lunes, 26 de enero de 2015

Absalom Jones: El primer esclavo negro sacerdote


Absalom Jones nació como esclavo en 1746, en Delaware. Aprendió a leer por sí mismo con libros como el Nuevo Testamento. A los veinte años se casó con una esclava como él y lograron la libertad comprándola con sus ahorros.

En l787, cristianos negros organizaron la Sociedad de africanos libres, la primera organización afro-americana, y Absalom y Richard Allen fueron nombrados supervisores de la misma. En l792, la sociedad empezó a edificar un templo que fue consagrado el 17 de julio de l794. Solicitaron entrar en la diócesis episcopal de Pennsylvania con las siguientes condiciones: 1, que fueran recibidos como un cuerpo organizado; 2, que tuvieran control de sus asuntos locales; 3, que Absalom fuera licenciado como lector y, si tenía las suficientes credenciales, fuera ordenado como ministro. En octubre de l794 se recibió a la congregación con el nombre de la "Iglesia episcopal africana de santo Tomás". El obispo White ordenó a Jones de diácono en l795 y de sacerdote en l804.

Jones fue un fervoroso predicador. Denunció la esclavitud, y amonestó a los opresores instándoles a que "limpiaran sus manos de tener esclavos". Para él, Dios era el Padre que siempre actuaba "en favor de los oprimidos". Conocido como "el obispo negro de la Iglesia Episcopal", Jones fue un ejemplo de persistente fe en Dios y en la Iglesia como instrumento divino. 

Obispo J. C. Ryle


John Charles Ryle (10 Mayo 1816 – 10 Junio 1900) nació en Macclesfield (Inglaterra). Su padre era un bien situado banquero, cuyos planes para su hijo eran introducirle en la carrera diplomática. Realizó sus estudios en las universidades de Eton y Oxford, donde se destacó como deportista jugando al cricket. Su conversión tuvo lugar en 1838 mientras estaba en la iglesia oyendo la lectura del capítulo 2 de Efesios.
En 1842 fue ordenado al ministerio de la Iglesia Anglicana por el obispo Summer de Winchester. Sirvió en diversas ciudades hasta que a la edad de 64 años fue nombrado primer obispo de la industrial y populosa ciudad de Liverpool (1880), gracias a las recomendaciones del primer ministro británico Benjamín Disraeli.
Fue un escritor prolífico, tanto de libros como de folletos, de enorme popularidad. Para el año 1867 se calcula que se habían vendido unos quince millones de ejemplares de sus escritos. Era miembro de la “Iglesia Baja”, o ala evangélica del anglicanismo, ejerciendo en ella una dirección sana y sensible. En su diócesis desarrolló un ministerio de predicación vigoroso y directo, complementado con un fiel cuidado pastoral de su membresía.
Constituyó un fondo de pensiones para el sostenimiento de los pastores, edificó cuarenta nuevas iglesias, demostrando en todo ser un buen administrador. La fortaleza de su carácter se dejó notar cuando, al ser duramente criticado, declaró que su política era preocuparse primero del sueldo de los pastores antes que de gastar el dinero en la construcción de una catedral.
Moderado en sus relaciones eclesiásticas con los anglo-católicos y los modernistas, nunca comprometió su fe ni sus convicciones, antes al contrario, influyó en la vida de muchos jóvenes pastores con su ejemplo y sus escritos.
Amante de la Reforma del siglo XVI y sus altos principios cristianos, escribió sobre los mártires de la misma en Inglaterra, así como sobre los grandes líderes evangélicos del Avivamiento religioso del siglo XVIII, como Whitefield. 
Sus obras devocionales han sido de incalculable bendición a muchos de sus lectores, por su llamado activismo bíblico, en el sentido de que el verdadero cristiano no puede contentarse con una visión estática de la fe, sino que la vida espiritual, recibida por el nuevo nacimiento, debe ser una fuerza que impulse todas las facultades de la persona renacida. J.I. Packer dice que todo buen creyente encontrará en Ryle una fiesta, una mina de oro, un acicate, comida, bebida, medicina, todo en uno.

C. S. Lewis y W. Von Braun nos hablan de Dios

Roland Allen

 
Roland Allen (29/12/1868-09/06/1947) fué un misionero ingés. Nació en Bristol , hijo de un sacerdote anglicano, pero se quedó huérfano a temprana edad. Se entrenó para el ministerio en Oxford y se convirtió en sacerdote en 1893. Allen pasó dos períodos en el norte de China, trabajando para la "Sociedad para la Propagación del Evangelio" . El primero desde 1895 hasta 1900 que terminó debido a la Rebelión de los Boxers, en el que Allen se vio obligado a huir a la legación británica en Beijing. Fue capellán de la comunidad durante gran parte del estado de sitio. Después de un período de recuperación en Inglaterra al que se vió forzado por una enfermedad, regresó al norte de China en 1902. Estas "primeras experiencias lo llevaron a una reevaluación radical de su propia vocación y de la teología y métodos misioneros de las iglesias occidentales.
Allen se convirtió en uno de los primeros defensores del establecimiento de iglesias, que desde el principio se sostengan a sí mismas, se auto-propaguen, y autogobiernen, adaptadas a las condiciones locales y no sólo imitaciones de la cristiandad occidental. Estas opiniones fueron confirmadas por un viaje a la India en 1910 y por investigaciones posteriores en Canadá y el este de África. Es con este telón de fondo que Allen escribió su libro "Métodos Misioneros", que se publicó por primera vez en 1912. Se ha sugerido que su pensamiento fue influenciado en parte por los primeros escritos primitivistas de Anthony Norris Groves, y por el movimiento de los Hermanos Libres.
El enfoque de Allen de la estrategia misionera para las iglesias indígenas se basa en el estudio de los métodos misioneros del Apóstol Pablo. Está convencido de que en ellos se puede encontrar la solución a la mayoría de las dificultades actuales. Él creía que era el reconocimiento de la Iglesia como una entidad local y la confianza en la morada del Espíritu Santo dentro de los conversos y de las iglesias, lo que constituyó la marca del éxito de Pablo. Por el contrario, era la creencia de Allen, que la gente de su época no podían confiar sus conversos al Espíritu Santo, ni en Su obra a través de ellos.
Sus puntos de vista se hicieron más influyentes, y Allen llegó a desilusionarse de las iglesias establecidas. Él pasó los últimos años de su vida en Kenia . Cerca del final de su vida, escribió "El Rito de la Familia". En este ensayo Allen defiende que la familia debe volver a ser el centro de la Iglesia Cristiana y de su ministerio. Allen murió en Nairobi. Su funeral fué llevado a cabo por el obispo de Mombasa y su tumba se encuentra en el Parque de la Ciudad de Nairobi. Una sencilla cruz de piedra con la inscripción en el pedestal donde se lee: "Roland Allen, administrador en las órdenes sagradas, 1868-1947, YO SOY LA RESURRECCION Y LA VIDA DICE EL SEÑOR".
Allen es honrado con una fiesta en el calendario litúrgico de la Iglesia Episcopal (EE.UU.), el 8 de junio.

