jueves, 15 de septiembre de 2016

Fray Martín

Doctor Martín Lutero
de un mensaje universal
te hiciste pregonero,
espíritu gigante y prometéico
el más grande de nuestro pueblo.

De la angustia desesperada
fuiste predicador,
y, al mismo tiempo,
de la consolación por la fe,
anunciador.

De tu pueblo y tu raza
fuiste el genio unificador;
de una nueva,
joven y moderna Europa
el iniciador.

Consejero del Príncipe Elector
sin embargo dijiste
claramente:
"Predicator non debet
politica agere".

Hijo dilecto de la nación alemana
a tu patria amaste vehemente,
y, quién dice Germania,
podrá decir igualmente
Europa u Occidente.

De la libertad evangélica
fuiste abogado, luego que
al libre albedrío
y a las obras buenas
habías condenado.

Enemigo acérrimo
de la idolatría de la razón,
fuiste más inflexible que el acero.
Hospitalario, modesto, sencillo,
y sin ningún apego al dinero.

Buen amigo de tus amigos,
el mejor de los padres para tus hijos,
para todos fuiste "El Reformador",
soldado de Dios, Aurora jubilosa
con trinos de ruiseñor.

Quinto evangelista,
otro apóstol de Cristo;
te compararon con Pablo,
y también con Mahometo,
el profeta del desierto.

De la paz fuiste predicador,
de la autoridad humana retador.
Para que dependiéramos sólo del Evangelio,
nos emancipaste de la jerarquía
y del magisterio.

Del Templo Santo del Dios Misericordioso
fuiste celoso custodio;
"Castillo Fuerte es nuestro Dios
contra las asechanzas del Demonio",
cantabas alegremente acompañado del armonio.

Cuando en Worms no quisiste retractarte
pensaste contarte entre los perdidos.
En Wartburg la Biblia tradujiste;
eras el caballero Jorge
para los desconocidos.

Muy luego cambió más aún la cosa,
te fuiste a vivir al monasterio
con Catalina tu esposa;
llevaste vida de campesino
allá en Wittemberg, la hermosa.

Pero de seguro, fraile agustino,
mucho de fraile conservaste siempre
a pesar del síno,
en tu pensamiento, en tu piedad,
y. . . en tu estilo.

(Pablo Claudio Salvato
        25/07/1990)

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