tierna edad. Quedome una madre celosa y dotada de virtudes, que guió mis pasos tal cual sus virtudes le guiaban a ella.»
La emocionada referencia a su madre no es una frase de circunstancias. He leído cientos de cartas autógrafas de Matamoros y en ellas, repetidas veces, se encuentran expresivos testimonios de su fidelidad y cariño. Y cuando así se refiere a su madre, ya había vuelto a contraer matrimonio. Su nuevo esposo, D. Rafael Blanco, era un joven viudo, que aportó su humilde taller de carpintería, en la antigua calle Jinetes, y cuatro o cinco hijos.
Conversión al Protestantismo
Nuestro joven invertía el tiempo libre, entre otras cosas, claro está, en escribir poesías y «composiciones literarias, que ganaron el aplauso en el Teatro». También asistía a una sociedad secreta establecida con fines políticos y revolucionarios: Los Carbonarios. En estas reuniones conoció a D. Juan Vivas Jiménez, quien le habló del protestantismo que, clandestinamente también, se estaba organizando y propagando por Málaga.
Tiene 23 años. De la lectura del Nuevo Testamento, entregado por. Ruet, pasa a la del folleto «Andrés Dunro>, que había traducido del inglés un misionero metodista unos veinte años antes para su apostolado en Cádiz, donde él, Revdo. Guillermo Harris Rule, había fundado una escuela y la primera iglesia evangélica de la época moderna.
Propagación de la Biblia en Málaga, Sevilla, Granada, Jaén y Barcelona
Tras permanecer cinco meses en Gibraltar, regresó a Málaga. Allí, ya existía una pequeña comunidad evangélica que usaba «una sala para lugar de reunión, y que hizo un sello, por medio del cual se presentaba como la IGLESIA REFORMADA DE MALAGA». Poco después llegó el momento de su alistamiento. Y trasladado a, Sevilla, se enroló en el 7º Regimiento de África. Debido a su paso por la Academia Militar de Toledo, fue nombrado secretario del Teniente Coronel. Mientras cumple sus deberes militares, se relaciona con la comunidad protestante de la ciudad y propaga su nueva fe entre sus compañeros.
También propagó la Biblia en Jaén y en Granada. De su apostolado en esta última ciudad, escribió, en 1871, su gran amigo y primer biógrafo el inglés Gui1lermo Green (uno de los ingenieros que dirigieron los primeros trazados ferroviarios en España), lo siguiente: «Allí reunió un gremio respetable e influyente de cristianos activos.» La comunidad protestante hacía poco que había sido fundada por D. José Alhama, granadino.
El 12 de diciembre de 1859, al servicio de un Comité para la Evangelización de España, fundado tres años antes en París, Matamoros llega a Barcelona. Los creyentes evangélicos estaban muy dispersos desde que fuera desterrado Ruet, pero se organizan y crecen.
Treinta y dos meses preso «por causa de la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo»
Con las palabras entrecomilladas que preceden, el Evangelista San Juan responde, en el Apocalipsis (cap. 1 verso, 9), a los que desean conocer las razones de su tribulación en Patmos. ¡No encontramos otra explicación para los tres años que pasó Matamoros en la cárcel de la Audiencia de Granada!
Mientras sus enemigos le hacen sufrir, él se goza con la correspondencia de sus amigos (Francisco de Paula Ruet, Luis Usoz Río, Guillermo Green y tantos otros), las visitas de ilustres correligionarios extranjeros (Sir Robert Peel, Mr. Rew, delegados de la Alianza Evangélica, etc.), los donativos que llegan para aliviar la penosa condición de los presos y sus familias, y, sobre todo, la presencia y asistencia de Dios.
Organiza el envío de varios niños al extranjero para que se preparen humana y bíblicamente para ser los futuros dirigentes de las iglesias evangélicas españolas, reanuda sus estudios del francés y reúne libros. Esto último gracias a Usoz, que le envía varios ejemplares de su colección de Reformistas Antiguos Españoles. El título que más le emociona es la «Epístola Consolatoria» que había escrito el cordobés Juan Pérez de Pineda, en 1560, para los protestantes presos por la Inquisición en Sevilla.
Destierro y muerte
Matamoros ya no volverá a la tierra que le vio nacer. Después de visitar Inglaterra y Holanda, vivirá en Francia y Suiza. Allí trabaja en favor de la propagación de la Biblia en Andalucía, para lo que dirige la edición clandestina del Nuevo Testamento, en Málaga, según la traducción de Casiodoro de Reina, revisada por Cipriano de Valera) y la financiación de la Sociedad Bíblica Escocesa. Se imprimieron 3.000 ejemplares. También estudió teología. Y, sobre todo, ayuda a los jóvenes españoles que se preparan para la evangelización de su amada amada España.
Su salud es cada vez más precaria. Su largo encarcelamiento le llevará al sepulcro el 31 de julio de 1866, en Lausanne, antes de que llegue el tan deseado día de la Libertad Religiosa en su país, por lo que él fue «un campeón y mártir».
El triunfo de «La Gloriosa», sólo dos años más tarde, trajo la libertad de cultos, que pronto quedaría consagrada por el artículo 21 de la Constitución de 1869. Con lo que, varios de los que mandó al extranjero regresaron y sirvieron aquí hasta que Dios les llamó, como son los casos de Antonio Martínez de Castilla, en Cataluña, y su propio hermanastro Rafael Blanco, en Andalucía.
Fuente: escrito por Gabino Fernández Campos
             www.actualidadevangelica.es