(Traducción de Pablo Claudio Salvato)

Para Reflexionar



"La Iglesia permanecía muda, cuando tenía que haber gritado... La Iglesia reconoce haber sido testigo del abuso de la violencia brutal, del sufrimiento físico y psíquico de un sinfín de inocentes, de la opresión, el odio y el homicidio, sin haber alzado su voz por ellos, sin haber encontrado los medios de acudir en su ayuda. Es culpable de las vidas de los hermanos más débiles e indefensos de Jesucristo." 


Dietrich Bonhoeffer, (4 de febrero de 1906 – 9 de abril de 1945 ) pastor evangélico mártir, ahorcado en el campo de concentración de Sachsenhausen.




"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".


Martin Niemöller, (14 de enero de 1892 – 6 de marzo de 1984) pastor evangélico, sobreviviente de los campos de concentración de Sachsenhausen y Dachau.

El Cementerio de los Disidentes

En las primeras décadas del siglo XIX Buenos Aires no era aún esa ciudad a la que años después algunos iban a llamar “la París de América del Sur”. Y todavía tenía rasgos de la gran aldea heredada de los tiempos de la Colonia.
Por entonces muchos extranjeros la habían elegido como su lugar en el mundo. Y también muchos, que no profesaban la religión católica, morían aquí. Aquello fue lo que obligó a crear un cementerio para gente de otras confesiones, ya que los católicos eran sepultados en las iglesias y sus alrededores, mientras que los demás se enterraban cerca de las barrancas del río.
El primer cementerio para disidentes (como se los denominaba) estuvo en la zona de Retiro, cerca de la Iglesia del Socorro. Pero en 1833, cuando su capacidad quedó colmada, se decidió crear otro en un área más alejada. La opción fue un terreno al que conocían como “el hueco de los olivos” y que había pertenecido a la familia De la Serna. Hoy, en aquel “alejado” lugar del barrio de Balvanera, está la plaza Primero de Mayo.
Rodeado por las actuales calles Hipólito Yrigoyen, Pasco y Alsina, (el sector que da sobre la calle Pichincha está ocupado por edificios) aquel sitio se convirtió en un cementerio que administraba una comisión integrada por ingleses, alemanes y estadounidenses. Y también allí, desde 1870, se enterró a los primeros judíos que vivieron en Buenos Aires. Aquel segundo cementerio de disidentes se clausuró en septiembre de 1891, aunque hubo inhumaciones hasta principios de noviembre de ese mismo año. Los últimos traslados de restos sepultados en los que hoy es la plaza se hicieron en 1923. Pero no todos se retiraron. Algunos, porque nunca fueron reclamados; otros, porque nunca fueron encontrados.
Uno de estos últimos casos es el de Elizabeth Chitty Curling de Brown, quien fue la esposa del almirante Guillermo Brown. Nacida en 1787 en Inglaterra, la mujer había llegado a Buenos Aires en marzo de 1822, acompañada por “cuatro hijos y dos criados”. El 29 de julio de 1809, en Londres, ella se había casado con quien sería uno de nuestros héroes históricos. Y como era de origen protestante y su marido católico, habían acordado previamente que las hijas mujeres que nacieran de esa unión profesarían la religión materna y los varones, la del padre.
Elizabeth murió en 1868 y fue sepultada en ese cementerio. Luego, sus huesos nunca pudieron ser hallados. Hoy, en la plaza, una placa de bronce recuerda “a la virtuosa compañera de nuestro máximo prócer naval, cuyos restos hoy perdidos reposan en este solar”.
Por una ordenanza de abril de 1925 el predio fue bautizado como “Plaza Primero de Mayo”, en homenaje al Día Internacional de los Trabajadores. Y como tal fue inaugurado el 14 de abril de 1928. El monumento “Al Trabajo” que hoy está allí es obra del escultor Ernesto Soto Avendaño (1886-1969), ganador del primer premio de escultura en 1921. Al pie de la obra (un hombre que lleva sobre su hombro una pesada maza) un pequeño grabado menciona el lugar donde se realizó: “Fundición Trivium-Pueyrredón 372 -Bs. As.” También en el mástil que está en el centro de la plaza (obra del escultor Israel Hoffman y de los ingenieros Bernardo y Germán Joselovich) hay otra curiosidad: en un grabado de sus laterales se ve la imagen de dos hombres junto a un arado. Uno viste tradicionales ropas gauchescas; el otro, las típicas de los inmigrantes llegados de Oriente Medio.
Pero esa plaza no fue la única cuyos terrenos fueron camposanto. En Villa Urquiza, en lo que hoy es la plaza Marcos Sastre (Monroe y Miller) estuvo el Cementerio de Belgrano. Funcionó allí entre 1875 y 1898. El lugar lleva ese nombre porque allí descansaron los restos de ese naturalista y escritor. Pero esa es otra historia.

por Eduardo Parise
Fuente: 
Diario Clarín 7/2/2011


Informacion Adicional: 


