viernes, 28 de octubre de 2016

Tiempos de Refrigerio: El Libro de la Vida


El que venciere será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del Libro de la Vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. (Apoc. 3:5)

¿ESTÁS INSCRIPTO EN EL LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO?

EL NUEVO TESTAMENTO NO HABLA DE CIUDADES DE REFUGIO en la tierra, porque Dios mismo es nuestro Refugio por medio de la Fe en Jesús.
Sí habla de la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén, que desciende del Cielo, de Dios… ¡Y CUYAS PUERTAS SIEMPRE ESTÁN ABIERTAS!
Quien ya ha acudido al Lugar Santo, ejerciendo Fe en el Señor Jesús, recibiendo el perdón de sus pecados y siendo revestido de la Justicia del Señor, está bajo la GRACIA. Efesios 2, dice:
Porque por GRACIA sois salvos, por medio de la Fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se glorie, porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano, para que anduviéramos en ellas.
Y Jesús les dio VIDA, cuando estaban MUERTOS en sus delitos y pecados. ¡POR GRACIA SOIS SALVOS!
Y juntamente con Él nos RESUCITÓ y nos hizo sentar en los Lugares Celestiales con Cristo Jesús.

¡Estamos sentados en Lugares Celestiales con Jesús!
¿Qué otro REFUGIO mejor podemos anhelar?
El ACUSADOR, que es el diablo, no puede tocarnos, hemos sido ROCIADOS con la SANGRE Preciosa del Señor Jesús. La Biblia dice:
La Sangre de Jesús, nos LIMPIA de TODO pecado. (1° Juan 1:7).
Hemos sido ROCIADOS con la Sangre de Jesús. (1° Pedro 1:2)
Nos lavó de nuestros pecados con su Sangre. (Apoc. 1:5)
Y con su Sangre nos REDIMIÓ para Dios. (Apoc.. 5:9)

¿Quién es el ÚNICO, SALVADOR, SUMO SACERDOTE, que nos permite el acceso a Dios gratuitamente y en Su Nombre, y esto, no por un tiempo determinado, limitado?
Jesús es mucho más que un patrocinador. Él dio su Vida por amor a nosotros, para darnos Vida Eterna y rescatarnos de las garras del diablo. Jesús MURIÓ y RESUCITÓ y por medio de Él tenemos ACCESO y REFUGIO en Dios para siempre. Jesús es el ÚNICO MEDIADOR entre Dios y los hombres. Jesús es el CAMINO, la VERDAD y la VIDA.
El diablo sí es un buen patrocinador. Disfruta sometiendo a las personas, ofrece mucho, pero en realidad no da nada, porque él vino para robar, matar y destruir. Su objetivo es conducir a la gente al infierno. Goza de poder e influencias, es el príncipe de este mundo.
Pero ampliemos un poco el concepto de PATROCINIO. El patrocinado es un hombre libre que se somete a un patrono o señor por vínculos de dependencia personal, económica, etc. El patrocinador protege, favorece, pues tiene poder o influencias para hacerlo. El patrocinio es la vinculación por la que un hombre se encomienda a la protección de otro, estando obligado a prestarle fidelidad y servicio.
Un Discípulo de Jesús NO encontrará JAMÁS REFUGIO en el mundo. Dice el Señor Jesús que no recorreremos todas las ciudades hasta su regreso. El mundo NUNCA le dará REFUGIO a un Seguidor de Jesús, pues el mundo está bajo el poder del maligno, el diablo es el príncipe de este mundo y ABORRECE a Jesús y a sus Discípulos.
Tenemos REFUGIO SEGURO en Dios, pero si nos confiamos y salimos de él, desobedeciendo su Palabra, el diablo anda acechando como león rugiente, buscando a quien devorar.


El creyente debe orar, velar con perseverancia, ponerse TODA la Armadura que Dios le preparó (Efesios 6:10) y permanecer en el REFUGIO que es Dios.
El pecador no arrepentido no está bajo la GRACIA, no ha sido rociado con la Sangre de Jesús, no goza de protección divina y el diablo tiene todo el poder y autoridad para hacer lo que quiera con él. Dice la Biblia que el diablo vino para ROBAR, MATAR y DESTRUIR y que Jesús vino para dar VIDA y VIDA en abundancia.
El pecador no arrepentido está SOLO frente al diablo. En cambio, con los que están bajo la GRACIA del Señor Jesús y han sido revestidos con su JUSTICIA, el maligno no puede cumplir su objetivo o propósito.
El REFUGIO que gozamos en Dios por medio de Jesús es ETERNO. Por nada debemos volver a nuestra ciudad de origen, porque Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, ¡RESUCITÓ! ¡No nos está permitido volver atrás!
Dijo Jesús, en Lucas 9:62:


Ninguno que poniendo su mano en el arado, MIRA HACIA ATRÁS, es APTO para el REINO DE DIOS.
Quien ha buscado Refugio en Dios y recibido el Perdón de pecados en el Nombre de Jesús, ha pasado de MUERTE A VIDA, porque el que tiene al HIJO tiene la VIDA. ¡Ha nacido de nuevo! ¡ESTO SÍ ES UN MILAGRO!
Y así ANDARÁ en Nueva VIDA.

¿Quieres que vengan de la Presencia del Señor TIEMPOS DE REFRIGERIO?

Arrepiéntete y conviértete en el Nombre de Jesús, para que sean BORRADOS tus pecados, para que vengan de la Presencia del Señor TIEMPOS DE REFRIGERIO. (Hechos 3:14-20).

CONTINUARÁ




(Elena Sanfilippo Ceraso
    jueves 01/09/2016)

lunes, 24 de octubre de 2016

Fórmula de Concordia (1577): VII - LA SANTA CENA DE CRISTO


Aunque los teólogos partidarios de Zwinglio no deben ser contados entre los teólogos que aceptaron la Confesión de Augsburgo, ya que aquéllos se separaron de éstos ya en el tiempo en que esta confesión se estaba proponiendo; sin embargo, ante el hecho de que se están introduciendo indebidamente en el otro grupo y están tratando, bajo el nombre de esta confesión, de diseminar sus errores, creemos prudente informar a la iglesia de Cristo en cuanto a esta controversia. 


EL ASUNTO EN CONTROVERSIA 
La controversia principal entre la doctrina nuestra y la de los sacramentarios respecto a este artículo 

Se debate acerca de si en la santa cena el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo están presentes real y esencialmente, se distribuyen con el pan y el vino, y son recibidos con la boca por todos los que participan de este sacramento, ya sean dignos o indignos, piadosos o impíos, creyentes o incrédulos, pero de una manera tal que los creyentes reciben el sacramento para consuelo y para vida, los incrédulos en cambio para juicio. Los sacramentarios dicen que no; nosotros decimos que sí. Para explicar esta controversia debe hacerse notar en primer lugar que existen dos clases de sacraméntanos. Algunos son sacramentarios radicales, que afirman en términos muy claros lo que sienten en su corazón, a saber, que lo único que en la santa cena se halla presente, se distribuye y se recibe con la boca, es pan y vino. Otros en cambio son sacraméntanos sutiles, y en realidad, éstos son los más perjudiciales de todos, pues se expresan en una forma al parecer muy correcta, valiéndose de una terminología semejante a la nuestra y aseverando que también ellos creen que en la santa cena, el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes realmente, de un modo verdadero, esencial y viviente; pero añaden que esto sucede de una manera espiritual por medio de la fe. Sin embargo, bajo estos términos especiosos retienen precisamente el error de los otros sacraméntanos, es decir, que en la santa cena no se halla presente ni se recibe con la boca otra cosa que pan y vino. Pues para ellos la expresión «de una manera espiritual» sólo indica el Espíritu presente de Cristo, o el poder del cuerpo ausente de Cristo y sus méritos; pero el cuerpo de Cristo, en opinión de ellos, no se encuentra presente en modo alguno, sino sólo en lo más alto del cielo, al cual debemos elevarnos mediante el pensamiento de nuestra fe, y allá debemos buscar este cuerpo y sangre de Cristo, pero de ninguna manera en el pan y el vino de la santa cena.