lunes, 16 de febrero de 2015

INVITACIÓN

¿Quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y si embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.” Lucas 22: 27

ORDENACIÓN DIACONAL

Pablo Claudio Salvato

Con profunda alegría los invito a la Eucaristía en la que, por imposición de las manos de nuestro Obispo Su Excia. Revma. Dom Gustavo Adrián Gabucci MRM, seré ordenado diácono para el servicio del Pueblo de Dios.

Sábado 21 de marzo de 2015, 19:00 hs.
Sede Central de la Congregación Instituto “María Rosa Mística”
Misión Argentina de la Iglesia Católica Apostólica Brasileña (ICAB)
Agrelo 3493, Ciudad Autónoma de Buenos Aires

martes, 10 de febrero de 2015

Perón y la libertad de cultos

Perón y el Cardenal Copello

En 1956 Perón publica el libro La Fuerza es el Derecho de las Bestias, en Perú. En el Capítulo II, titulado “La Libertad de Cultos”, se lee:

En la Argentina, por disposición constitucional, si bien el Presidente debe ser católico, tiene la obligación de hacer respetar la libertad de cultos. Esta simple y justa prescripción tiende a asegurar una libertad esencial que nadie se atreve ya a discutir en el mundo, por lo menos en público.

Sin embargo, puedo afirmar, con la experiencia dura de los hechos, que es menester poseer un gran carácter y una fuerte energía para imponerse a los sectarios y poder cumplir el juramento empeñado a la Constitución y a la Patria.

Son muchos los que en nombre de la religión vienen a inducirle a uno a la persecución. Un día es a los judíos, otro a los protestantes y luego a los masones, como si un presidente, por ser católico, debiera pasar a ser instrumento de persecución en reemplazo de la ineptitud o incapacidad moral de los pastores encargados del culto.

La primera cuestión que se me trajo fue la invasión protestante a Formosa, donde algunos pastores inculcaban su culto. Yo contesté que en la República Argentina había libertad de culto y que mi deber era ampararla y que así como no me parecía bien que los sacerdotes se metieran en política, tampoco creía prudente que los políticos nos metiéramos en los cultos. Luego se nos insinuó la inconveniencia de que se hicieran espectáculos en las plazas y las calles con motivo que algunos cantaban y tocaban el acordeón. Yo dije que mientras otras religiones hicieran procesiones en la calle, yo no podía impedir que ellos lo hicieran a su manera.

Al hacerme cargo del Gobierno tuve un serio problema con la persecución de los judíos. Se había dado el caso, en Paraná (Entre Ríos), que desnudaron en la calle a un israelita y lo corrieron a golpes dando un espectáculo bochornoso. No había día que alguna sinagoga no fuera dañada con bombas de alquitrán o que en las calles apareciese algún letrero ofensivo. Siempre he creído que estos son signos de barbarie. La culpa recayó invariablemente en los nacionalistas. Un día llamé a los dirigentes de esta agrupación y les hablé francamente. Ellos me manifestaron que era totalmente falso que su movimiento cometiera esos desmanes y tomaron contacto con las organizaciones judías. Se estableció después, que las inscripciones eran de los nacionalistas de la Acción Católica.

Con referencia a la masonería se me planteó también un problema similar. Se me aseguró que en nuestro movimiento había masones infiltrados. Yo respondí que no sabía, ni que me interesaba, porque mientras fueran buenos peronistas no me importaba si pertenecían a una u otra sociedad. Recuerdo entonces que uno me dijo:

“– Pero, señor presidente, ¿qué piensa usted de un masón?

“– Lo mismo que de un socio de Boca Juniors -le contesté, y terminó la entrevista.


