jueves, 13 de septiembre de 2018

Mi alma tiene SED 2° Parte


Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama a Ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene SED DE DIOS, del DIOS VIVO”. Salmo 42.

   Mi alma tiene SED del DIOS VIVO.
   SED de SIERVOS de Dios, de hombres consagrados a Dios que hacen la Voluntad de su Padre Celestial. Siervos que, imitando a Su Señor Jesús, tomen el LÁTIGO y actúen, porque la Casa de Dios es Casa de Oración y ha sido transformada en cueva de ladrones. Siervos que digan ¡Basta! Siervos que estén ocupados en las ovejas que Dios les encomendó, para  que reciban en la Casa de Dios: sanidad, alimento verdadero, bíblico, refugio, fortaleza, valoración, restauración y que los “Zaqueos” y ”Judas” restituyan lo que no les pertenece.
   El Señor Jesús, en los Mensajes que envía a las Iglesias, en Apocalipsis 2 y 3, reprende al “responsable” o “anciano” de algunas Iglesias porque TOLERAN, permiten y no ponen límites a quienes no guardan la Palabra de Dios y seducen a otros para que dejen de obedecer a Dios y a su Palabra. Lo pone de aviso que si no se arrepiente y actúa, ÉL mismo va a venir con la Espada de su boca, que es la Palabra de Dios y va a pelear contra ellos, no sólo eso, vendrà a cambiar su candelero de lugar, porque como dice Pedro, (1° 4:17): “Porque es tiempo que el JUICIO de Dios comience por la Casa de Dios… por nosotros…”
   MI ALMA TIENE SED DE JUSTICIA. Por mis Hermanos que padecen por su Fe en el Nombre de Jesús, martirio, persecución, prisión, pobreza, tribulación, calumnias, etc, en todo el mundo.
   MI ALMA TIENE SED del Regreso del Gran Pastor de las Ovejas, para que su Grey sea apacentada con JUSTICIA.
Porque hay Hermanos que padecen a manos de las “OVEJAS GORDAS”, (no a manos del Señor Jesús), todo tipo de males y son conducidas a un estado lamentable de “ovejas flacas, débiles y sufrientes”, sin tener a quién acudir en “la Iglesia de Dios”.
   Pero el Señor Jesucristo, el GRAN PASTOR DE LAS OVEJAS, (Hebreos 17:20), tiene OJOS COMO LLAMA DE FUEGO y en su boca una ESPADA, que es la Palabra de Dios y que representan el JUICIO DIVINO.

   Recuerda, querido Hermano, lo que Pedro, (2:24/25), escribió también para nosotros:
Porque el Señor Jesús llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros estando muertos en los pecados, vivamos a la Justicia y por cuyas heridas fuisteis sanados. Porque vosotros erais como OVEJAS DESCARRIADAS, pero AHORA habéis vuelto al PASTOR y OBISPO de vuestras almas”.

   Sí, éramos ovejas descarriadas y ahora tenemos un Pastor y Obispo, que conoce nuestra situación, nada escapa a Él.    Luego Pedro escribe a los “responsables” de las Iglesias y los exhorta a que
APACIENTEN a la GREY de DIOS, andando en ella, no por fuerza. sino VOLUNTARIAMENTE, no por ganancia deshonesta sino con ÁNIMO PRONTO, no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo EJEMPLOS de la Grey de Dios.
   Luego les dice que si son Fieles en su Ministerio que Dios les encomendó, cuando aparezca el Príncipe de los Pastores, recibirán la Corona incorruptible de Gloria.

   Pero cuando no hay Fidelidad ni Obediencia a la Palabra de Dios de parte de los “responsables” de SU Grey, Dios mismo da por medio de Ezequiel, Cap. 34, una PROFECÍA tremenda contra los pastores que se apacientan a SÍ MISMOS pero no apacientan a los rebaños, que se enseñorean de las ovejas con dureza y con violencia, no fortalecen a las débiles ni curan la enferma, no vendan la perniquebrada ni vuelven al redil la descarriada ni buscan la perdida. El Señor dice que sus ovejas andan errantes por falta de Pastor y son presa de todas las fieras del campo y se han dispersado.
   Andan PERDIDAS MIS OVEJAS, dice el Buen Pastor, por montes, collados,… y no hubo quien pregunte por ellas.
   Qué profundo significado encierran las palabras del Señor: MIS OVEJAS.
   “YO MISMO IRÉ a buscar a mis ovejas y las reconoceré y las apacentaré. En buenos pastos las apacentaré… dormirán en buen redil… Yo buscaré a la perdida, haré volver al redil la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré la débil, las apacentaré con Justicia.
   MAS, a la engordada y a la fuerte destruiré.
   He aquí YO JUZGO entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos. YO JUZGARÉ entre la oveja ENGORDADA y la oveja FLACA.
   El Buen Pastor describe un panorama tremendo, dramático. ¿Qué están padeciendo sus ovejas? Dice así:
Mis ovejas débiles, flacas, comen pasto hollado y beben agua enturbiada por los pies de las fuertes, fueron empujadas con el costado y con el hombro y acorneadas hasta ser echadas y dispersadas, son usadas para rapiña.