 AFIRMATIVA 
La confesión de la doctrina pura respecto a la santa cena, en refutación a los sacramentarios

1. Creemos, enseñamos y confesamos que en la santa cena el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes real y esencialmente, y realmente se distribuyen y se reciben con el pan y el vino.
2. Creemos, enseñamos y confesamos que las palabras del testamento de Cristo no deben entenderse de otro modo sino tal como están escritas, de manera que el pan no significa el cuerpo de Cristo ni el vino la sangre ausente de Cristo, sino que, por causa de la unión sacramental, el pan y el vino son verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo. 
3. Y en lo referente a la consagración creemos, enseñamos y confesamos que esta presencia del cuerpo y la sangre de Cristo en la santa cena no puede ser producida por ninguna obra del hombre, ni tampoco por las palabras que pronuncia el ministro oficiante, sino que debe atribuirse sola y únicamente al poder sin límites de nuestro Señor Jesucristo. 
4. Pero al mismo tiempo también creemos, enseñamos y confesamos unánimemente que en la administración de la santa cena no deben omitirse de ningún modo las palabras de la institución de Cristo, sino que deben recitarse públicamente, como está escrito en 1ª Corintios 10:16: «La copa de bendición que bendecimos», etc. Esta bendición se efectúa mediante la recitación de las palabras de Cristo.
5. Las razones empero sobre las cuales nos basamos en esta controversia con los sacraméntanos son las que el Dr. Lutero ha establecido en su Confesión Mayor respecto a la santa cena. La primera es el siguiente artículo de nuestra fe cristiana: Jesucristo es el Dios y hombre verdadero, esencial, natural y perfecto, en una sola persona, indivisible e inseparable. La segunda: La diestra de Dios a la cual Cristo está puesto de hecho y en verdad según su naturaleza humana, se halla en todo lugar, y así él rige y tiene en sus manos y debajo de sus pies todo lo que está en el cielo y en la tierra, como lo declara la Escritura (Ef. 1:21); y a esta diestra no ha sido puesto ningún humano ni ningún ángel, sino únicamente el Hijo de María; por este motivo él puede hacer todo esto que acaba de decirse. La tercera razón: La palabra de Dios no es falsa y no engaña. La cuarta: Dios tiene y conoce varios modos de estar presente en cualquier lugar, y no está limitado a aquel único que los filósofos llaman local o circunscrito.
6. Creemos, enseñamos y confesamos que el cuerpo y la sangre de Cristo se reciben con el pan y el vino, no sólo de un modo espiritual, sino también con la boca; pero no de un modo capernaítico, sino sobrenatural o celestial, por causa de la unión sacramental, como lo demuestran claramente las palabras de Cristo, pues Cristo nos ordena tomar, comer y beber, cosa que también los apóstoles hicieron, como está escrito, Marcos 14:23: «Y bebieron de él todos». San Pablo dice por su parte en 1ª Corintios 10:16: «El pan que partimos, es la comunión del cuerpo de Cristo», o lo que es lo mismo: El que come este pan, come el cuerpo de Cristo. Así también lo declaran unánimemente los principales Padres antiguos de la iglesia, tales como Cipriano, León I, Gregorio, Ambrosio y Agustín. 
7. Creemos, enseñamos y confesamos que el verdadero cuerpo y sangre de Cristo los reciben no sólo los verdaderos creyentes y los que son dignos, sino también los incrédulos e indignos; pero estos últimos los reciben no para vida y consuelo, sino para juicio y condenación, si no se convierten y se arrepienten (1ª Co. 11:27, 29). Pues aunque rechazan a Cristo como Salvador, sin embargo tienen que admitirlo aun en contra de su voluntad como Juez severo. Y tal como el Cristo presente en la santa cena obra vida y consuelo en el corazón de los verdaderos creyentes y convidados dignos, así el Cristo presente ejerce y ejecuta el juicio en los convidados impenitentes. 
8. También creemos, enseñamos y confesamos que existe una sola clase de convidados indignos: Los que no creen. De éstos se nos dice (Jn. 3:18): «El que no cree, ya ha sido condenado». Y a raíz del uso indigno de la santa cena, este juicio se acumula, se agranda y se agrava (1ª Co. 11:29). 
9. Creemos, enseñamos y confesamos que ningún creyente verdadero en tanto que retiene una fe viva, no importa cuan débil sea esa fe, recibe la santa cena para su condenación, pues la santa cena fue instituida especialmente para los que son débiles en la fe, pero penitentes, para el consuelo y fortalecimiento de su débil fe (Mt. 9:12; 11:5, 28). 
10. Creemos, enseñamos y confesamos que toda la dignidad de los convidados a esta fiesta celestial consiste y estriba únicamente en la santísima obediencia y el mérito perfecto de Cristo. Este mérito nos lo apropiamos mediante la verdadera fe y nos lo garantiza el sacramento, y no alguna virtud o preparación interior y exterior de parte nuestra.