Durante mi gobierno recibí indistintamente a los jefes de la iglesia católica apostólica romana, como a los rabinos judíos, al representante del Patriarca de Jerusalén y jefe de la iglesia ortodoxa de Oriente, a los ortodoxos griegos, a los protestantes, a los mormones, a los adventistas, a los evangelistas, etcétera, porque creí de mi deber no hacer diferencias entre los pastores de los diversos sectores del pueblo argentino. Jamás tuve inconveniente con ninguno de ellos, excepto con los católicos romanos, que no perdieron nunca la ocasión de pedir, imponer, cuestionar las leyes, realizar negocios, armar escándalos...”

Testimonio Personal





Cuando apenas tenía doce años de edad, fui admitido en un Seminario o Escuela Apostólica, a fin de iniciar el camino de preparación para llegar un día a ser un sacerdote de la Iglesia Católica Romana. Los formadores nos decían que aquellos que abrazaban la vida religiosa, esto es, quienes realizaban los tres votos simples de castidad, pobreza y obediencia, eran más perfectos que aquellos que contraían matrimonio; mostraban hacia Dios un amor mucho mayor y, por ende, Dios los amaba también más. Un "santo" era aquel que, por medio de sus obras meritorias, no sólo salvaba su alma sino que ayudaba a la salvación de los demás hombres. Todos los días realizábamos exámenes de conciencia, llevando cuenta de los pecados, para que luego fueran perdonados en el sacramento de la confesión. Porque esta salvación, tan difícilmente ganada, se podía perder en cualquier momento al cometer un sólo pecado mortal, como el de faltar a misa un día domingo. Cuando comencé a leer las Sagradas Escrituras, también comencé a darme cuenta que, la exigencia de "amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas", es para todo aquel que se considere cristiano. Por otra parte comprendí que, aquello que distingue al cristianismo verdadero de las religiones del mundo, es el hecho de centrar toda la atención en lo que Dios ha efectuado para rescatar al ser humano de su estado caído, más que en lo que este último debe hacer para allegarse a Dios. A medida que estudiaba las Sagradas Escrituras, de manera especial las cartas paulinas, se me iba revelando cada vez más, y con absoluta claridad, su mensaje; sentí que esa era el agua de vida que mi alma estaba buscando anhelosamente desde hacía muchos años: El Hijo Unigénito de Dios se hizo hombre y cargó con todos los pecados de la humanidad pasados, presentes y futuros y pagó por ellos derramando su sangre preciosa en la cruz del Calvario. Cada persona, individualmente, debe apropiarse por medio de la fe de esa salvación que Dios ofrece gratuitamente en Cristo Jesús. Es así que, el Evangelio, centra nuestra atención en la obra de amor de Dios y no en las obras humanas. De esta manera, cuando tenía treinta años de edad, dejé para siempre la iglesia romana y me acerqué a las llamadas "iglesias evangélicas", para observar con tristeza que, en la mayor parte de ellas, la atención no está centrada en el Evangelio, sino en "poder y milagros" y cómo alcanzar la prosperidad económica a través de los diezmos y las ofrendas. De acuerdo con mi esposa, dejamos de congregarnos a la espera de que el Señor mostrase su voluntad. En tanto, continuamos orando y estudiando la Biblia en nuestro hogar, como así también visitando a otros creyentes que tampoco asistían ya a sus iglesias de origen por una problemática similar a la nuestra. Es imposible que el agua de vida del Evangelio original no se derrame y extinga la sed, no sólo del que la bebe, sino también de otras almas en torno suyo. En la actualidad, el grupo de creyentes que nos congregamos, es pequeño, y nos enfrentamos con numerosos inconvenientes, propios de estos "tiempos difíciles" (2ª Timoteo 3) cercanos al retorno de Nuestro Salvador, pero nos sostiene su promesa:"No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino" (Lc. 12:32).  


(Pablo Claudio Salvato
lunes 07/01/2008)    

lunes, 2 de febrero de 2015

Frederick Denison Maurice, sacerdote y teólogo, el santo patrono del socialismo cristiano