   Si tú eres una oveja débil, flaca, padeciente, Dios tiene una Promesa para ti:
MIS OVEJAS VIVIRÁN EN PAZ Y HABITARÁN CON SEGURIDAD Y DORMIRÁN EN LOS BOSQUES, QUITARÉ LAS FIERAS. LES DARÉ BENDICIÓN Y HARÉ DESCENDER LLUVIAS DE BENDICIÓN. ROMPERÉ LAS COYUNDAS DE SU YUGO Y LAS LIBRARÉ DE LOS QUE SE SIRVEN DE ELLAS NADIE LAS ESPANTARÁ.
    El Buen Pastor finaliza diciendo:
Y USTEDES, OVEJAS MÍAS, OVEJAS DE MI PASTO, HOMBRES SON Y YO SU DIOS”.
   A TI: oveja débil, enferma, flaca, herida, perdida, descarriada, violentada, abusada, hambrienta, sedienta, temerosa…
   A ti, que tienes SED del REGRESO del Gran Pastor de las Ovejas para ser “apacentada con Justicia”.
   A ti, Jesús te llama: ¡Bienaventurada, Bendita de mi Padre!
   Ya viene el Príncipe de los Pastores con sus ojos como llama de fuego y la Espada en su boca, para hacer JUICIO entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos.
   A ti, el Señor Jesús te dice: No temas. 
   Escucha sus palabras, (Juan 10) y recibe la PAZ que sólo Él puede dar:
YO SOY EL BUEN PASTOR. El Buen Pastor Su Vida da por las ovejas… Mis ovejas oyen mi voz y Yo las conozco y me siguen y Yo les doy Vida Eterna y no perecerán ni nadie las arrebatará de mi mano”.
   Leemos en Apocalipsis 7:16/17:
Ya no tendrán hambre, ni sed y el sol no caerá más sobre ellos ni calor alguno. Porque el CORDERO que está en medio del Trono los pastoreará y los guiará a a Fuentes de Agua de Vida y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”.

   MI ALMA TIENE SED DEL DIOS VIVO.
   ¿TIENES SED DEL DIOS VIVO?






Elena Sanfilippo Ceraso 
25 de agosto del 2018



domingo, 9 de septiembre de 2018

Mi alma tiene SED 1° Parte


   "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama a Ti, oh Dios, el alma mía.
   Mi alma tiene SED de Dios, del DIOS VIVO.” Salmo 42.

            Mi alma tiene SED…
   SED de zambullirme en la FUENTE DE AGUA VIVA que es Jesús.
   SED de sumergirme por completo en ella.
   SED de volverme como una niña. Una niña que depende totalmente de su Padre Celestial y que ha depositado toda su confianza en Él.
   SED de postrarme ante su Presencia con plenitud de Gozo y agradecida por sus Misericordias que son nuevas cada día.
   SED de alabarle y adorarle en Espíritu y en Verdad.


