domingo, 9 de agosto de 2015

El Reencuentro

¿Qué nos cuenta el salmista atribulado?
¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? Mi espíritu se angustió dentro de mí, está desolado mi corazón. ¿Cuándo vendré y me postraré delante de tu presencia? Guárdame, oh Dios…líbrame. Me han escondido lazo, me ataron con cuerdas, me han tendido red junto a la senda. . . 
Quiero compartir contigo cómo representé el Salmo 88:













¿Es ésta tu situación? ¿Estás solo y oprimido con angustia de muerte? ¿Te diste por vencido y anhelas la muerte? Me cuesta decir esto: ¿Estás pensando en el suicidio?
Hermano/a: escucha lo que tengo para ti:
Lucas 22: 31-34
El Señor Jesús le dijo a Pedro que satanás lo pidió para zarandearlo como a trigo.
Zaranda: Utensilio para separar de una mezcla, las cosas finas de las gruesas.
Zarandear: Mover de un lado a otro con ligereza, rapidez y energía. Mover, sacudir a alguien bruscamente, empujándolo de un lado a otro.
Con estas palabras, Jesús estaba anunciando la “NEGACIÓN” de Pedro, luego que a Él lo hubieran arrestado. Conocemos la respuesta apresurada de Pedro: le prometió fidelidad hasta la muerte. Pero Jesús no se enojó con él ni le reprochó su futuro accionar, tampoco lo llamó hipócrita, mentiroso, mal amigo… No se fue dando un portazo y dejando solo a Pedro. No, nada de eso. Porque Jesús conoce nuestras debilidades y fortalezas, nos ama tal como somos.
Jesús se quedó ahí, con Pedro, con el que lo iba a negar. Pero su intención no era avisarle solamente:
-Pedro, vas a negarme.
¿De qué serviría? Luego, aumentaría la culpa de Pedro. Se lo dijo para que cuando pasara todo, Pedro recordara este Encuentro y que con la negación no se terminaba la relación entre ambos. Había un nuevo comienzo. Siempre hay un nuevo comienzo con el Señor Jesús y su final no iba a ser éste: “Pedro terminó su ministerio negando a su Maestro”.
Jesús continuó hablándole así:
-Pedro: Yo he rogado por ti, que tu Fe no falte.
Iba a ser zarandeado. El terror, la angustia, el dolor profundo, las tinieblas, se iban a apoderar de él en esa trágica noche cercana. 




Él aún no lo sabía, nunca había pasado por una situación semejante. ¡Nunca el diablo lo había zarandeado! Y Jesús que todo lo sabe, le dijo que había rogado, no para que no lo niegue ni para que no sea zarandeado, sino, para que su Fe no falte. ¡Tenía que pasar por ello!
Pero hay más aún. Jesús se proyectó al futuro. Lo vio a Pedro restaurado y le encomienda en ese mismo momento, antes de que todo ocurra, su próximo Ministerio. Le dice así:
-Pedro, “una vez vuelto”,… Es decir, después que Yo resucite nos volveremos a Reencontrar. Tú me confirmarás por tres veces que me amas más que los otros y Yo te sanaré, te restauraré, quitaré tu culpa y la vergüenza por haberme fallado. Te encomendaré tu nuevo Ministerio: “Confirmar a tus hermanos”. Esto es, apacentar y pastorear ovejas y corderos. Jesús le anuncia la victoria a Pedro, aunque él no lo entendió así hasta su Reencuentro con el Señor Resucitado. Pero a pesar de todo lo que Jesús le dijo por adelantado, luego de negar que conocía al Señor, Pedro volvió a su antigua vida de pescador dejando de ser pescador de hombres. Pero en lo íntimo de su corazón amaba a Jesús y tenía Fe en Él.
Hermano/a: Jesús no mira nuestras miserias de hoy. Él ruega para que nuestra Fe no falte al ser zarandeados. ¿Sabes qué es rogar? Suplicar, peticionar con insistencia. Pedir a alguien como Gracia o Favor alguna cosa. Ahora mismo abre to oído y escucha la dulce voz del Señor Jesús que está a tu lado. Él ruega por ti.
¿Y por qué Jesús no impidió el zarandeo ni la negación? ¿Cómo iba a cumplir Pedro el tremendo Ministerio que Jesús tenía preparado para él sin antes haber pasado por la zaranda? Después de esta experiencia, Pedro era una “nueva persona”, como al grano de trigo, el zarandeo lo limpió, quitó la paja, las cáscaras que lo recubrían, etc.



Dice en Hebreos de Jesús: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió OBEDIENCIA”.
Pero esto también va para Pedro y para todos los que son Hijos de Dios: padecer para aprender obediencia.
Estás siendo zarandeado y duele, duele mucho. Pero Jesús quiere hablarte ahora, Escucha su dulce voz. Eleva tus ojos al cielo. Ya pasa, ya termina el zarandeo y vas a salir de él siendo una nueva persona, vas a aprender obediencia. Y en el Reencuentro con el Señor Jesús le vas a confirmar tu amor y ahora sí Él va a poder encomendarte un Ministerio, porque sabe que le vas a obedecer y a servirle fielmente hasta la muerte.


Jesús se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz”. (Filipenses 2:8)
¿Cómo hacen los mártires para entregar su vida por Jesús? Antes, aprendieron obediencia siendo zarandeados,
Hermano/a, no hay otro camino. Si en verdad eres Hijo de Dios aprenderás obediencia, pero no a través de la lectura de la Biblia, de la oración, de la alabanza, etc. Si eres Hijo de Dios aprenderás obediencia a través del padecimiento: Sí, ése es un privilegio de los Hijos de Dios.
Continuemos con el salmista atribulado.
Dios mío, potente Salvador mío. Me ACORDÉ de los días antiguos, MEDITABA en todas tus obras, REFLEXIONABA en las obras de tus manos. EXTENDÍ mis manos a tí, mi alma a tí…
Sí, ahora mismo, acuérdate de todo lo que el Señor Jesús hizo por ti. Y en una hoja de papel, puedes dibujarlo o escribirlo. Medita en ello. Reflexiona en las obras maravillosas de Dios… Extiende tus manos hacia Él y agradécele porque eres su Hijo.
Toma una foto tuya, pégala en esa hoja y escribe bien grande:
Porque Tú formaste mis entrañas. Tú me hiciste en el vientre de mi madre”, (Salmo 139: 13).
Dibuja en la foto:
El Eterno Dios es tu Refugio y acá abajo los brazos eternos”. (Deuteronomio 33:27)
Detrás y delante me rodeaste y sobre mí pusiste tu mano”. (Salmo 139:5)
Pega esa hoja en la pared o ponla en tu Biblia, para que siempre la tengas a la vista. Memoriza los versículos anteriores.
Y así finaliza el salmista, diciendo:
Espera en Dios, alma mía, no te turbes dentro de mí, porque aún he de alabarle. Salvación mía y Dios mío”.







(Elena Sanfilippo Ceraso
    sábado 08/08/2015)

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