En las áreas de mayor necesidad, o sea las aglomeraciones de población en las nuevas ciudades, heladas y tristes, la llamada clase obrera se había enajenado de la Iglesia nacional (anglicana) por más de una generación de abandono. Si estas gentes eran cristianas, probablemente se adherían a las comunidades metodistas, las grandes iglesias proletarias del siglo (XIX). En una asombrosa carta al Obispo Wilberforce, escrita el 5 de julio de 1843, el Dr. Hook de Leeds deplora el odio que los hombres de esta clase sienten por la Iglesia:" Consideran que la Iglesia pertenece al partido de sus opresores; de aquí que la odien y consideren al hombre de la clase obrera que es miembro de la Iglesia como un traidor a su partido: está fuera de la ley en la sociedad en que se mueve. Los pobres y necesitados pueden ir a la Iglesia sobre el principio de vivir a costa del enemigo; pero ¡ay del joven sano y fuerte que se proclama miembro de la Iglesia!" La Iglesia se enfrentó con la tarea de entrar en este mundo alejado y volverlo a ganar para sí.
Este problema constituye el punto de transición al pensamiento de un hombre que, aunque detestaba y criticaba todos los partidos y sistemas, e igualmente a aquellos a quienes gustara formar un partido "sin partido" para terminar con todos los partidos, estaba en la verdadera línea del liberalismo anglicano, cuando ese término se comprende en su verdadero sentido de la demanda de que la Iglesia sea en todos los aspectos una Iglesia viva: Frederick Denison Maurice (1805-1872). El pensamiento de Maurice es tan amplio y de tan largo alcance que resulta difícil sistematizarlo, encasillarlo en ninguna escuela o tradición. Durante su vida fue diversamente interpretado y, muchas veces, malinterpretado. Un creciente consenso de opinión en las iglesias anglicanas lo considera como el mayor teólogo anglicano del siglo XIX.
Maurice había sido educado como unitario y, en sus años mozos, ya había tenido conexión con casi todas las entidades religiosas de Inglaterra. Su adhesión a la Iglesia nacional (anglicana) no fue, por consiguiente, cuestión de herencia, sino de convicción sobria, seria e inteligente. Creía que la nación como tal es una ordenación de Dios y que el Estado como tal es un siervo de Dios; tenía ideas claras en cuanto a la función que una iglesia debe ejercer dentro de la vida del Estado y la nación: "Una Iglesia nacional debe significar una iglesia existente para purificar y elevar la mente de una nación; para dar a aquellos que hacen y administran y obedecen sus leyes un sentido de la grandeza de la ley y de la fuente donde procede, para decir a los gobernantes de la nación; y a todos los miembros de la misma, que todos los caminos falsos son caminos ruinosos, que la verdad es la única estabilidad de nuestro tiempo o de cualquier tiempo. . .Éste debía ser el significado de una iglesia nacional, una nación quiere una iglesia para este objeto primordialmente; la Igesia está abusando de su confianza si se propone un objeto distinto o más bajo." (Lincoln's inn sermons, II, págs. 93 y ss.).
Uno de los puntos en que Maurice se sintió impelido a proclamar a la nación su deber fue sobre la crisis de la Revolución Industrial. Los evangélicos se habían dedicado a mitigar los males causados por el sistema. Maurice calaba más hondo y veía que un sistema que causaba tanta miseria debía ser malo en sí. La economía política de Adam Smith, el laissez faire de la escuela de Mánchester, la filosofía de los utilitaristas, se combinaban para acallar las conciencias de los hombres con la creencia de que la operación incontrolada de las leyes económicas acarrearía al final la mayor felicidad posible a todos los hombres y que de los sufrimientos de los pobres eran los pobres mismos los principales responsables. Contra tales convicciones y contra el espantoso derroche humano que resultaba de ellas, Maurice se sentía impulsado a protestar en el nombre de la humanidad y de Cristo. Si los economistas declaraban que la competencia libre era la ley sagrada de la industria, la Iglesia debía alzarse y declarar que la cooperación es un principio más sano y duradero.
El socialismo cristiano, dentro del cual estuvo asociado Maurice a partir de 1848, con Charles Kingsley (escritor británico - Holne, Devon, 1819 / Eversley, 1875 - , uno de los promotores del movimiento socialista cristiano) y otros amigos, era poco práctico en muchos de sus hechos y limitado en su influencia inmediata. Tuvo una importancia enorme en cambio, en su influjo creador a lo largo de todo el futuro de la Iglesia. Reveló a los hombres un nuevo mundo de responsabilidad cristiana. Alguno de sus dirigentes, como el Obispo Westcott y F. J. A. Hort, cayeron bajo la influencia de Maurice. Ellos, a su vez, influyeron en Charles Gore y Henry Scott Holland. Y puede rastrearse el poder del pensamiento de Maurice en la Conferencia sobre Política, Economía y Ciudadanía celebrada en Birmingham (1924), en el Compañerismo Cristiano Industrial, en la Conferencia Cristiana Universal sobre Vida y Acción; Estocolmo 1925; y donde quiera que los hombres protesten contra la idea de que hay áreas en la vida del hombre, políticas, sociales o económicas, que pueden existir autónomamente sin someterse a la ley de Cristo.

(Fuente: El Anglicanismo - Stephen Neill - págs. 234 y ss.)