NEGATIVA
Rechazamiento de las doctrinas contrarias de los sacramentarios 

Por otra parte, rechazamos y condenamos unánimemente todos los artículos falsos detallados a continuación, pues se oponen y son contrarios a la doctrina que acabamos de presentar, a la fe sencilla y a la confesión pura respecto a la santa cena.
1. La transubstanciación papista, o sea, la enseñanza del papismo de que en la santa cena el pan y el vino pierden su substancia y su esencia natural, quedando así aniquilados; que estos elementos se transmutan en el cuerpo de Cristo, permaneciendo únicamente su forma exterior. 
2. El sacrificio papista de la misa, que se ofrece por los pecados de los vivos y los muertos. 
3. La práctica de dar a los laicos una sola parte del sacramento, y de negarles la copa, en oposición a las claras palabras del testamento de Cristo, privándolos así de la sangre del Señor.
4. La enseñanza de que las palabras del testamento de Cristo no deben entenderse o creerse en la forma como rezan, sino que son palabras obscuras, cuyo significado debe buscarse previamente en otros pasajes de la Escritura. 
5. En la santa cena, al comer el pan no se recibe el cuerpo de Cristo empero sólo se recibe espiritualmente por medio de la fe.
6. El pan y el vino de la santa cena no son otra cosa que señales por las cuales los cristianos se reconocen los unos a los otros. 
7. El pan y el vino son sólo figuras, semejanzas y representaciones del enteramente ausente cuerpo y sangre de Cristo. 
8. El pan y el vino no son más que una señal recordatoria, un sello de garantía y una prenda mediante los cuales se nos asegura que cuando la fe se eleva a sí misma hasta el cielo, allí se hace partícipe del cuerpo y de la sangre de Cristo de un modo tan cierto como es cierto el hecho de que en la santa cena comemos pan y bebemos vino. 
9. El aseguramiento y la confirmación de nuestra fe que se nos brindan en la santa cena se efectúan sólo por medio de las señales exteriores del pan y el vino, y no por medio de los elementos realmente presentes del verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo.
10. En la santa cena sólo se dispensan el poder, la eficacia y los méritos del ausente cuerpo y sangre de Cristo. 
11. El cuerpo de Cristo está tan encerrado en el cielo que de ningún modo puede estar a la misma vez y a un mismo tiempo en muchos o en todos los lugares de la tierra donde se celebra su santa cena. 
12. Cristo no pudo prometer ni hacer efectiva la presencia esencial de su cuerpo y sangre en la santa cena porque el modo de ser y la propiedad de la naturaleza humana que asumió no puede soportar ni pensar tal cosa. 
13. Pese a toda su omnipotencia (horrible es oírlo), Dios no puede hacer que su cuerpo esté esencialmente presente en más de un lugar a un mismo tiempo. 
14. No son las palabras omnipotentes del testamento de Cristo sino que es la fe lo que hace que el cuerpo y la sangre de Cristo estén presentes en la santa cena. 
15. Los creyentes no deben buscar el cuerpo y la sangre de Cristo en el pan y el vino de la santa cena, sino que deben elevar su vista del pan hacia el cielo y buscar allí el cuerpo de Cristo. 
16. Los cristianos incrédulos e impenitentes reciben en la santa cena no el verdadero cuerpo y la sangre de Cristo, sino únicamente pan y vino. 
17. La dignidad de los convidados a esta cena celestial no consiste únicamente en la verdadera fe en Cristo, sino también en la preparación exterior de los hombres. 
18. Aun los creyentes verdaderos, que tienen y retienen una fe genuina, viva y pura en Cristo, pueden recibir este sacramento para su condenación, porque todavía son imperfectos en su vida exterior. 
19. Los elementos externos y visibles en el sacramento, o sea, el pan y el vino, deben ser adorados. 
20. Dejarnos además al justo juicio de Dios todas las preguntas hechas por presuntuosa curiosidad y con ánimo burlón y blasfemo (la decencia no permite mencionarlas) así como también las demás expresiones en sumo grado execrables y ofensivas que los sacramentarios promulgan de una manera tan grosera, carnal, capernaítica y abominable respecto del misterio sobrenatural y celestial de este santo sacramento. 
21. Por consiguiente, con lo dicho rechazamos y condenamos categóricamente el comer capernaítico del cuerpo de Cristo, o sea, la versión de que su carne es despedazada con los dientes y digerida como cualquier otro alimento, enseñanza de que maliciosamente nos acusan los sacramentarios, contra el testimonio de su conciencia y a despecho de nuestras frecuentes protestas, creando así entre sus oyentes un odio contra nuestra doctrina. En cambio, sostenemos y creemos, de acuerdo con las claras palabras del testamento de Cristo, que se produce un comer verdadero, aunque sobrenatural, del cuerpo de Cristo, y asimismo un beber verdadero, aunque sobrenatural, de la sangre de Cristo. Esto no lo comprende la mente y la razón humana, sino que, como en todos los demás artículos de la fe, nuestra razón tiene que sujetarse a la obediencia hacia Cristo. Este misterio se ha revelado únicamente en la palabra de Dios y sólo puede ser aceptado por medio de la fe. 

(Fuente: http://escriturayverdad.cl/wp-content/uploads/Librodeconcordia/FORMULADECONCORDIA.pdf)

El Libro de Concordia (1580)


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Fórnula de Concordia (1577): XI - La Predestinación y Elección Eterna de Dios


Respecto a este artículo no hubo controversia pública entre los teólogos adherentes a la Confesión de Augsburgo. Pero ya que este artículo, correctamente interpretado, proporciona gran consuelo a los creyentes, y a fin de que en lo futuro no se entablen discusiones ofensivas en torno de él, ofrecemos aquí una explicación del mismo.