Cementerio de los Ingleses: 
por Enrique Espina Rawson

Este nombre alberga varias falacias; al menos dos.
Su nombre oficial fue Cementerio de los Disidentes, y allí eran enterrados no sólo los ingleses, sino también alemanes, judíos y cuantos, en definitiva, no compartían el dogma católico. En los primeros tiempos de Buenos Aires no había disidentes. Eran simplemente herejes, ocupación ciertamente peligrosa por esos años. Quienes no profesaban la religión oficial carecían de lugar de entierro, y se dice que se les daba sepultura en las barrancas de la orilla. No era el lugar más indicado, por cierto, ya que a la precariedad del terreno, se le sumaba la incertidumbre de las crecidas del Río de la Plata que arrastraban con todo lo que encontraban a su paso.
A partir de 1820, y sin duda presionado por el fuerte peso de la importante y poderosa colonia británica, el gobierno de Martín Rodríguez aprueba la creación de un cementerio para los susodichos “disidentes”. El estudiado término obvia, por rebuscado, el “por llamarlos de algún modo”.
Lo cierto es que ese cementerio existió sólo en los papeles, lugar evidentemente inadecuado para sepultar a nadie, disidente o no, y así fue que en 1833 la colonia no católica adquirió unos lotes en la zona (actualmente el barrio de Balvanera) conocida como “Hueco de los Olivos”, o Quinta de de la Serna.
En ese predio, hoy limitado por las calles Pasco, Hipólito Irigoyen, Pichincha y Alsina, se instaló entonces el Cementerio que se conoció popularmente como de los Ingleses, por la predominante mayoría de sus ocupantes. Casi podríamos haber agregado definitivos. Pero la verdad es que en esta vida, ni tampoco en esta muerte, como se verá, hay nada definitivo.
En 1869, ante el crecimiento del barrio se dispone el cierre y desalojo del cementerio. Esta disposición corrió, por muchos años, la suerte de tantas disposiciones, normas, decretos, leyes, ordenanzas y otras yerbas: No se cumplió, y tanto fue así que los entierros siguieron como lo más natural del mundo, que lo son, por otra parte.
Finalmente, en 1891, se resolvió efectivizar la clausura y la paralela habilitación del Cementerio de los Disidentes en un sector del Cementerio del Oeste, es decir, la Chacarita.
El traslado de los restos se fue cumpliendo con toda la demora del mundo. Los directamente afectados no tenían apuro, y los encargados del trabajo, tampoco.
La Municipalidad ofreció comprar el terreno, pero los disidentes, haciendo gala de su natural rebeldía, se negaron una y otra vez a cualquier transacción, quizás en venganza por las humillaciones y demoras sufridas a lo largo de tanto tiempo. Al fin se llegó a un acuerdo, y hasta 1923 se siguieron transportando restos a la nueva morada, para finalmente, en 1925, inaugurar la plaza 1º de Mayo.
¡Todo un símbolo! Quizás para dar muestra del progreso de los nuevos tiempos, exhibiendo el contraste entre el descanso eterno y la dinámica laboral, se eligió esta fecha, Día de los Trabajadores, y adornar la plaza con un modesto Monumento al Trabajo, obra del escultor Ernesto Soto Avendaño.
Pero no todos los ocupantes fueron desalojados. Unos cuantos no fueron reclamados, quizás por extinción de las familias a las que pertenecían, y otros simplemente, se perdieron. Sí, se perdieron, del verbo perder. Entre ellos la esposa del almirante Brown, nada menos.
En 1951 la colectividad judía donó un inexpresivo monumento-mástil, y hace poco tiempo la plaza 1º de Mayo fue remodelada. Hoy luce sus añosos árboles, sus fuentes y sus caminos para satisfacción de los vecinos de Balvanera.
Pero siempre será, para los viejos habitantes “el Cementerio de los Ingleses”. Así lo recordaba Raúl González Tuñón en su “Réquiem para el Cementerio de los Ingleses”:
Donde ahora hay una plaza había un cementerio
Recatado y silvestre, casi familiar, íntimo
Vecino de la clásica silueta proletaria
Del Mercado Spinetto, a cuyo gris tejado
En cada primavera vuelven las golondrinas
(¿Es posible?... Es el mismo Mercado de mi infancia)


Yo miraba con ojos de niño fascinado
Esas tumbas severas de contornos floridos
Y esas lánguidas cruces y las losas calladas,
Ya con borrados nombres.


Una serenidad, una paz convincente
Fluía del conjunto de tumbas sin desvelo
Que abandonaron seres a su vez ya finados.
Y más que un cementerio era un jardín profundo
Como un patio del tiempo
En un rincón tendido, decoroso, del barrio.


A mi amiga Emily Bronté, la inglesa insólita,
Le hubiera seducido ese lugar fantástico
Sin memoria de muertos.
Indagar quienes fueron en la vida esos nombres
Y dialogar allí con el Silencio



Fuente: www.fervorxbuenos aires.com



Juana Manso - Bs. As. 1819/1875 (por Silvia Magnavacca)


Juana Paula Manso ha sido para la Argentina un extraordinario ejemplo de cómo la educación es el arma más potente para la defensa de la libertad. Los años de su formación son esos años difíciles en los cuales en la Argentina, se define la organización política nacional: el país está dividido entre los "federales", que defendían la autonomía de las provincias y la cultura popular; y los "unitarios", progresistas, inspirados por las ideas del "iluminismo" y filoeuropeos, que auspiciaban un fuerte gobierno central. De niña, Juana Manso pudo conocer una de las primeras escuelas gratuitas y públicas argentinas queridas por el presidente "unitario" Bernardino Rivadavia, con el cual colaboró el padre de Juana, tenaz adversario de Juan Manuel de Rosas, en cuyas manos se hallaba concentrado un gran poder. La persecución de Rosas obliga a los Manso al exilio en Montevideo, donde la joven Juana conoce y frecuenta a los intelectuales más brillantes - también ellos exiliados - de la así llamada "Generación del 37", que habían fundado la Asociación de la Joven Generación Argentina, inspirada en la "Joven Italia" de Mazzini. Bajo su influencia, en 1841, con sólo 22 años, Juana crea un "Ateneo Femenino" para la instrucción de las jóvenes argentinas en el exilio. Un año después, sin embargo, la amenaza persecutoria de Rosas llega también a Montevideo, y los Manso deben emigrar a Brasil. En Río de Janeiro, Juana contrae matrimonio con un violinista portugués, Francisco de Saá Noronha, y juntos parten para los Estados Unidos. En tanto, la actividad artística del marido no tiene mucho suceso, la nueva orientación de la educación norteamericana apasiona a Juana: los criterios pedagógicos, los movimientos feministas y antiesclavistas inciden sobre sus intereses intelectuales, sociales y politicos. Nace su primogénita, Eulalia, y los problemas económicos empujan a Juana y a Francisco a establecerse en La Habana, donde obtienen suceso artístico y estabilidad económica. Pocos años después del nacimiento de la segunda  hija, Herminia, los cónyuges vuelven a Brasil, donde Juana publica el "Jornal das Senhoras", que tiene como objetivo concientizar a las mujeres de su derecho a la educación y a la emancipación. El bienio 1852-53 es decisivo para Juana. Abandonada por el marido, después de la caída del gobierno de Rosas, vuelve a Buenos Aires, donde su trabajo intelectual y político adquiere un nuevo salto. Colabora con "la ilustración literaria" y publica la primera novela histórica argentina: "La Familia del Comendador". Funda en su ciudad "Album de Señoritas", en la misma linea del "Jornal das Senhoras", sobre cuyas páginas sostiene también la libertad de culto religioso. La hostilidad social, la obliga a residir un tiempo en Río de Janeiro, donde continúa enseñando y luchando por los derechos de las mujeres.
1859: Es otro año clave en la vida de Juana, porque signa no solamente su reingreso definitivo en Buenos Aires, sino también el encuentro con Sarmiento, "el padre de la educación pública argentina", que se inspira en las ideas de Horace y Mary Mann. Juana condivide plenamente la divisa "Educar al (pueblo) soberano" de Sarmiento,  quien le confía la dirección de la primera Escuela Primaria Común para niños y niñas. Desarrolla su actividad pedagógica inspirada en algunos principios esenciales: La formación integral desde la primera infancia, la abolición de los castigos físicos y del estudio mnemónico; el estímulo de la observación y el desarrollo de las capacidades críticas. Difunde estas ideas, junto a las últimas técnicas pedagógicas desde la Dirección de los "Anales de la Educación Común" y, en 1871 llega a ser la primera mujer miembro de la Comisión Nacional de Escuelas, motivo de escándalo para los conservadores, que se encarnizan contra Juana también a causa de su conversión a la Iglesia Anglicana.
Decisiva la colaboración con Sarmiento - convertido en Presidente de la República - en la creación de las Escuelas Normales; base de un nuevo método de educación que alcanza todo ángulo del país. "La escuela es democracia. Los maestros son los únicos que pueden signar el fin de la barbarie, de los demagogos y de los holgazanes. Debemos transformar toda la República en una escuela, porque un pueblo ignorante elige siempre al tirano. Se necesita educar al pueblo soberano."
Juana Paula Manso, maestra, escritora, pedagoga, periodista, que había luchado largamente contra toda forma de sumisión y de ignorancia, muere el 24 de abril de 1875, con sólo 55 años de edad. Fue sepultada en Buenos Aires, en el Cementerio de los Disidentes.