   Mi alma tiene SED DEL DIOS VIVO.
   SED de estar en Comunión con Hermanos que aman a Dios con toda su alma, toda su mente, todo su corazón y con todas sus fuerzas y que son Sabios porque TEMEN A DIOS.
   SED de Hermanos sencillos, poseedores de una FE simple pero con POTENCIA de Dios.
   SED de que la Biblia vuelva a ser la Autoridad, de que acudan a ella en busca de la Persona que es Jesús, el Salvador y Señor, recibiendo en Su Nombre el perdón de pecados, Salvación gratuita, por Gracia, Vida Eterna, sanidad, liberación, consuelo, instrucción, enseñanza, esperanza, Palabras de Vida, Promesas divinas, etc
   SED de que el Espíritu Santo se manifieste con Poder, dando Nuevo Nacimiento al pecador arrepentido, inundando los corazones, quebrantando, convenciendo de pecado, derramando el Amor de Dios, repartiendo dones y que el Fruto del Espíritu se manifieste en cada creyente.
   SED de que los cristianos INVOQUEN el Nombre de Jesús, se arrepientan y decidan ANDAR en Santidad de vida cada día hasta el REGRESO del Señor y PROPONGAN en su corazón, como Daniel, “NO contaminarse”.
   SED de un derramamiento del Espíritu Santo, un Bautismo del Espíritu Santo, AHORA.
   Dios le pidió a Ezequiel que profetice, pero esta Palabra de Dios es también para nosotros.
   “Esparciré sobre vosotros AGUA LIMPIA y seréis LIMPIADOS de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré… Y haré que ANDÉIS en mi Palabra y la pongáis por OBRA…
   Y os acordaréis de vuestros malos caminos y de vuestras obras que no fueron buenas y os AVERGONZARÉIS de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones”
   SED de que esta Palabra de Dios se cumpla en su Iglesia HOY, AHORA, YA.

   Lucas 19: 2/10 narra LA CONVERSIÓN DE ZAQUEO. Dice que era jefe de publicanos y muy rico, pero considerado por los demás como hombre pecador. Jesús le dijo que quería posar en su casa, ante el asombro de quienes lo seguían y de quienes eran testigos de la escena.
   Zaqueo lo recibió gozoso. Ejerció FE en Jesús con ARREPENTIMIENTO de pecados. Pero no fue un arrepentimiento de pecados teórico, sólo de palabra, para quedar bien delante del Señor, sino que hizo un compromiso público de dar la mitad de sus bienes a los pobres y ofreció devolver por cuadruplicado si había defraudado a alguien.
   Permitir que Jesús entrara en su casa y “cenaran juntos” fue la decisión más importante de su vida. Ahora era Nueva criatura, había experimentado el Nuevo Nacimiento, gracias al Señor Jesús que había fijado sus ojos en él y le había salido al encuentro con Bendiciones de Bien.

   Pablo escribe en su primera Carta a los Corintios, 6: 9/11:
   “¿No sabéis que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No erréis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el Reino de Dios.
   Y ESTO ERAIS ALGUNOS, MAS YA HABÉIS SIDO LAVADOS, SANTIFICADOS, JUSTIFICADOS EN EL NOMBRE DEL SEÑOR JESÚS Y POR EL ESPÍRITU DE NUESTRO DIOS."








Elena Sanfilippo Ceraso
           25/8/2018



El Apostol Pablo (película)

sábado, 8 de septiembre de 2018

Confesión de Fe Española (Casiodoro de Reina, Londres, 1561)

¿Mesa del Señor o mesa de los demonios?


No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.” (1ª a los Corintios 10:21).

