sábado, 8 de septiembre de 2018

¿Mesa del Señor o mesa de los demonios?


No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.” (1ª a los Corintios 10:21).

El mundo evangélico está viviendo la confusión de Babel pensando que es la unión de Pentecostés. Es necesario que comprendamos la diferencia que nos presenta el libro de los Hechos entre “mensaje” y “lenguas”. El apóstol Pedro, el día de Pentecostés, predicó un mensaje de salvación en lengua aramea, pero fue comprendido por todos los que se hallaban en ese momento en Jerusalén en sus propias lenguas. Esto ejemplifica lo que por mucho tiempo fué la situación de gran parte de las denominaciones evangélicas: predicar el mismo mensaje de salvación en distintas “lenguas”, es decir, de acuerdo a su idiosincracia. Existían diferencias secundarias, producto de tradiciones y temperamentos distintos, pero el mensaje central era el mismo: es necesario aceptar a Jesús como Señor y Salvador personal. Lo que exige el rechazo de las obras meritorias en el plano de la salvación y de toda forma de devoción que le quite centralidad al Señor Jesucristo, Único Mediador ante el Padre. Hoy en día encontramos a algunos evangélicos que, en aras de un equivocado “ecumenismo”, llaman a los católicos romanos “hermanos”. ¿Cómo ha sido esto posible?. Ocurre que la iglesia de Roma, sin cambiar su mensaje idolátrico y semi-pelagiano, ha comenzado a hablar el “lenguaje” de muchos evangélicos, y estos ilusos llegan a pensar que “si hablan nuestra misma lengua seguro predican el mismo mensaje que nosotros”. De este modo se fijan que en la Renovación Carismática Católica “hablan en lenguas” y se producen sanidades al grito de “¡aleluya!”, pero no que esto sucede en medio del “sacrificio” de la misa y entre las imágenes de vírgenes y santos.
Los evangélicos que realizan reuniones conjuntas con los católicos romanos deberían pensar que clase de mensaje están transmitiendo. Porque el católico dirá; “si soy admitido en un plano de igualdad en la reunión evangélica es porque no tengo nada que cambiar”. Es un gravísimo error tratar a los que están siguiendo el camino de la perdición como si fueran hijos de la Luz. Un evangélico coherente debe saber que el católico romano debe convertirse para ser salvo, y si él lo admite en el actual estado a la comunión de los hijos de Dios, deberá responder por ello ante el Señor por contribuir a la perdición de un alma. ¿Piensan quizás que compartiendo, haciéndolos sentir cómodos “como si estuvieran en su casa” es el modo de ganarlos para la causa evangélica?. Método erróneo es el que utilizan, pues en un país mayoritariamente católico, le es muy difícil competir en servicios a la comunidad a una congregación evangélica respecto de una parroquia católica y, si como ya dijimos, da lo mismo pertenecer a una u otra iglesia ¿para que la problemática de la conversión y la pérdida de beneficios educativos, sociales o de esparcimiento?.
Los pastores evangélicos deben ser verdaderos administradores de los misterios de Dios y reacios en cuanto a participar en ceremonias ecuménicas; como asimismo estrictos respecto a quienes admiten a participar de la mesa de los hijos de Dios. La lógica exige que si se permite hoy una reunión conjunta con los católicos en un templo evangélico, mañana deberemos permitir lo mismo en un templo católico. Pregunto: ¿podemos orar junto con los espiritistas?, ya lo creo que no, entonces vuelvo a preguntar: La virgen María y los llamados “santos” por el catolicismo ¿no son seres humanos difuntos? ¿es o no espiritismo su culto?. ¿Me pueden explicar cómo es posible para cualquier espíritu creado estar a la vez en varios lugares distintos de este mundo escuchando a sus devotos?, ¿no es la Omnipresencia un atributo exclusivamente divino?. Esto también se aplica, y de un modo particular, a la virgen María "asunta en cuerpo y alma al cielo".
Si hay imágenes sagradas por distintos hechos milagrosos asociados a ellas ¿esto es sí o no idolatría?. Siempre es bueno recordar que el pueblo de Israel adoró a un becerro de oro del que dijeron: “este es Jehová que nos libró de la esclavitud de Egipto”. Si sólo hay un mediador y Sacerdote, cuyo sacrificio fué ofrecido una vez para siempre ¿porqué los ministros católicos afirman “sacrificar de manera incruenta” al Señor en cada misa liberando a las almas de los difuntos de un supuesto lugar de tormentos llamado Purgatorio? ¿Cómo entender que se llame a la virgen María “corredentora, abogada nuestra, mediadora de todas las gracias”?. . . .
No creo que ningún evangélico, liberal o conservador, pueda cambiar el criterio de los reformadores al respecto.

(Pablo Claudio Salvato

  miércoles 02/04/2014)

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