(Traducción del italiano 
de Pablo Claudio Salvato)

sábado, 24 de enero de 2015

La conversión, una experiencia personal



             



                    “Aldersgate experience” 
En la foto John Wesley con el dirigente de los Moravos
Peter Böhler. El 24 de mayo de 1738, Wesley asistió a una reunión de este grupo luterano pietista llevada a cabo en la casa de la calle Aldersgate en Londres. Allí experimentó su conversión, la cual trató de transmitir a otros hasta el final de su vida.
EL DIRIGENTE DE LOS MORAVOS PREGUNTÓ A WESLEY SI CONOCÍA A JESÚS COMO SALVADOR. ESTE LE CONTESTÓ:- "SÍ, YO SÉ QUE ES EL SALVADOR DEL MUNDO". ENTONCES EL PRIMERO DIJO:- "PERO ¿SABE SI LO HA SALVADO A UD.? Y JUAN WESLEY, SACERDOTE Y MISIONERO ANGLICANO, SE VIÓ OBLIGADO A RECONOCER QUE NO CONOCÍA A JESÚS COMO SALVADOR PERSONAL.
Durante años viví en el error, el cual hoy veo en muchísimas personas que buscan a Dios con corazón sincero: me gozaba en las verdades que descubría en la Palabra de Dios, la Santa Biblia; señaladamente en la doctrina de la justificación por la fe sola, sin darme cuenta que este conocimiento es inútil en el plano de la salvación sin un acto personal de aceptación del perdón que Dios ofrece gratuitamente en Cristo Jesús.
LA FE QUE CONDUCE A LA SALVACIÓN NO ES "YO CREO EN JESÚS", SINO "YO ACEPTO A JESÚS COMO MI SALVADOR PERSONAL".
Santiago dice en su Carta (2:19):"Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan". Los demonios también saben que hay perdón en la sangre derramada en el Calvario, pero no se lo apropian y, por lo tanto, tiemblan en espera del castigo que recibirán.
El hombre no puede por sí mismo, por sus solas fuerzas naturales, obtener el favor divino. Es la gracia de Dios la que capacita al individuo para que pueda dar una respuesta libre de fe, aceptando o rechazando el amor divino (porque la gracia no es irresistible); y esto nada tiene que ver con el cumplimiento de determinados ritos u otras obras; además es inalienable, es decir, nadie lo puede hacer en mi lugar: si no recibo el perdón gratuito de Dios por este acto personal, no puedo ser lavado en su sangre.
¿De que sirve saber que hay un dinero a disposición en el banco para que usted salde una deuda, si no se acerca hasta allí y lo cobra? Si en el tiempo oportuno, antes de que venza el plazo, no paga lo que debe, será arrestado y sentenciado como moroso.
Adán, como cabeza de la humanidad, contrajo una deuda que pasó a sus descendientes, y cada individuo que viene a este mundo la acrecienta con sus propias faltas personales. Para peor de males, el pecado original produjo una corrupción completa de la naturaleza humana, de tal modo que no hay nadie inmaculado o capaz siquiera de saldar su propia deuda con el Creador a través de sus obras meritorias. Sólo Jesús fué sin pecado, sólo sus actos meritorios son capaces de saldar las deudas de la humanidad; sólo su sangre preciosa tiene el valor infinito para satisfacer la justicia divina ante la falta infinita del hombre que ofende a su Creador y Sustentador.
Del mismo modo en que cada pecador extiende a través de las edades la persona colectiva de Adán, quién con soberbia satánica declara su autonomía del Supremo Legislador; cada nuevo creyente recibe el enorme privilegio de extender el Cuerpo del Señor Jesús mediante la aceptación del perdón provisto por Dios en la cruz del Calvario. El creyente no solo adquiere la ciudadanía celestial perdiendo la ciudadanía adámica, sino que este Dios de Amor Infinito nos hace hijos en el Hijo; nos adopta como miembros de su familia.
Se oye decir a muchos:"- Qué fácil es salvarse para los evangélicos, sólo por fe, sin obras". Lamentablemente, aquellos que así se expresan, han entendido poco del camino de la salvación de acuerdo con las Sagradas Escrituras. El apóstol Pablo decía a los efesios (2:8-9):"Por gracia soís salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Este texto, que expresa como ningún otro qué cosa es la conversión, dice que SOMOS SALVOS POR GRACIA, esto es, por la misericordia de Dios, la cual nos capacita para que la recibamos POR MEDIO DE LA FE, pues como ya dijimos, por nuestras propias fuerzas naturales es imposible volverse hacia Dios. Todas las obras humanas anteriores a la conversión, aún aquellas aparentemente buenas, están infectadas por el pecado original. Es la gracia de Dios la que capacita a la persona para que ejerza un acto de fe libre por medio del cual se recibe el perdón inmerecido de Dios (del cual se dice que ES UN DON, esto es, un regalo). Aquellos que han sido justificados reciben el Espíritu Santo de Dios, el Espíritu de Santidad, el cual, como si fuera una segunda naturaleza impuesta a la pecadora, hará que broten las buenas obras, nos permitirá una vida de victoria sobre el pecado. De allí,que en el vers. 10 del texto bíblico citado, diga:"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". Una vieja expresión evangélica afirmaba: "No nos salvaremos por nuestras buenas obras, pero de seguro no nos salvaremos sin ellas". Cuando hablamos de justificación por la fe sola, queremos decir entonces, que LA GRACIA EXCLUYE LOS MÉRITOS,que "todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia" (Isaías 64:6), y no que recibimos una licencia para pecar impunemente. Los redimidos constituyen un pueblo sacerdotal cuyas vidas tienen como objetivo presentar eternamente sacrificios de alabanza y acción de gracias, ofrenda de labios puros, por aquel Sumo Sacerdote quién, una sola vez y para siempre, realizó por ellos sacrificio de expiación.

(Pablo Claudio Salvato
   viernes 02/02/2001)

viernes, 23 de enero de 2015

Un Pecador en el Cielo. por J. C. Ryle


El Conde de Zinzendorf, el jóven rico que dijo Sí.

Nicolaus Ludwig von Zinzendorf nació en 1700 en una familia rica y noble. Desde 1662 todos los hombres del clan Zinzen-dorf portaban el título de “conde”, por lo cual Nicolaus es conocido también como el Conde Zinzendorf. La muerte de su padre y el nuevo matrimonio de su madre hizo que quedara al cuidado de su abuela y de su tía, las cuales lo criaron.