AFIRMATIVA
La doctrina pura y verdadera respecto a este artículo

1. Ante todo, es necesario observar con exactitud la diferencia entre la presciencia divina y la predestinación o la elección eterna de Dios.
2. Pues la presciencia divina no es otra cosa que el conocimiento que Dios tiene de todas las cosas antes de que éstas acontezcan, como está escrito en Daniel 2:28: «El Dios que está en los cielos puede revelar cosas ocultas, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer al cabo de los días».
3. Esta presciencia divina se extiende por igual sobre los buenos y los malos, pero no es la causa del mal, ni del pecado, o sea, de las malas acciones (pues éstas tienen su origen en el diablo y en la voluntad mala y perversa del hombre), ni tampoco de la perdición del hombre, de la cual es responsable el hombre mismo; sino que sólo regulariza el mal y fija límites a su duración, con el fin de que todo esto, a pesar de ser de por sí malo, sirva al eterno bien de sus escogidos.
4. En cambio, la predestinación o la elección eterna de Dios abarca únicamente a los creyentes, los hijos amados de Dios, y es una causa de su salvación. También esta salvación la provee Dios, quien asimismo dispone todo lo que atañe a ella. Sobre esta predestinación divina está cimentada nuestra salvación con tal firmeza que ni aun las puertas del infierno pueden prevalecer contra ella (Mt. 16:18; Jn. 10:28).
5. Esta predestinación divina no ha de ser escudriñada en los arcanos de Dios, sino que ha de ser buscada en la palabra de Dios, donde también ha sido revelada.
6. La palabra de Dios empero nos conduce a Cristo, quien es el «Libro de la Vida» (Fil. 4:3) en el cual están escritos y escogidos todos los que han de recibir la salvación eterna, como está escrito en Efesios 1:4: «Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo».
7. Este Cristo llama a todos los pecadores y les promete descanso, y es su serio deseo que todos los hombres vengan a él y que sean socorridos (Mt. 9:2, 9, 13, 22, 29, 35, 37). Él mismo se ofrece a ellos en su palabra, los exhorta a oírla y les dice que no cierren sus oídos ante ella ni la desechen. Además, les promete el poder efectivo del Espíritu Santo y el socorro divino a fin de que perseveren en la fe y por último obtengan la salvación eterna.
8. Por lo tanto, esta elección para la vida eterna no la debemos juzgar ni a base de lo que dice la razón ni a base de la ley de Dios, pues esto nos conduce a una vida disoluta y epicúrea o a la desesperación. También puede suscitar en el corazón del hombre pensamientos perniciosos, y por añadidura, prácticamente inevitables en tanto que uno se deja guiar por su razón; por ejemplo: «Si Dios me ha escogido para la salvación, no puedo ser condenado, no importa lo que haga»; o bien este otro: «Si no he sido escogido para la vida eterna, de nada me sirve el bien que
haga; todos mis esfuerzos son inútiles».
9. La apreciación correcta de la predestinación ha de aprenderse sólo del santo evangelio que nos habla de Cristo. Allí se afirma con toda claridad que «Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos», y que él no quiere que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento y crean en el Señor Jesucristo (Ro. 11:32; Ez. 18:23; 33:11; 1ª Ti. 2:6; 2ª P. 3:9; 1ª Jn. 2:2).
10. Esta doctrina acerca de la predestinación divina es, pues, útil y consoladora a aquella persona que se ocupa en la voluntad revelada de Dios y procede según el orden que observó San Pablo en la Epístola a los Romanos, a saber: Primero dirige a los hombres al arrepentimiento, al conocimiento de sus pecados, a la fe en Cristo, y a la obediencia a la ley divina, y sólo entonces les habla del misterio de la elección eterna de Dios.
11. Sin embargo, el hecho de que haya «muchos llamados, y pocos escogidos» (Mt. 22:14), no quiere decir que Dios no desee salvar a todos. Antes bien, la causa es, por una parte, que muchos no oyen en modo alguno la palabra de Dios, sino que obstinadamente la menosprecian, tapan sus oídos y endurecen su corazón, y así cierran al Espíritu Santo el camino que él comúnmente usa, impidiendo de esta manera que él realice su obra en ellos; por otra parte, también hay muchos que después de haber oído la palabra, la tratan con indiferencia o no la obedecen. Pero la culpa de esto no la tiene Dios o su elección, sino la maldad de los hombres mismos (2ª P. 2:1 y sigtes.; Lc. 11:49, 52; He. 12:25 y sigtes.).
12. Hasta este punto, pues, debe el cristiano ocuparse en meditar sobre el artículo de la eterna elección divina, conforme nos ha sido revelada en la palabra de Dios. Esta palabra nos presenta a Cristo como el «Libro de la Vida», abierto ante nosotros y revelado mediante la predicación del
santo evangelio, como se nos dice en Romanos 8:30: «A los que predestinó, a éstos también llamó». En Cristo, pues, hemos de buscar la elección eterna del Padre, quien ha determinado en su consejo divino y eterno que sólo han de ser salvos los que conocen a su Hijo Jesucristo y creen en él de verdad. Otros pensamientos deben desaparecer por completo de la mente del creyente, ya que no proceden de Dios, sino que son sugeridos por Satanás. Con estos pensamientos el diablo trata de debilitar o de quitarnos por completo el glorioso consuelo que esta saludable doctrina nos brinda, es decir, que por medio de ella sabemos que de pura gracia, sin ningún mérito de nuestra parte, somos escogidos en Cristo para la vida eterna, y que nadie puede arrebatarnos de su mano.
Y esta misericordiosa elección de Dios nos ha prometido no sólo con meras palabras, sino que también la ha certificado con un juramento y sellado con los santos sacramentos, de los cuales podemos acordarnos en nuestras más severas tentaciones, consolarnos en ellos, y apagar con ellos los dardos encendidos del Maligno.
13. Además de esto debemos poner el mayor empeño en llevar una vida en conformidad con la voluntad divina, y en «hacer firme nuestra vocación», como nos exhorta San Pedro (2ª P. 1:10).
Por sobre todo debemos atenernos a la palabra revelada. Ésta no puede defraudarnos, y no nos defraudará.
14. Mediante esta breve explicación de la elección divina se le otorga a Dios toda la gloria, por cuanto se enseña que él nos salva «según el propósito de su voluntad» (Ef. 1:11), de pura misericordia, sin ningún mérito de nuestra parte. Además no se da oportunidad a nadie para que se entregue al desánimo o a una vida disoluta.



NEGATIVA
La doctrina falsa respecto a este artículo

Por consiguiente, creemos y confesamos lo siguiente: Quienes dan a la doctrina acerca de la misericordiosa elección de Dios para la vida eterna una interpretación tal que los cristianos angustiados no pueden consolarse en ella, sino que por ella son conducidos al desánimo o a la
desesperación, o los incrédulos son confirmados en su vida disoluta: Los tales no están tratando esta doctrina según la palabra y la voluntad de Dios, sino según la razón humana y la instigación de Satanás. Pues el apóstol declara en Romanos 15:4: «Las cosas que fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas; para que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza». Por lo tanto, rechazamos los siguientes errores:
1. Dios no quiere que todos los hombres se arrepientan y crean el evangelio.
2. Cuando Dios nos extiende su invitación, no desea en serio que todos los hombres vengan a él.
3. Dios no quiere que todos se salven; antes bien, hay algunos que no por su (mayor) pecaminosidad sino por el mero consejo, propósito y voluntad de Dios, han sido predestinados a la condenación, de modo que no pueden salvarse."
4. La causa de la elección divina no es sólo la misericordia de Dios y el santísimo mérito de Cristo, sino también algo en nosotros por lo cual Dios nos ha escogido para la vida eterna.
Todas estas doctrinas son blasfemas, horribles y falsas. Con ellas se quita a los cristianos todo el consuelo que el santo evangelio y el uso de los santos sacramentos les proporcionan, y por lo tanto no deben ser toleradas en la iglesia de Dios.
Esta es la explicación breve y sencilla de los artículos en controversia, que por un tiempo se han debatido y enseñado en forma discrepante entre los teólogos adherentes a la Confesión de Augsburgo. Por consiguiente, todo cristiano, aun el humilde, guiado por la palabra de Dios y la clara enseñanza del Catecismo, puede percibir lo que es correcto o falso, ya que no sólo se ha expuesto la doctrina pura, sino que también se ha repudiado y rechazado la doctrina contraria, y así se han resuelto y compuesto las divisiones ofensivas que han surgido.
¡Que el Dios todopoderoso y el Padre de nuestro Señor Jesucristo nos conceda la gracia de su Espíritu Santo a fin de que todos seamos uno en él y permanezcamos constantes en esta unidad cristiana, para complacencia de él! Amén.

(Fuente: http://escriturayverdad.cl/wp-content/uploads/Librodeconcordia/FORMULADECONCORDIA.pdf )

viernes, 21 de octubre de 2016

Tiempos de Refrigerio: Golan



GOLAN

Significa SU PRISIÓN, SU GOZO o FELIZ por ser PRISIONERO.
Esta ciudad es conocida como un REFUGIO para los AFLIGIDOS.
Si estás aquí, es porque eres un PECADOR ARREPENTIDO ¡AFLIGIDO!

AFLICCIÓN: Adversidad, angustia, calamidad, dolor, padecimiento, sufrimiento, tribulación, quebrantamiento, opresión, persecución.

Hermano/a: ¿Estás AFLIGIDO?
Lee lo que Pablo nos dice en 2° TIMOTEO 1:8 y 4:5:
No te avergüences de dar Testimonio de Nuestro Señor, ni de mí, PRESO SUYO, sino PARTICIPA de las AFLICCIONES por el Evangelio según el Poder de Dios…
Pero tú sé sobrio en todo, SOPORTA las AFLICCIONES.
Jesús mismo nos dice en Juan 16:33:
En el mundo tendréis AFLICCIÓN, pero confiad, Yo he vencido al mundo.



Debemos buscar REFUGIO EN DIOS en el tiempo de la AFLICCIÓN.
El mismo Señor Jesús enseña en Mateo 13:21, que al venir la aflicción o la persecución por causa de la Palabra, el creyente que no tiene raíz en sí, no la soportará, tropezará y caerá.
Pablo en Romanos 8: 18 afirma:
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la Gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Santiago 5:13, aconseja:
¿Está alguno de vosotros AFLIGIDO? HAGA ORACIÓN.
Isaías 53:7, describe al Señor Jesús así:
Angustiado Él y AFLIGIDO, no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero…
Isaías 49:10 es una Promesa de Dios para el AFLIGIDO:
No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá, porque el que tiene de ellos Misericordia, los guiará y conducirá a Manantiales de agua.
Zacarías 9:12, hace un llamado:
VOLVEOS A LA FORTALEZA,
OH, PRISIONEROS DE ESPERANZA.