El mundo evangélico está viviendo la confusión de Babel pensando que es la unión de Pentecostés. Es necesario que comprendamos la diferencia que nos presenta el libro de los Hechos entre “mensaje” y “lenguas”. El apóstol Pedro, el día de Pentecostés, predicó un mensaje de salvación en lengua aramea, pero fue comprendido por todos los que se hallaban en ese momento en Jerusalén en sus propias lenguas. Esto ejemplifica lo que por mucho tiempo fué la situación de gran parte de las denominaciones evangélicas: predicar el mismo mensaje de salvación en distintas “lenguas”, es decir, de acuerdo a su idiosincracia. Existían diferencias secundarias, producto de tradiciones y temperamentos distintos, pero el mensaje central era el mismo: es necesario aceptar a Jesús como Señor y Salvador personal. Lo que exige el rechazo de las obras meritorias en el plano de la salvación y de toda forma de devoción que le quite centralidad al Señor Jesucristo, Único Mediador ante el Padre. Hoy en día encontramos a algunos evangélicos que, en aras de un equivocado “ecumenismo”, llaman a los católicos romanos “hermanos”. ¿Cómo ha sido esto posible?. Ocurre que la iglesia de Roma, sin cambiar su mensaje idolátrico y semi-pelagiano, ha comenzado a hablar el “lenguaje” de muchos evangélicos, y estos ilusos llegan a pensar que “si hablan nuestra misma lengua seguro predican el mismo mensaje que nosotros”. De este modo se fijan que en la Renovación Carismática Católica “hablan en lenguas” y se producen sanidades al grito de “¡aleluya!”, pero no que esto sucede en medio del “sacrificio” de la misa y entre las imágenes de vírgenes y santos.
Los evangélicos que realizan reuniones conjuntas con los católicos romanos deberían pensar que clase de mensaje están transmitiendo. Porque el católico dirá; “si soy admitido en un plano de igualdad en la reunión evangélica es porque no tengo nada que cambiar”. Es un gravísimo error tratar a los que están siguiendo el camino de la perdición como si fueran hijos de la Luz. Un evangélico coherente debe saber que el católico romano debe convertirse para ser salvo, y si él lo admite en el actual estado a la comunión de los hijos de Dios, deberá responder por ello ante el Señor por contribuir a la perdición de un alma. ¿Piensan quizás que compartiendo, haciéndolos sentir cómodos “como si estuvieran en su casa” es el modo de ganarlos para la causa evangélica?. Método erróneo es el que utilizan, pues en un país mayoritariamente católico, le es muy difícil competir en servicios a la comunidad a una congregación evangélica respecto de una parroquia católica y, si como ya dijimos, da lo mismo pertenecer a una u otra iglesia ¿para que la problemática de la conversión y la pérdida de beneficios educativos, sociales o de esparcimiento?.
Los pastores evangélicos deben ser verdaderos administradores de los misterios de Dios y reacios en cuanto a participar en ceremonias ecuménicas; como asimismo estrictos respecto a quienes admiten a participar de la mesa de los hijos de Dios. La lógica exige que si se permite hoy una reunión conjunta con los católicos en un templo evangélico, mañana deberemos permitir lo mismo en un templo católico. Pregunto: ¿podemos orar junto con los espiritistas?, ya lo creo que no, entonces vuelvo a preguntar: La virgen María y los llamados “santos” por el catolicismo ¿no son seres humanos difuntos? ¿es o no espiritismo su culto?. ¿Me pueden explicar cómo es posible para cualquier espíritu creado estar a la vez en varios lugares distintos de este mundo escuchando a sus devotos?, ¿no es la Omnipresencia un atributo exclusivamente divino?. Esto también se aplica, y de un modo particular, a la virgen María "asunta en cuerpo y alma al cielo".
Si hay imágenes sagradas por distintos hechos milagrosos asociados a ellas ¿esto es sí o no idolatría?. Siempre es bueno recordar que el pueblo de Israel adoró a un becerro de oro del que dijeron: “este es Jehová que nos libró de la esclavitud de Egipto”. Si sólo hay un mediador y Sacerdote, cuyo sacrificio fué ofrecido una vez para siempre ¿porqué los ministros católicos afirman “sacrificar de manera incruenta” al Señor en cada misa liberando a las almas de los difuntos de un supuesto lugar de tormentos llamado Purgatorio? ¿Cómo entender que se llame a la virgen María “corredentora, abogada nuestra, mediadora de todas las gracias”?. . . .
No creo que ningún evangélico, liberal o conservador, pueda cambiar el criterio de los reformadores al respecto.

(Pablo Claudio Salvato

  miércoles 02/04/2014)