Un niño piadoso

El joven conde creció en una atmósfera impregnada por la oración, la lectura bíblica y los cánticos. Con sinceridad infantil, él escribía cartas de amor para Jesús y las lanzaba desde la ventana de la torre del castillo, con la certeza de que el Señor las recibiría y las leería. Cuando los soldados suecos invadieron Sajonia, ellos entraron en el castillo e irrumpieron en el cuarto donde el conde de 6 años se encontraba en sus acostumbradas devociones. ¡Ellos quedaron paralizados de temor y reverencia cuando oyeron al pequeño orar!
Este incidente fue profético de la forma cómo el conde habría de mover a otros con la profundidad de sus experiencias espirituales.
La herencia de Zinzendorf, espiritualmente hablando, fue aquella chispa de luteranismo influenciada por el ‘pietismo’; sin embargo, la historia lo conocería como un ‘moravo’, aunque a él no le agradaba ninguno de esos nombres, porque amaba la unidad de todos los cristianos. Los pietistas buscaban conocer a Cristo de una forma personal y reavivar la iglesia por medio de pequeñas reuniones de estudio bíblico y oración. Para ellos, andar con el Salvador significaba estar separado del mundo, en obediencia a Cristo, a su Palabra y amarlo de corazón.
De niño, le impresionaron fuertemente los sufrimientos de Cristo. Él frecuentemente meditaba en las palabras de un himno de Gerhardt: “La cabeza tan llena de heridas / tan llena de dolor y de desprecio / en medio de otros insultos dolorosos / escarnecido fue con una corona de espinas”. Sin embargo, esta inclinación piadosa era férreamente contrastada por su educación secular. No le era permitido al joven “Lutz” –como le llamaban– que “olvidase que él era un conde”. Él era entrenado y enseñado para el futuro servicio en la corte.
Un joven aventajado
A la edad de diez años fue enviado a estudiar a Halle, donde recibió la inspiradora enseñanza del pietista luterano August H. Francke. Allí Zinzendorf se reunió con otros jóvenes devotos, y de su asociación surgió la «Orden del Grano de Mostaza», una hermandad cristiana dedicada a amar a «toda la familia humana» y a la propagación del evangelio. Usaban como emblema un pequeño distintivo, con las palabras “Ecce Homo” (“He aquí el hombre”), y el lema: “Sus llagas son nuestra salud”. Cada miembro de la orden usaba un anillo dorado con la inscripción: “Ningún hombre vive para sí”. Con frecuencia, durante las comidas en casa de Francke compartían edificantes narraciones de regiones distantes, testimonios de predicadores y de prisioneros por la fe. Todo esto aumentó su celo por la causa del Señor de una manera poderosa.
De Halle, Zinzendorf fue a Wittenberg a estudiar Derecho como preparación para la carrera de estadística, única vocación aceptable para un noble. Allí, Zinzendorf demostró ser un alumno aventajado. A los 15 años podía leer a los clásicos y el Nuevo Testamento en griego; y poseía fluidez en el latín y el francés. Mostró, además, un claro talento poético. Sin embargo, él no estaba contento con lo que le deparaba el futuro. Anhelaba entrar al ministerio cristiano, pero el rompimiento de la tradición familiar parecía imposible. La cuestión lo abrumó hasta 1719, cuando un incidente cambió el curso de su vida.
¿Qué haces tú por mí?
Ocurrió durante una gira por Europa después de terminar sus estudios. En una galería de arte, vio una pintura (el “Ecce Homo” de Domenico Feti) que mostraba a Cristo sufriendo el dolor producido por la corona de espinas, y una inscripción que decía: «Yo hice todo esto por ti, ¿qué haces tú por mí?». Desde ese instante, Zinzendorf supo que nunca podría ser feliz viviendo al estilo de la nobleza. A pesar del precio que tendría que pagar, buscaría una vida de servicio al Salvador que había sufrido tanto por salvarlo.
Cuando regresó a casa, al término de su viaje que lo llevó a renovar su consagración, hizo una visita a su tía, la Condesa de Castell y su hija, Teodora. Durante su estada cayó enfermo con fiebre, viéndose obligado a permanecer con ellas más tiempo de lo presupuestado. A los pocos días descubrió que estaba enamorado de su joven prima. Ella, todavía un poco fría, le regaló su retrato. El Conde aceptó el regalo con alegría, como una promesa inicial de amor. Poco días después, en un encuentro fortuito con su amigo el Conde Reuss, se percató de que su amigo deseaba casarse con Teodora. Cada uno expresó su deseo de desistir en favor del otro y, no estando en condiciones de resolver el asunto, los dos jóvenes estuvieron de acuerdo en ver lo que la propia Teodora diría.
Zinzendorf contaría más tarde cuáles eran sus verdaderos sentimientos en ese momento: “Aunque me costase mi propia vida el tener que renunciar a ella, si esto era más aceptable a mi Salvador, yo debía sacrificar lo que me era más querido en el mundo”. Los dos amigos llegaron a Castell, y Zinzendorf se dio cuenta de que Teodora amaba a su amigo. Los esponsales fueron sellados inmediatamente en una ceremonia cristiana. El joven conde compuso una cantata para la ocasión, que fue presentada ante toda la casa Castell. Al término del festivo espectáculo, el joven compositor ofreció a favor de la pareja una oración tan tierna que todos fueron movidos a las lágrimas.
Después de estudiar en el Nuevo y el Antiguo Testamento lo que el Señor habla sobre el matrimonio, y seguido de mucha oración y consultas con sus amigos, el conde decidió casarse “escogiendo sólo un cónyuge que compartiera sus ideales”. Encontró esa persona en la condesa Erdmuth von Reuss, con quien se casó en septiembre de 1722. Con ella formó un hogar aún más dedicado y piadoso que el suyo propio. La mira del conde era servir a Cristo, y su esposa lo apoyaría en ese objetivo. Erdmuth llegó a ser la “Madre adoptiva de los Hermanos”.
Nace Herrnhut
Ese mismo año, Zinzendorf se inició en el oficio de Consejero real en Dresden. En las tardes de domingo, dirigía estudios bíblicos, y oraba para que la villa en que vivía se transformara en una real comunidad cristiana, sin saber cómo Dios respondería a este deseo.
La oportunidad de participar en un servicio cristiano de importancia se le presentó cuando un grupo de moravos buscó protección en su propiedad en Berthelsdorf, que después se llamó Herrnhut (“el cuidado del Señor”). La invitación de Zinzendorf a estos refugiados a establecerse en sus propiedades, a pesar de la oposición de otros miembros de su familia, fue un punto decisivo en el desarrollo del movimiento moravo. Herrnhut creció rápidamente al tenerse noticias de la generosidad del Conde. Los refugiados siguieron llegando, y pronto la propiedad se convirtió en una creciente comunidad.