¡Busca REFUGIO en Jesús!
¡Vuelve a la FORTALEZA que es Jesús! Verás que al convertirte en un PRISIONERO de ESPERANZA, la AFLICCÍON HUIRÁ. Porque el Señor Jesús es nuestra ESPERANZA. (1° Tim. 1:1).
Cristo en vosotros la ESPERANZA de Gloria. (Col. 1:27)

RENUNCIA A SER UN CREYENTE AFLIGIDO Y CONVIÉRTETE en un FELIZ PRISIONERO de la ESPERANZA que es JESÚS.


¿Quiénes pueden buscar REFUGIO en Dios por medio de Jesús?
TODAS las personas del mundo. 
Esto es:
-Los pecadores NO arrepentidos deben acudir primero al Lugar Santo o de Justicia de Dios.
-Los pecadores ARREPENTIDOS, creyentes en el Señor Jesús, pero que están
FATIGADOS, DÉBILES, AFLIGIDOS, en situación de INSEGURIDAD y / o de DESAMPARO.

LA INVITACIÓN DEL SEÑOR JESÚS ES PARA TODOS:
VENID A MÍ.

MEMORIZA:
El Eterno Dios es tu REFUGIO
Y acá abajo los Brazos Eternos. (Deut. 33:27)
Detrás y delante me rodeaste
Y sobre mí pusiste Tu Mano. (Salmo 139:5)

¡GRACIAS, PADRE CELESTIAL, porque TÚ eres mi REFUGIO
En el Nombre del Señor Jesús! Amén.


CONTINUARÁ






(Elena Sanfilippo Ceraso
     jueves 01/09/2016)

miércoles, 19 de octubre de 2016

Catecismo Anglicano


Lo Concerniente al Catecismo

La intención primordial de este catecismo es que se use por los presbíteros, diáconos y catequistas laicos, como un bosquejo de instrucción. Es un comentario sobre los credos,
pero no pretende ser una definición completa de fe y práctica, sino un punto de partida para el instructor. Para mayor facilidad, se presenta en forma tradicional de preguntas y respuestas.
El segundo uso de este catecismo es presentar un resumen breve de la enseñanza de la Iglesia a los visitantes interesados a cuyas manos llegue el Libro de Oración Común.
Puede emplearse también para organizar un sencillo rito de instrucción; puesto que el material está ordenado por temas, puede usarse en forma selectiva, y el que dirige puede
incluir oraciones e himnos según sean necesarios.


Bosquejo de la Fe - comúnmente llamado el Catecismo

La Naturaleza Humana

P. ¿Qué somos por naturaleza?
R. Somos parte de la creación de Dios y hechos a su imagen.

P. ¿Qué significa ser creados a la imagen de Dios?
R. Significa que somos libres para tomar decisiones; es decir, amar, crear, razonar y vivir en armonía con la creación y con Dios.

P. Entonces ¿por qué vivimos separados de Dios y en desacuerdo con la creación?
R. Porque desde el principio, los seres humanos han hecho mal uso de su libertad, y han tomado decisiones equivocadas.

P. ¿Por qué no usamos nuestra libertad como debemos?
R. Porque nos rebelamos contra Dios y nos colocamos en su lugar.

P. ¿Qué auxilio hay para nosotros?
R. Nuestro auxilio está en Dios.

P. ¿Cómo nos auxilió Dios desde el principio?
R. Desde el principio, Dios nos auxiliaba revelándose a sí mismo y su voluntad, a través de la naturaleza y la historia, por medio de muchos videntes y santos, y especialmente por los profetas de Israel. 

Dios Padre

P. ¿Qué aprendemos en la revelación a Israel acerca de Dios como creador?
R. Aprendemos que hay un solo Dios, Padre todopoderoso, creador de cielo y tierra, y de todo lo visible e invisible.

P. ¿Qué significa esto?
R. Significa que el universo es bueno, y que es la obra de un solo Dios amoroso, que lo crea, sostiene y dirige.

P. ¿Qué significa esto con respecto a nuestro lugar en el universo?
R. Significa que el mundo pertenece a su creador; y que nosotros somos llamados a disfrutarlo y cuidarlo de acuerdo con los designios de Dios.

P. ¿Qué significa esto con respecto a la vida humana?
R. Significa que todas las personas son dignas de respeto y honra, porque todas son creadas a imagen de Dios, y todas pueden responder a su amor.

P. ¿Cómo nos ha sido transmitida esta revelación?
R. La revelación ha sido transmitida por medio de una comunidad creada por un pacto con Dios.

El Antiguo Pacto

P. ¿Qué quiere decir un pacto con Dios?
R. Un pacto con Dios es una relación iniciada por él, a la que un pueblo responde por fe.

P. ¿Cuál es el Antiguo Pacto?
R. El Antiguo Pacto es aquél dado por Dios al pueblo hebreo.

P. ¿Qué le prometió Dios a ese pueblo?
R. Dios le prometió que sería su pueblo para traer a todas las naciones de la tierra hacia él.

P. ¿Qué exigió Dios del pueblo escogido?
R. Dios exigió que el pueblo escogido fuera fiel; que amara la justicia, practicara la misericordia y caminara humildemente con su Dios.

P. ¿Dónde puede encontrarse este Antiguo Pacto?
R. El Pacto con el pueblo hebreo se encuentra en los libros que llamamos el Antiguo Testamento.

P. ¿En qué parte del Antiguo Testamento se manifiesta con mayor claridad la voluntad de Dios para con nosotros ?
R. La voluntad de Dios para con nosotros se manifiesta con mayor claridad en los Diez Mandamientos.

Los Diez Mandamientos

P. ¿Qué son los Diez Mandamientos?
R. Los Diez Mandamientos son las leyes dadas a Moisés y al pueblo de Israel.

P. ¿Qué aprendemos de estos mandamientos?
R. Aprendemos dos cosas: nuestro deber para con Dios y nuestro deber para con nuestro prójimo.

P. ¿Cuál es nuestro deber para con Dios?
R. Nuestro deber para con Dios es creer y confiar en él:
I Amar y obedecer a Dios, y traer a otros a conocerle;
II No poner nada en lugar de Dios;
III Respetar a Dios en pensamiento, palabra y obra;
IV Y apartar regularmente ocasiones para adorar, orar y estudiar los caminos de Dios.

P. ¿Cuál es nuestro deber para con el prójimo?
R. Nuestro deber para con el prójimo es amarle como a nosotros mismos, y hacer con él según queremos que haga con nosotros:
V Amar, honrar y ayudar a nuestros padres y familiares; respetar a las autoridades y obedecer lo que justamente dispongan;
VI Respetar la vida que Dios nos ha dado; orar y trabajar por la paz; eliminar del corazón toda malicia, prejuicio y odio; y ser bondadosos con todas las criaturas de Dios;
VII Usar nuestros apetitos corporales según la voluntad de Dios;
VIII Ser honestos y justos en todos nuestros tratos; buscar la justicia, la libertad y lo que es necesario para la vida de todos; y usar nuestros talentos y bienes, conscientes de que
vamos a rendir cuenta de éstos a Dios;
IX Decir la verdad y no confundir a otros por nuestro silencio;
X Resistir toda tentación de envidia, avaricia y celos; regocijarnos en los talentos y virtudes de otros; y cumplir nuestro deber por amor a Dios, quien nos ha llamado a comunión con él.