domingo, 2 de septiembre de 2018

LOS SANTOS


unes, 26 de septiembre de 2016


LOS SANTOS



Como paso preliminar debemos esclarecer el significado de las palabras, porque el sentido que se da en el Nuevo Testamento a la palabra santo, no es el mismo que le da la
iglesia de Roma. La palabra santo se usa en el Nuevo Testamento unas sesenta veces, nunca como prefijo de un nombre, sino siempre refiriéndose a los creyentes ordinarios en el Señor Jesucristo. Se encuentran vivos en la tierra al aplicárseles esta palabra. Si examinamos algunos pasajes que aluden a ellos, encontraremos que ellos estaban viviendo en diversos países y ciudades: en Jerusalén, (Hechos 9: 13); en Roma (Rom. 1 :7); en Lydda (Hechos
9:32); en Corinto (I Cor. 1:2); en Acaya (2 Cor. 1:1) ; en Efeso (Efe. 1:1) ; en Filipos (Fil. 1:1), y en Colosas (Col. 1:2), como miembros de las iglesias de aquellos lugares, y naturalmente en otros muchos lugares que no se mencionan específicamente. La palabra “santo” significa
“separado,” “puesto aparte.” Habían sido pecadores como todos los demás, pero habían sido “lavados, y santificados, y justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (I Cor. 6:11). Habían sido redimidos por la sangre de Jesús, y todos sus pecados habían sido perdonados “conforme a las riquezas de su gracia” (Efe 1:7). Los que “habían estado lejos, habían sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” Efe. 2:13).
Sin embargo, no eran perfectos en sí mismos, sino que habían sido llamados a ser santos. Las dos cartas escritas a la iglesia de Corinto ponen en claro que estos santos tuvieron a veces faltas graves, y se hallaban lejos de la santidad y de la separación del pecado, a la que habían sido llamados. Había entre ellos divisiones, juicios, desórdenes en el culto, y hubo un caso de escandalosa inmoralidad, de la que se tuvo que ocupar la iglesia. La mayor parte de las otras iglesias eran mejores que ésta, pero ninguna de ellas era “perfecta,” de modo que Dios tuvo que dar a su iglesia dones “para la perfección de los santos, para la obra del ministerio” (Efe. 4:12). Conforme a la enseñanza del Nuevo Testamento, los santos no eran
una clase especial de cristianos que, después de haber obtenido lo que Roma llama “condición heroica de santidad,” forman una especie de aristocracia espiritual en el cielo, y son puestos por el papa en un catálogo especial para ser “venerados” e invocados en las oraciones.
El concepto de la santidad en la iglesia católico-romana es muy diferente del del Nuevo Testamento.
La santidad en la iglesia romana está formada por los que han muerto y viven ahora en el cielo, donde la palabra “santo” en su sentido de separación es una anomalía, puesto que en el cielo no hay pecado del que tengan que separarse. La santidad católico-romana sigue a la beatificación o canonización. La primera consiste en un decreto que autoriza la veneración en ciertas áreas; la segunda tiene aplicación universal y la veneración es ya obligatoria. Durante varios siglos eran los obispos los que decidían quienes eran santos; después por un período largo de tiempo esta prerrogativa se limitó a los arzobispos; hasta que, finalmente, en el siglo once sólo el papa podía beatificar o canonizar y esto solamente después de haber sometido a severo escrutinio los relatos de la vida y santidad del que así había de ser honrado. Esto no se hacía, de ordinario, sino mucho tiempo después de haber muerto la persona. La última etapa tuvo lugar en el año 1634 en que fueron promulgados oficialmente los reglamentos para la
canonización. Tanto la beatificación como la canonización llevaban consigo gastos de ingentes sumas de dinero para hacer frente a todo el proceso que se seguía. Para la canonización se requería que el que había de ser canonizado hubiera obrado por lo menos cuatro milagros que pudieran ser probados.
La más grande de todos los santos es la Virgen María, a quien se tributa un grado de veneración o culto superior al de todos los otros. Siguen los apóstoles, y después los
evangelistas que sufrieron el martirio en los tres primeros siglos, entre ellos Juan el Bautista, aunque la Biblia dice de él que “no obró milagros.” Después de estos aumenta rápidamente el número, que incluye toda clase de hombres y mujeres ermitaños, teólogos, prelados, algunos papas, reyes, gente humilde, a todos los que se les designa un día en el calendario en que son honrados en forma especial. Más tarde se instituyó la fiesta de “Todos los Santos,” para honrar a los que no se les había podido colocar en otro lugar. Tal vez valga la pena hacer notar que la mayor parte de los que están inscritos en el catálogo de los santos son célibes; los casados son una pequeña minoría, y es que la idea de la santidad en Roma no siempre coincide con las
normas del Nuevo Testamento.
No se necesita hacer esfuerzos para decidir cuáles de los santos que figuran en el catálogo romano eran verdaderos santos según el Nuevo Testamento, porque la Palabra de