Además de los moravos, comenzaron a llegar luteranos, calvinistas, hermanos bohemios, ‘schwenkfelders’ y desertores diversos de iglesias establecidas. Al crecer la población, también aumentaron los problemas. Los diferentes fundamentos doctrinales de los residentes crearon discordias y, en más de una ocasión, se puso en peligro la propia existencia de Herrnhut. Zinzendorf fue muy paciente y pacificador. Escuchaba a todos lo que tuvieran que decir, intentando comprender su punto de vista, hasta el máximo que podía sin contradecir la verdad. Evitó todo lo que significara una naturaleza violenta. Cuando Zinzendorf se hallaba en Herrnhut todo parecía estar bien, pero apenas salía de sus contornos, los problemas resurgían.
Un pacto de unidad
Un día, el 12 de mayo de 1727, decidido a hacer algo que marcara una solución definitiva, Zinzendorf convocó a todos los hermanos y les habló durante tres horas acerca de la impiedad de la división. Ese día, los hermanos hicieron un pacto con él en la presencia de Dios. Los hermanos, uno tras otro, estuvieron de acuerdo y se comprometieron a pertenecer solamente al Salvador. Se avergonzaron de sus desacuerdos religiosos y unánimemente estuvieron dispuestos a enterrar para siempre sus diferencias. Ellos renunciaron a amarse a sí mismos, a su propia voluntad, a su desobediencia y pensamientos libres. Desearon ser pobres en espíritu y ser enseñados por el Espíritu Santo en todas las cosas.
Acto seguido el Conde estableció algunas responsabilidades personales y entregó algunas reglas para orientar la relación mutua. Así fue cómo, cinco años después de la llegada de los primeros refugiados, todo el ambiente cambió. Comenzó un período de renovación espiritual que llegó a su clímax en un servicio de comunión el 13 de agosto de ese año con un gran avivamiento que, según los participantes, señaló la venida del Espíritu Santo a Herrnhut. Esta gran noche de avivamiento produjo un nuevo entusiasmo por las misiones, que fueron la principal característica de este movimiento.
Las pequeñas diferencias doctrinales ya no constituyeron causa de discusión. Al contrario, había un fuerte espíritu de unidad y una elevada dependencia de Dios. Se realizaban tres reuniones al día, la primera de ellas a las 4 de la mañana, para orar, adorar y leer la Biblia. Por ese tiempo se comenzó una vigilia de oración que continuó veinticuatro horas al día, 7 días a la semana, sin interrupción, durante más de cien años.
Un visitante ilustre
El predicador inglés Juan Wesley conoció a los moravos en una travesía en barco por el Atlántico. Él era un joven piadoso, pero aún no conocía su salvación. En medio de una tempestad en el mar, mientras todos los pasajeros estaban espantados, un grupo de moravos permanecían perfectamente tranquilos. Concluida la tormenta Wesley se acercó y le preguntó a uno de ellos: “Vuestras mujeres y vuestros niños, ¿no tenían miedo?”. “No, señor, nuestras mujeres y nuestros niños no temen la muerte”, fue la simple respuesta. Wesley comprendió que aún no tenía una fe tan grande como la de ellos.
Más tarde, Wesley viajó a Alemania para conocerlos más de cerca. Allí tuvo oportunidad de admirar la pureza de sus costumbres. “Estaban siempre ocupados –dice–, siempre gozosos y de buen humor en sus tratos unos con otros: no se dejaban dominar nunca por la cólera; evitaban todo motivo de querella, toda clase de acritud y las malas palabras; dondequiera que se encontrasen, andaban siempre de una manera digna de la vocación cristiana.”
En Marienborn, cerca de Francfurt se encontró con Zinzendorf, a quien deseaba conocer. Sus conversaciones con él le fueron sumamente útiles y placenteras. “He encontrado lo que buscaba –escribió después–: pruebas vivas del poder de la fe, individuos librados del pecado interior y exterior por el amor de Dios derramado en sus corazones, y libres de dudas y temores por el testimonio interior del Espíritu Santo.”
En Herrnhut quedó maravillado por lo que vio: “Me encuentro en el seno de una iglesia cuya ciudadanía está en el cielo; que posee el Espíritu que estaba en Cristo y que anda como él anduvo.” Quedó impresionado con la solemne sencillez de sus cultos, que contrastaban con el ceremonial de la iglesia anglicana de aquellos días. “La gran sencillez y solemnidad de aquella escena me remontaron 17 siglos atrás a una de aquellas asambleas presididas por Pablo o por Pedro” – escribió Wesley. “Bien hubiera querido pasar aquí toda mi vida, pero el Maestro me llamaba a otras parte de su viña, y tuve que abandonar este lugar dichoso. ¡Ah!, ¿cuándo este cristianismo cubrirá la tierra, como las “aguas cubren el mar”?
El auge de las misiones
La participación directa de Zinzendorf en las misiones en el extranjero no ocurrió sino hasta unos años después del gran avivamiento espiritual en Herrnhut. En 1731, mientras asistía a la corona-ción del rey danés Christian VI, le presentaron a dos personas de Groenlandia y a un esclavo negro de las Indias Occidentales. Quedó tan impresio-nado con su solicitud de misioneros que invitó al esclavo a visitar Herrnhut, y él mismo volvió a casa con un sentido de urgencia por empezar inmediatamente la obra misionera. Antes de un año se enviaron los primeros dos misioneros moravos a las Islas Vírgenes, y en las dos décadas siguientes enviaron más misioneros que los enviados en conjunto por todos los protestantes durante los dos siglos anteriores.
Aunque a Zinzendorf se le conoce principalmente como iniciador y motivador de misiones, también participó personalmente en ellas. En 1738, unos años después que los primeros misioneros habían ido al Caribe, Zinzendorf acompañó a tres nuevos misioneros que habían recibido la comisión de unirse a sus colegas allí. A su llegada, vieron con tristeza que sus colegas estaban en la cárcel; pero Zinzendorf, sin pérdida de tiempo, usó su prestigio y autoridad de noble para obtener su libertad. Durante su visita celebró servicios religiosos diarios para los caribeños, y dispuso la organización y las asignaciones territoriales de los misioneros. Cuando vio que la obra misionera estaba firme, regresó a Europa. Después de dos años, zarpó de nuevo, esta vez hacia las colonias norteamericanas. Allí trabajó, hombro a hombro con los hermanos que laboraban entre los indígenas.
Aunque Zinzendorf había renunciado a su vida de noble, no le era fácil asumir el rango de misionero. Por naturaleza, no le gustaba la vida de campo ni sobrellevaba fácilmente las molestias de la obra cotidiana. Pero el que lo hiciera con toda pasión demostraba su victoria sobre sí mismo, y el profundo amor por su Señor, a quien procuraba seguir en todo.
Como administrador de la misión, Zinzendorf pasó treinta y tres años supervisando misioneros en todo el mundo. Sus métodos eran sencillos y prácticos. Todos sus misioneros eran laicos preparados, no en Teología sino en evangelismo personal. Como laicos que se sostenían a sí mismos, se esperaba que ellos trabajaran lado a lado con sus posibles conversos, dando testimonio de su fe por la palabra hablada y por el ejemplo vivo. Se debían mostrar como iguales, no como superiores a ellos. Su mensaje era el amor de Cristo, sin considerar las verdades doctrinales hasta después de la conversión; y aun entonces, la comunión devota con el Señor tenía más importancia que la enseñanza teológica.