P. ¿Cuál es el propósito de los Diez Mandamientos?
R. Los Diez Mandamientos fueron dados para definir nuestra relación con Dios y el prójimo.

P. ¿De qué nos sirven, si no los cumplimos plenamente?
R. Al no cumplirlos plenamente, vemos con más claridad nuestro pecado y la necesidad de nuestra redención.

Pecado y Redención

P. ¿Qué es el pecado?
R. El pecado es seguir nuestra voluntad en lugar de la voluntad de Dios, deformando así nuestra relación con él, con las otras personas y con toda la creación.

P. ¿Cómo nos domina el pecado?
R. El pecado nos domina porque perdemos nuestra libertad al deformarse nuestra relación con Dios.

P. ¿Qué es la redención?
R. La redención es la acción de Dios que nos libera del dominio del mal, del pecado y de la muerte.

P. ¿Cómo nos preparó Dios para la redención?
R. Dios envió a sus profetas para invitarnos a volver a él, mostrarnos la necesidad de nuestra redención y anunciarnos la venida del Mesías.

P. ¿Qué queremos decir por el Mesías?
R. El Mesías es el que fue enviado por Dios para liberarnos del dominio del pecado, a fin de que, con el auxilio de Dios, vivamos en armonía con él, con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con toda la creación.

P. ¿Quién creemos es el Mesías?
R. El Mesías, o el Cristo, es Jesús de Nazaret, el único Hijo de Dios. Dios Hijo

P. ¿Qué significa decir que Jesús es el único Hijo de Dios?
R. Esto significa que Jesús es la única imagen perfecta del Padre, y que nos manifiesta la naturaleza de Dios.

P. ¿Cuál es la naturaleza de Dios revelada en Jesús?
R. Dios es amor.

P. ¿Qué queremos decir al afirmar que Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de la Virgen María?
R. Queremos decir que por la propia acción de Dios, su divino Hijo recibió nuestra naturaleza humana de la Virgen María, su madre.

P. ¿Por qué tomó él nuestra naturaleza humana?
R. El divino Hijo se hizo humano para que en él todos los seres humanos sean adoptados como hijos de Dios y hechos herederos de su reino.

P. ¿Cuál es la gran importancia del sufrimiento y la
muerte de Jesús?
R. Por su obediencia hasta el sufrimiento y la muerte, Jesús ofreció el sacrificio que nos era imposible ofrecer; en él somos liberados del dominio del pecado y reconciliados con Dios.

P. ¿Cuál es el significado de la resurrección de Jesús?
R. Por su resurrección, Jesús venció a la muerte y nos abrió el camino de la vida eterna.

P. ¿Qué queremos decir al afirmar que él descendió a los infiernos?
R. Queremos decir que él estuvo entre los muertos, y les ofreció a ellos también los beneficios de la redención.

P. ¿Qué queremos decir al afirmar que él subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre?
R. Queremos decir que Jesús llevó nuestra naturaleza humana hasta el cielo, donde reina ahora con el Padre e intercede por nosotros.

P. ¿Cómo podemos participar en su triunfo sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte?
R. Participamos en su triunfo al ser bautizados en el Nuevo Pacto, y hechos miembros vivos de Cristo.

El Nuevo Pacto

P. ¿Qué es el Nuevo Pacto?
R. El Nuevo Pacto es la nueva relación con Dios, dada por Jesucristo, el Mesías, a los apóstoles y, por ellos, a todos los que creen en él.

P. ¿Qué prometió el Mesías en el Nuevo Pacto?
R. Cristo prometió llevarnos al reino de Dios y darnos vida en toda su plenitud.

P. ¿Qué respuesta exigió Cristo?
R. Cristo nos exigió que creyéramos en él y guardáramos sus mandamientos.

P. ¿Cuáles son los mandamientos enseñados por Cristo?
R. Cristo nos enseñó el Sumario de la Ley y nos dio el Mandamiento Nuevo.

P. ¿Cuál es el Sumario de la Ley?
R. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el primero y el grande mandamiento.
El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

P. ¿Cuál es el Mandamiento Nuevo?
R. El Mandamiento Nuevo es que nos amemos los unos a los otros, como Cristo nos ha amado.

P. ¿Dónde podemos encontrar lo que los cristianos creemos acerca de Cristo?
R. Lo que los cristianos creemos acerca de Cristo se encuentra en las Sagradas Escrituras y se resume en los credos.

Los Credos

P. ¿Qué son los credos?
R. Los credos son declaraciones de nuestras creencias básicas acerca de Dios.

P. ¿Cuántos credos usa esta Iglesia en su culto?
R. Esta Iglesia en su culto usa dos credos: El Credo de los Apóstoles y el Credo Niceno.

P. ¿Cuál es el Credo de los Apóstoles?
R. El Credo de los Apóstoles es el antiguo credo del Bautismo. Se usa en el culto diario de la Iglesia para recordar nuestro Pacto Bautismal.

P. ¿Cuál es el Credo Niceno?
R. El Credo Niceno es el credo de la Iglesia universal y se usa en la Eucaristía.

P. Entonces ¿cuál es el Credo de San Atanasio?
R. El Credo de San Atanasio es un antiguo documento que proclama la naturaleza de la Encarnación y de Dios en Trinidad.

P. ¿Qué es la Trinidad?
R. La Trinidad es un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

El Espíritu Santo

P. ¿Quién es el Espíritu Santo?
R. El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Trinidad, Dios actuando continuamente en el mundo y en la Iglesia.

P. ¿Cómo se revela el Espíritu Santo en el Antiguo Pacto?
R. El Espíritu Santo se revela en el Antiguo Pacto como el dador de vida, Aquél que habló por los profetas.

P. ¿Cómo se revela el Espíritu Santo en el Nuevo Pacto?
R. El Espíritu Santo se revela como el Señor que nos guía en toda verdad y nos capacita para crecer en la semejanza de Cristo.

P. ¿Cómo reconocemos la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas?
R. Reconocemos la presencia del Espíritu Santo cuando confesamos a Jesucristo como Señor, y somos traídos al amor y armonía con Dios, con nosotros mismos, con nuestros prójimos y con toda la creación.

P. ¿Cómo reconocemos las verdades enseñadas por el Espíritu Santo?
R. Reconocemos como verdades enseñadas por el Espíritu Santo las que están de acuerdo con las Escrituras.

Las Sagradas Escrituras

P. ¿Qué son las Sagradas Escrituras?
R. Las Sagradas Escrituras, comúnmente llamada la Biblia, son los libros del Antiguo y Nuevo Testamento. Frecuentemente se incluyen en la Biblia otros libros llamados apócrifos (La Apócrifa o Libros Deuterocanónicos).

P. ¿Qué es el Antiguo Testamento?
R. El Antiguo Testamento consiste en los libros escritos por el pueblo del Antiguo Pacto, bajo la inspiración del Espíritu Santo, para mostrar a Dios actuando en la naturaleza y la
historia.