Dios dice: “No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos de los corazones: y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza” (1 Cor. 4:5).
Esta ordenanza se aplica a nosotros lo mismo que al papa, y una cosa es cierta, que todo “santo” católico-romano que está en el cielo se encuentra allí, no a causa de su propia
santidad heroica ni de la decisión o proclamación del papa, sino porque al igual que nosotros ha confiado en Cristo como su Salvador y ha sido lavado en su preciosa sangre. Se encuentran allí en él, no confiando en su propia justicia, sino en la que es por la fe de Cristo, la justicia de
Dios por la fe (Fil. 3:9).
Roma dice que la intercesión que hacen sus santos por nosotros tiene especial eficacia porque están más cerca de Dios que los cristianos ordinarios, lo cual no es cierta. Todo
verdadero creyente es un santo, que está “en Cristo,” como ya hemos visto; está en Cristo, como los miembros en el cuerpo; está en Cristo, como los pámpanos en la vid son parte de la vid, de modo que la vid no estaría completa sin ellos. Jesús dijo: “Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho” (Juan 15:5 7).
En cuanto a la oración que se ha de hacer a los que han salido de esta vida, hay que decir lo siguiente.
La oración es una forma de culto, y como ya hemos visto, el mandato de Dios, confirmado por nuestro Señor Jesucristo, es, “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.”
En ninguna parte de la Escritura se ordena el culto o la oración a los santos.
Ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento se encuentra un solo caso de invocación a los santos.
Ni Pedro con Cornelio (Hechos 10:25), ni Pablo y Bernabé con los habitantes de Listra (Hechos 14:15) permitieron que los hombres se postraran ante ellos. Nuestro Señor Jesucristo si lo permitió. El leproso le adoró y oró a él (Mat. 8:2). Lo mismo hicieron Jairo (Mat. 9: 18), y los discípulos después de la tormenta en el lago (Mat. 14:33), y la mujer cananea (Mat. 15:22).
Pablo llama creyentes “a todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar, Señor de ellos y nuestro” (I Cor. 1:2). No se refiere a ellos como “a los que
invocan a María y a los santos.”
Es inútil orar a los santos.
Los santos que han salido de este mundo ni son omnipresentes, ni omniscientes, para poder oír las oraciones en todas partes. Orar a ellos es concederles atributos que sólo pertenecen a Dios. Además rebaja el valor y la necesidad de la oración a Dios mismo.
Ni existe evidencia alguna de que tienen poder para ayudar, aunque pudieran oír y conocer nuestras necesidades.
Solamente una vez se refirió nuestro Señor a la oración a un santo en el paraíso, pero aquella oración no procedió de la tierra sino del infierno. El rico oró a Abraham primeramente
por sí mismo, y luego por sus hermanos en la tierra, pero ambas oraciones fueron rechazadas (Lucas 16:23-32).
Saúl trató de conseguir la ayuda de Samuel, después de muerto, porque Dios no le había oído, pero inútilmente. En I Cró. 10:13, 14, leemos: “Murió Saúl por su rebelión con que
prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó; y porque consultó al pitón . . . por esta causa lo mató.” El invocar a los muertos no sólo es inútil, sino que es pecado.
No necesitamos las oraciones de los santos, aunque las pudiéramos conseguir.
El buscar la ayuda de los santos implica la suposición de que Cristo no está dispuesto a salvarnos o bendecirnos, y que hay que convencerle de ello, lo cual es derogatorio de su amor y su gracia.
El único apoyo que se necesita es el nombre de Jesús, que es lo más valedero ante Dios.
Pedro (Hechos 2:21) y Pablo (Rom. 10:13) dijeron: “El que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Nuestro Sumo Sacerdote Jesús se compadece de nuestras enfermedades, pues fue tentado en todo como nosotros.
“Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:15, 16). Jesús dijo: “Yo soy el camino. . .
nadie viene al Padre, sino por mí” Juan 14:6). Al hablar así excluyó a todos los demás mediadores.
En resumen: El catálogo romano de los santos podrá tener interés como cosa de la antigüedad aquí en la tierra; pero no hay ni pizca de evidencia de que tenga validez alguna en
el cielo. En la Escritura no existe nada en apoyo de la idea de que un grupo de almas especialmente santas tengan acceso a Dios con preferencia al que goza cualquier creyente. No hay nada que sugiera que ellos puedan oír nuestras oraciones o ayudarnos con su intercesión, y está prohibido el intentar entrar en contacto con ellos. No necesitamos de otro mediador, pues tenemos a Cristo como nuestro Sumo Sacerdote, siempre intercediendo por nosotros, listo y con poder para venir en nuestra ayuda. “Todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por nosotros a gloria de Dios” (2 Cor. 1:20). “Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón: Dios es nuestro amparo” (Salmo 62:8).
“Tú oyes la oración: a ti vendrá toda carne” (Salmo 65:2).
“Sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias, y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:6) 

Pablo Cludio Salvato