Por el año 1742, más de 70 misioneros moravos, de una comunidad de no más de 600 habitantes, habían respondido al llamado para ir a Groelandia, Surinam, África del Sur, Algeria, América del Norte, y otras tierras, llevando el evangelio.
Dificultades y pruebas
Cuando más ardía el fuego misionero en Herrnhut, Zinzendorf sufría más oposiciones. En 1736 fue expulsado de Sajonia. Salió, entonces, con su familia y algunos hermanos, y fueron hasta las inmediaciones de Frankfurt, donde se estableció en un antiguo castillo llamado Ronneburg. Una década después, una nueva colonización se estableció allí, Herrnhaag, que superaba a Herrnhut en tamaño.
Pero en Ronneburg la condesa sintió que la estadía allí había sido turbulenta desde el inicio. Cierta vez que Zinzendorf estaba fuera, en uno de sus perpetuos viajes, su hijo de 3 años de edad, Christian Ludwig, enfermó. No habiendo allí ninguna ayuda médica, falleció. Zinzendorf y Erdmuth tuvieron 12 hijos, de los cuales sólo 4 alcanzaron la madurez.
Durante su exilio, y por cuestión de necesidad, Zinzendorf formó un “comité ejecutivo” itinerante, el cual se hizo conocido como la “Congregación Peregrina”. Este comité sirvió para dirigir la obra de la iglesia de misión foránea y el ministerio para sociedades de la diáspora. La Congregación Peregrina seguía el régimen de Herrnhut en relación a las oraciones y la disciplina, pero era movible. Los años de exilio encontraron al grupo en Wetteravia, Inglaterra, Holanda, Berlín y Suiza. De Hernnhaag, sólo en 1747, 200 hermanos saldrían como misioneros.
En 1755, su hijo Christian Renatus, de 24 años de edad, murió en Londres y el año siguiente la condesa Erdmuth falleció en Herrnhut. El remordimiento y el sentimiento de culpa acometieron al conde después de la muerte de su esposa, por haberle dado cada vez menos atención en las dos últimas décadas.
Un año después de la muerte de la condesa, él se casó con Anna Nitschmann y renunció a su posición en el Estado como cabeza de su noble familia. Abdicó a favor de su sobrino Ludwig, pues estaba cada vez menos inclinado a las honras del mundo.
Al año 1760 se registraban 28 años de misiones maravillosas. Cerca de 226 misioneros habían sido enviados. Como un gran visionario y un peregrino incansable, Zinzendorf vivió sus últimos años en Herrnuht.
Legado de Zinzendorf
Zinzendorf tenía una relación muy cercana con el Señor. Él vivió día tras día en una comunión viva con Cristo, como con un amigo cercano. Investigó en las Escrituras todos los pasajes que hablan de la comunión amistosa y amable de Dios con el hombre, para exhortar a los hermanos a mantener una relación confidencial con su Salvador. “Nada debe ser tan valorado como la conciencia de que él siempre está cerca, que pueden decirle todo”. Los hermanos debían considerarle y escucharle sobre todas las cosas, porque él es el amigo más querido y más fiel. Él debía ser su primer pensamiento cuando se despertaran por la mañana, y debían pasar el día entero en su presencia; traer todas las quejas ante él, esperar toda la ayuda de él, concluir sus trabajos con él y retirarse en su presencia para descansar.
Zinzendorf vivió en la expectativa constante de la venida del Señor. Él dijo: “La esperanza de que el Salvador pronto vendrá, y nos recibirá en su descanso, es un pensamiento noble, dichoso, sensible y cautivador.”
Zinzendorf tuvo una fuerte convicción de la unidad de todos los cristianos. Vio que la unidad es un asunto de la vida divina compartida por todos los creyentes. Alentó la comunión con todos los cristianos, incluso con aquellos que tienen una posición no bíblica por ignorancia. Consecuentemente, Zinzendorf prefería el término “hermanos” para llamarse unos a otros, por ser simple y bíblico, en tanto que rechazaba los epítetos de ‘bohemio’ o ‘moravo’, porque promovían el sectarismo.
Zinzendorf decía que la Iglesia es la congregación de Dios en el Espíritu en el mundo entero, que constituye el cuerpo espiritual cuya Cabeza es Cristo. Comprendió que la iglesia en general había sido degradada al hacerla parte del mundo y unirla con la estructura política. Sin embargo, sabía que algunos creyentes genuinos todavía podrían ser encontrados dentro de las denominaciones. Para explicar esta situación confusa, Zinzendorf sostuvo la enseñanza de la ‘ecclesiola’, la “iglesia dentro de la iglesia”, compuesta por fieles que seguían al Señor. Él veía a los hermanos moravos juntándose como una ‘ecclesiola’; sin embargo, él nunca abandonó el luteranismo.
Los hermanos de Herrnuht practicaban una intensa vida de iglesia, hecho que era facilitado por la diaria convivencia. Tenían diversos tipos de reuniones para atender las diferentes necesidades de la comunidad: de oración, para la palabra, para la alabanza, de niños, para visitantes, de hermanos, de hermanas, etc. Se preocupaban de los enfermos, de las viudas y de los huérfanos. En su vida de iglesia, ellos experimentaron la vida del cielo sobre la tierra.
Mil veces le oí
Respecto de Zinzendorf, se ha escrito: “Hasta el día de su muerte, Cristo su Salvador fue para él el todo en todos. Él vivió sólo para su gloria y mantuvo con él una comunión ininterrumpida de fe y amor. Posesiones terrenas, honras y fama eran para él como nada en comparación con Cristo”. Él decía de su Señor: “Yo tengo sólo una pasión; y ésta es Él, solamente Él”. “Mil veces yo lo oí hablar en mi corazón y le vi con los ojos de la fe”.“De todas las cualidades de Cristo la mayor es su nobleza; y de todas las ideas dignas en el mundo, la más noble es la idea de que el Creador debería morir por sus hijos. Si el Señor fuese abandonado por el mundo entero, yo todavía me apegaría a él y le amaría.”
Herder, el poeta alemán, escribió de él: “Fue un conquistador en el mundo espiritual”. John Albertini, el elocuente predicador, describe la nota clave en la vida de Zinzendorf: “Fue el amor a Cristo que ardió en el corazón del niño, el mismo amor que ardió en el joven, el mismo amor que lo hizo vibrar en la adultez, el mismo amor que inspiró cada una de sus obras.”
Un día antes de su muerte, Zinzendorf estaba muy debilitado. Apenas en un susurro, le dijo al obispo Nitschmann, que estaba al lado de su lecho: “¿Usted suponía en el inicio que el Salvador iría a hacer tanto, como ahora nosotros vemos realmente entre los hijos de Dios de otras denominaciones, y entre los incrédulos? Yo sólo le pedí algunas de las primicias de nuestros días, mas ahora hay millares de ellas. Nitschman, ¡qué formidable caravana de nuestra iglesia ya está en dirección al Cordero!”
Zinzendorf ha sido identificado por algunos como alguien genuinamente cristocéntrico; por otros como un líder espiritual que dio forma al curso del cristianismo en el siglo XVIII, y todavía por otros como el gobernante joven y rico que se encontró con Jesús y le dijo fervorosamente “Sí”.
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Fuente: http://edificandolafe.obolog.com