P. ¿Que es el Nuevo Testamento?
R. El Nuevo Testamento consiste en los libros escritos por el pueblo del Nuevo Pacto, bajo la inspiración del Espíritu Santo, para dar a conocer la vida y enseñanzas de Jesús y
proclamar las Buenas Nuevas del Reino a todos los pueblos.

P. ¿Qué es la Apócrifa?
R. La Apócrifa es una colección de libros adicionales, escritos por el pueblo del Antiguo Pacto y usados en la Iglesia cristiana.

P. ¿Por qué llamamos a las Sagradas Escrituras la Palabra de Dios?
R. Las llamamos Palabra de Dios porque él inspiró a sus autores humanos, y todavía nos sigue hablando por medio de la Biblia.

P. ¿Cómo entendemos el significado de la Biblia?
R. Entendemos el significado de la Biblia con la ayuda del Espíritu Santo, quien guía a la Iglesia en la correcta interpretación de las Escrituras.

La Iglesia

P. ¿Qué es la Iglesia?
R. La Iglesia es la comunidad del Nuevo Pacto.

P. ¿Cómo se describe la Iglesia en la Biblia?
R. La Iglesia se describe como el Cuerpo, del cual Jesucristo es la Cabeza y del cual todas las personas bautizadas son miembros. Es llamada Pueblo de Dios, Nueva Israel, nación santa, sacerdocio real, columna y fundamento de la verdad.

P. ¿Cómo se describe la Iglesia en los Credos?
R. La Iglesia se describe como una, santa, católica y apostólica.

P. ¿Por qué se describe la Iglesia como una?
R. La Iglesia es una porque es un Cuerpo, bajo una Cabeza, nuestro Señor Jesucristo.

P. ¿Por qué se describe la Iglesia como santa?
R. La Iglesia es santa porque el Espíritu Santo mora en ella, consagra a sus miembros y los guía a efectuar la obra de Dios.

P. ¿Por qué se describe la Iglesia como católica?
R. La Iglesia es católica porque proclama toda la Fe a todos los pueblos, hasta el fin de los tiempos.

P. ¿Por qué se describe la Iglesia como apostólica?
R. La Iglesia es apostólica porque continúa en la enseñanza y comunión de los apóstoles, y es enviada a llevar la misión de Cristo a todos los pueblos.

P. ¿Cuál es la misión de la Iglesia?
R. La misión de la Iglesia es restaurar a todos los pueblos a la unión con Dios y unos con otros en Cristo.

P. ¿Cómo lleva a cabo la Iglesia su misión?
R. La Iglesia lleva a cabo su misión al orar y rendir culto, al proclamar el Evangelio, y al promover la justicia, la paz y el amor.

P. ¿Mediante quién lleva a cabo la Iglesia su misión?
R. La Iglesia lleva a cabo su misión mediante el ministerio de todos sus miembros.

El Ministerio

P. ¿Quiénes son los ministros de la Iglesia?
R. Los ministros de la Iglesia son los laicos, los obispos, los presbíteros y los diáconos.

P. ¿Cuál es el ministerio de los laicos?
R. El ministerio de los laicos es representar a Cristo y su Iglesia; dar testimonio de él dondequiera que estén; según los dones que hayan recibido, efectuar la obra reconciliadora de Cristo en el mundo; y ocupar su lugar en la vida, el culto y el gobierno de la Iglesia.

P. ¿Cuál es el ministerio del obispo?
R. El ministerio del obispo es representar a Cristo y su Iglesia, especialmente como apóstol, sacerdote principal y pastor de una diócesis; velar por la fe, unidad y disciplina de
toda la Iglesia; proclamar la Palabra de Dios; actuar en nombre de Cristo para la reconciliación del mundo y la edificación de la Iglesia; y ordenar a otros para continuar el
ministerio de Cristo.

P. ¿Cuál es el ministerio del presbítero o sacerdote?
R. El ministerio del presbítero es representar a Cristo y su Iglesia, especialmente como pastor del pueblo; participar con el obispo en el gobierno de la Iglesia; proclamar el
Evangelio; administrar los sacramentos; bendecir y declarar el perdón en nombre de Dios.

P. ¿Cuál es el ministerio del diácono?
R. El ministerio del diácono es representar a Cristo y su Iglesia, especialmente como servidor de los necesitados; y ayudar a los obispos y presbíteros en la proclamación del
Evangelio y la administración de los sacramentos.

P. ¿Cuál es el deber de todo cristiano?
R. El deber de todo cristiano es seguir a Cristo; reunirse cada semana para el culto comunitario; y trabajar, orar y ofrendar para la extensión del reino de Dios.

Oración y Culto

P. ¿Qué es la oración?
R. La oración es la respuesta a Dios, por pensamiento y obra, con o sin palabras.

P. ¿Qué es la oración cristiana?
R. La oración cristiana es la respuesta a Dios el Padre, por medio de Jesucristo, en el poder del Espíritu Santo.

P. ¿Cuál es la oración que Cristo nos enseñó?
R. Nuestro Señor nos dio el modelo de oración conocido como el Padre Nuestro.

P. ¿Cuáles son las principales clases de oración?
R. Las principales clases de oración son: adoración, alabanza, acción de gracias, penitencia, oblación, intercesión y petición.

P. ¿Qué es la adoración?
R. La adoración es la elevación del corazón y la mente hacia Dios, sin pedir nada sino gozar de su presencia.

P. ¿Por qué alabamos a Dios?
R. Alabamos a Dios, no para obtener algo, sino porque el Divino Ser nos inspira a alabarle.

P. ¿Por qué damos gracias?
R. Damos gracias a Dios por todas las bendiciones de esta vida, por nuestra redención y por todo lo que nos acerca más a él.

P. ¿Qué es la penitencia?
R. En la penitencia confesamos nuestros pecados y, en todo lo posible, hacemos restitución con la intención de enmendar nuestras vidas.

P. ¿Qué es la oración de oblación?
R. La oblación es la ofrenda de nosotros mismos, nuestras vidas y trabajos, en unión con Cristo, para los propósitos de Dios.

P. ¿Qué son la intercesión y la petición?
R. La intercesión presenta ante Dios las necesidades de
los demás; y en la petición le presentamos nuestras propias necesidades, para que se haga su voluntad.

P. ¿Qué es el culto comunitario?
R. En el culto comunitario nos unimos con otros para reconocer la santidad de Dios, escuchar su Palabra, ofrecer oraciones y celebrar los sacramentos.

Los Sacramentos

P. ¿Qué son los sacramentos?
R. Los sacramentos son signos externos y visibles de una gracia interna y espiritual, dados por Cristo como medios seguros y eficaces por medio de los cuales recibimos esa gracia.

P. ¿Qué es la gracia?
R. La gracia es el favor de Dios para con nosotros, que no hemos ganado ni merecido. Por medio de la gracia Dios perdona nuestros pecados, ilumina nuestras mentes, aviva
nuestros corazones y fortalece nuestras voluntades.

P. ¿Cuáles son los dos sacramentos mayores del Evangelio?
R. Los dos sacramentos mayores que legó Cristo a su Iglesia son el Santo Bautismo y la Santa Eucaristía.