¿Dónde está Dios?


Es muy común escuchar esta, u otras frases semejantes, en situaciones límites: ¿Porqué Dios no interviene?, ¿Porqué permite esto? o, Es el tiempo del silencio de Dios, etc. 
Nos olvidamos que la injusticia, las guerras, la miseria . . . . son producto de la codicia del ser humano y que tiene su historia. Comenzó con Adán y Eva en el Huerto del Edén, cuando hicieron mal uso del libre albedrío que Dios les había concedido. Hoy Dios continúa queriendo evitar la destrucción, el dolor . . . . pero el diablo sigue tentando al ser humano como lo hizo al principio y éste vuelve a caer. Es por eso que en la Biblia leemos: "No deis lugar al diablo", "Estad firmes contra sus acechanzas", "Resistidle y huirá", "El diablo es el príncipe de este mundo" . . . .
Ante este panorama Dios siempre ha intentado comunicarse con el ser humano, enviandole mensajeros, luego al Señor Jesús y dejandole su Palabra, la Biblia.


La Tregua de Navidad 

La primera y la segunda guerra mundial se caracterizaron por la insensatez, la ferocidad y la brutalidad, nunca antes existieron guerras semejantes. Previo a desencadenarse completamente la Primera Guerra Mundial, el Señor Jesús se hizo presente durante la Nochebuena en el frente donde combatían alemanes e ingleses. Quería darles su Paz, no como el mundo la da.
Durante la tregua de esa Nochebuena, los soldados de ambos bandos alcanzaron una victoria extraordinaria que no se volvería a ver. Al comenzar a entonar canciones navideñas, salieron de sus trincheras, se abrazaron e intercambiaron presentes, jugaron al fútbol, etc. Cuenta la historia, que este milagro se extendió en varios frentes más. A consecuencia de esto, los soldados se negaron a continuar con el combate. No iban a ser más instrumentos útiles para destruir y matar. El mismo Señor Jesús había derramado su Perfecto Amor en cada corazón.
Pero los gobernantes llenos de codicia, tentados por el príncipe de este mundo, al enterarse que la guerra no continuaba por la decisión de los soldados, enviaron a reemplazarlos y a castigarlos por la desobediencia. El hombre nuevamente le dijo No a la invitación del Señor Jesús de recibir su Paz y de vivir en esa Paz.
Lamentablemente este hecho fue poco difundido. Y mucha gente que sobrevivió a las guerras dejó de creer en Dios, enojada, desilusionada y culpándolo por no impedir tanto horror experimentado, desconociendo que son las malas decisiones del hombre las que sumergen al mundo en el dolor.


Meditación

Video EL MEJOR ANUNCIO DE NAVIDAD DE LA HISTORIA: Tregua de Navidad de 1914




Invitación

Reflexiona cuántas veces en el transcurso de tu vida, el Señor Jesús se acercó a ti intentando guiarte y darte su Paz, pero tú no le abriste la puerta de tu corazón.


Decisión personal

El Señor Jesús está aún ahí, llamándote por tu nombre. Invítalo a que Él sea el Rey que gobierne tu vida, bajo la Ley del Amor.


Elena Sanfilippo Ceraso
   19 de enero de 2015

viernes, 9 de enero de 2015

Rvdo. Cipriano Tornos



El anhelo ardiente de la Creación

S.O.S. Amazonia
La tala feroz no se detiene


Un castaño de Brasil sigue ahí porque es una especie protegida.
Además de la tala, las represas que inundan y la codicia por el oro y los diamantes amenazan la biodiversidad de este territorio cuyo eje es el río Amazonas, el más largo y caudaloso del planeta.

"No destruyas los árboles, metiendo hacha en ellos, porque de ellos podrás comer, y no los talarás, porque el árbol del campo no es hombre para venir contra tí como guerrero." (Deut. 20:19)

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El anhelo ardiente de la Creación

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: "Fructificad, multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread sobre los peces, aves y bestias en la tierra." Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera.
Pero, por el pecado de Adán y Eva, también la tierra cayó bajo maldición. Dios le dijo a Adán: "maldita será la tierra por tu causa. . . Espinos y cardos te producirá . . ."
Continuó la historia con dolor: Adán y Eva fueron expulsados del Edén.
Leemos en Gén. 6: "Y vió Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra . . . Y dijo: 'Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia y hasta el reptil y las aves del cielo.'"
Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. Dios estableció un convenio con Noé quien construyó un arca para salvar a su familia y a diversos seres vivientes. Llegó el diluvio, todos los demás seres vivientes fueron destruidos. Cuando cesó el diluvio, todos salieron del arca y Noé ofreció sacrificios a Jehová.
Jehová dijo a Noé: "Establezco mi convenio con ustedes y sus descendientes y con todo ser viviente que está con ustedes: no habrá más diluvio para destruir de la tierra. Mi arco he puesto en las nubes el cual será por señal del convenio entre Yo y la tierra".
Pero la historia con el hombre no cambió. Leemos en Rom. 8:19: "Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora."
Las decisiones del hombre repercuten en la creación. En Jonás leemos que Dios lo envió a Nínive a anunciar su destrucción si no se arrepentían. El rey y los hombres de Nínive creyeron a Dios y proclamaron ayuno: "Hombres y animales,  bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna, ni se les dé alimento ni beban agua, sino cubranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente y conviértanse cada uno de su mal camino . . ." Y vió Dios que se convirtieron de su mal camino y le dijo a Jonás:"¿Y no tendré piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de cientoveintemil personas y muchos animales?".
En Oseas, Jehová contiende con los moradores de la tierra: "Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen y homicidio tras homicidio se suceden. Por lo cual se enlutará la tierra y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aún los peces del mar morirán." Con sus ovejas y con sus vacas andarán buscando a Jehová . . . y no le hallarán, se apartó de ellos.
Joel escribe: Tierra: no temas, alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. Animales del campo: no temáis, porque los pastos del desierto reverdecerán. . .
¿Cuál es el futuro de la creación según la Biblia? En 2ª Pedro 3 leemos: "El cielo y la tierra que existen ahora están guardados para el fuego en el día del juicio. Pero el día del Señor vendrá, en el cual los cielos encendiéndose, serán deshechos y los elementos ardiendo se fundirán, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia."
¿Qué narra Juan al respecto en Apoc. 21? Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron. . . Vi la Santa Ciudad descender del cielo de Dios y Dios mismo estará con los hombres como su Dios y ellos serán su pueblo. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: "He aquí, Yo hago nuevas todas las cosas. Al que tuviere sed Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida."

Meditación: Salmo 8: La Gloria de Dios y la honra del hombre. "¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?"

Invitación: Luego de meditar en el salmo 8:
- Agradece a Dios por los privilegios otorgados al hombre en la creación.

Decisión Personal: Luego de leer Deut. 20:19: 
- Comprométete con Dios a amar su creación y a difundir su mensaje de amor, utilizando el vers. 4 del salmo 8.


Elena Sanfilippo Ceraso
         (09/01/2015)