Santo Bautismo

P. ¿Qué es el Santo Bautismo?
R. El Santo Bautismo es el sacramento por el cual Dios nos adopta como hijos suyos, y nos hace miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y herederos del reino de Dios.

P. ¿Cuál es el signo externo y visible en el Bautismo?
R. El signo externo y visible en el Bautismo es el agua, en la cual la persona es bautizada en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

P. ¿Cuál es la gracia interna y espiritual en el Bautismo?
R. La gracia interna y espiritual en el Bautismo es la unión con Cristo en su muerte y resurrección, el nacimiento en la familia de Dios, la Iglesia, el perdón de los pecados y la
nueva vida en el Espíritu Santo.

P. ¿Qué se requiere de nosotros en el Bautismo?
R. Se requiere que renunciemos a Satanás, nos arrepintamos de nuestros pecados y aceptemos a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

P. ¿Por qué, entonces, son bautizados los infantes?
R. Los infantes son bautizados para que compartan la ciudadanía del Pacto, la relación con Cristo y la redención divina.

P. ¿Cómo se hacen y cumplen las promesas hechas en nombre de los infantes?
R. Las promesas son hechas en nombre de los infantes por los padres y padrinos, quienes garantizan que éstos crecerán dentro de la Iglesia, para conocer a Cristo y poderle seguir.

Santa Eucaristía

P. ¿Qué es la Santa Eucaristía?
R. La Santa Eucaristía es el sacramento ordenado por Cristo como memorial perpetuo de su vida, muerte y resurrección, hasta que vuelva.

P. ¿Por qué a la Eucaristía se le llama sacrificio?
R. Porque la Eucaristía, el sacrificio de alabanza y acción de gracias de la Iglesia, es el medio por el que se hace presente el sacrificio de Cristo, y en el cual nos une a la única oblación de sí mismo.

P. ¿Por cuáles otros nombres se conoce la Santa Eucaristía?
R. La Santa Eucaristía se conoce como la Cena del Señor y la santa Comunión; también se le conoce como la Divina Liturgia, la Misa y la Anáfora.

P. ¿Cuál es el signo externo y visible en la Eucaristía?
R. El signo externo y visible en la Eucaristía es el pan y el vino, dados y recibidos según el mandato de Cristo.

P. ¿Cuál es la gracia interna y espiritual conferida en la Eucaristía ?
R. La gracia interna y espiritual en la Santa Comunión es el Cuerpo y la Sangre de Cristo, dados a su pueblo y recibidos por fe.

P. ¿Cuáles son los beneficios que recibimos en la Cena del Señor?
R. Los beneficios que recibimos son el perdón de nuestros pecados, el fortalecimiento de nuestra unión con Cristo y de unos con otros, y las primicias del banquete celestial que es
nuestro alimento en la vida eterna.

P. ¿Qué se requiere de nosotros cuando venimos a la Eucaristía ?
R. Se requiere que examinemos nuestras vidas, nos arrepintamos de nuestros pecados y estemos en amor y caridad con todos.

Otros Ritos Sacramentales

P. ¿Cuáles otros ritos sacramentales evolucionaron en la Iglesia bajo la dirección del Espíritu Santo?
R. Los otros ritos sacramentales que evolucionaron en la Iglesia incluyen la confirmación, la ordenación, el santo matrimonio, la reconciliación de un penitente y la unción.

P. ¿En qué difieren éstos de los dos sacramentos del Evangelio ?
R. Aunque son medios de gracia, no son necesarios para todas las personas de la manera que lo son el Bautismo y la Eucaristía.

P. ¿Qué es la Confirmación?
R. La Confirmación es el rito en el cual expresamos juiciosamente nuestra entrega a Cristo y recibimos fortaleza del Espíritu Santo, mediante la oración y la imposición de manos de un obispo.

P. ¿Qué se requiere a los que van a ser confirmados?
R. Se requiere de los que van a ser confirmados que hayan sido bautizados y suficientemente instruidos en la Fe cristiana, que estén arrepentidos y dispuestos a afirmar su confesión de Jesucristo como Señor y Salvador.

P. ¿Qué es la Ordenación?
R. La Ordenación es el rito por el cual Dios confiere la autoridad y la gracia del Espíritu Santo a los que son hechos obispos, presbíteros y diáconos, mediante la oración y la imposición de manos de los obispos.

P. ¿Qué es el Santo Matrimonio?
R. El Santo Matrimonio es el enlace cristiano, en el cual una mujer y un hombre entran en una unión de por vida, hacen sus votos ante Dios y la Iglesia, y reciben la gracia y
bendición de Dios para ayudarles a cumplir sus votos.

P. ¿Qué es la Reconciliación de un Penitente?
R. La Reconciliación de un Penitente, o Penitencia, es el rito por el cual los que se arrepienten de sus pecados pueden confesarlos a Dios en presencia de un sacerdote, y
recibir la seguridad del perdón y la gracia de la absolución.

P. ¿Qué es la Unción de los Enfermos?
R. La Unción es el rito de ungir a los enfermos con óleo, o de imponerles las manos, por medio del cual la gracia de Dios les es dada para sanidad de espíritu, mente y cuerpo.

P. ¿Se limita la actividad de Dios a estos ritos?
R. Dios no se limita a estos ritos; son ejemplos de las incontables maneras en que Dios emplea cosas materiales para llegar a nosotros.

P. ¿Cómo se relacionan los sacramentos con nuestra esperanza cristiana?
R. Los sacramentos sustentan nuestra esperanza en esta vida y anticipan su cumplimiento en el futuro.

La Esperanza Cristiana

P. ¿Qué es la esperanza cristiana?
R. La esperanza cristiana es vivir confiados en novedad y plenitud de vida, y aguardar la venida de Cristo en gloria, y el cumplimiento de los propósitos de Dios para el mundo.

P. ¿Qué entendemos por la venida de Cristo en gloria?
R. Por la venida de Cristo en gloria entendemos que él volverá, no en debilidad sino en poder, y que renovará todas las cosas.

P. ¿Qué entendemos por cielo e infierno?
R. Por cielo, entendemos la vida eterna en nuestro gozo con Dios; por infierno, entendemos la muerte eterna en nuestro rechazo de Dios.

P. ¿Por qué oramos por los difuntos?
R. Oramos por los difuntos porque les seguimos amando, y porque confiamos que, en la presencia de Dios, aquéllos que han querido servirle, crecerán en su amor, hasta
contemplarle tal y como es.

P. ¿Qué entendemos por juicio final?
R. Entendemos que Cristo vendrá en gloria para juzgar a vivos y muertos.

P. ¿Qué entendemos por la resurrección del cuerpo?
R. Entendemos que Dios nos resucitará de la muerte, en la plenitud de nuestro ser, para que vivamos con Cristo en la comunión de los santos.

P. ¿Qué es la comunión de los santos?
R. La comunión de los santos es toda la familia de Dios, vivos y muertos, los que amamos y los que ofendemos, unidos en Cristo por los sacramentos, la oración y la alabanza.

P. ¿Qué entendemos por vida eterna?
R. Por vida eterna entendemos una nueva existencia en la que somos unidos con todo el pueblo de Dios, en el gozo de conocer y amar plenamente a Dios y unos a otros.

P. ¿Cuál es nuestra seguridad como cristianos?
R. Nuestra seguridad como cristianos es que nada, ni aun la muerte, podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Amén.