sábado, 14 de diciembre de 2019

Con los ojos cargados de sueño. 6º parte C

  
Serie: El Pueblo de la Cruz: Una Nueva Creación.

El Eterno Dios es tu REFUGIO
y acá abajo los BRAZOS ETERNOS. Deut. 33:27.
Detrás y delante ME RODEASTE
y sobre mí pusiste TU MANO. Salmo 139:5.

     ¿Cuántas veces nos ocurre lo mismo? La tristeza nos inunda por una determinada situación personal o que alguien cercano está padeciendo, y nuestros ojos se cargan de sueño.
     Es tan grande la tristeza, que nos impide orar, nos agota la desesperanza, que nada se puede hacer ya, que esta vez sí que no hay salida, que un final amargo nos espera. Entonces, sólo deseamos dormir. En realidad, el sueño es señal de que hemos caído en la tentación: CREER que la situación es más grande y poderosa que Dios. Nuestra FE se debilita. Dudamos de la Palabra de Dios. No tenemos fuerza para orar, porque en realidad creemos que no va a pasar nada.
     No logramos entender cuál es la Voluntad de Dios y nos cuesta aceptar lo que está ocurriendo.
     Una y otra vez el Señor se acerca a nosotros. Despierten!, nos dice. Velen y oren para no entrar en tentación. ¿No han podido velar una hora?
     Olvidamos que el ETERNO DIOS es nuestro REFUGIO y aquí, en la Tierra, nos tiene en sus Brazos.
Claro que podemos estar tristes, muy tristes, pero mientras Dios nos sostiene en sus Brazos y con la convicción de que es Su Voluntad la que se va a hacer, que Él tiene control de la situación.
Entonces, nuestros ojos NO van a estar cargados de sueño por la tristeza y NO vamos a caer en un profundo sueño del que no quisiéramos despertar para no ver el terrible fin que nos espera.
     Estaremos tristes, sí, pero DESPIERTOS Y CONFIANDO EN DIOS.
     El Señor Jesús sabía desde el principio que iba a entregar su Vida en la Cruz y que cargaría con los pecados del mundo sobre Él. Pero al estar tan cercano el momento de su crucifixión, su alma estaba muy triste hasta la muerte. Así es que se postró en tierra, no permitió que la gran tristeza lo hiciera dormir, iba a permanecer velando y orando, para que si fuese posible pasase de Él aquella Hora, pero... que se cumpliera solamente la Voluntad del Padre.
     ¿Recuerdas Hechos 12? Pedro estaba custodiado en la cárcel. Era imposible que pudiera salir de ahí por medios humanos, pero... la IGLESIA HACÍA SIN CESAR ORACIÓN A DIOS por él... Dios envió un Ángel a librarlo de la mano de Herodes y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.
     Estos Hermanos, que oraban sin cesar por Pedro, al verle libre y entre ellos, se quedaron atónitos.     ¿Habían orado, como dijo Pablo, al DIOS QUE RESUCITA A LOS MUERTOS?
     Me pregunto, que si tuviéramos ocasión de conocer el efecto de nuestras oraciones por nuestros Hermanos, ¿no nos pasaría también a nosotros que nos quedásemos atónitos?
     A veces, me viene la duda. ¿Habrá tantos Hermanos atribulados y tantos mártires porque “nuestros ojos están cargados de sueño?
     Dios es el mismo...
     Falta Oración, sí, falta Oración al DIOS QUE RESUCITA A LOS MUERTOS.
     Será que, ¿falta FE en el Señor Jesús RESUCITADO?
     Continuemos. Luego, Pablo nos da la clave para no dejar de cooperar con la Oración a favor de nuestros Hermanos:
ACORDAOS de los presos COMO si estuvierais presos juntamente con ellos. Y de los maltratados COMO que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.
     Y podríamos añadir, oremos como si estuviéramos con los / o en los Hermanos que padecen desempleo, hambre, o tienen diagnóstico médico de muerte o están siendo injuriados o sufriendo cualquier tipo de tribulación, que les quita la Esperanza de salir victoriosos, pues dice Pablo, que somos "miembros los unos de los otros".
     A Jesús le duele todo el Cuerpo por sus Hermanos Pequeños atribulados!
     Pero también le duele todo el Cuerpo, porque hay Miembros EN SU CUERPO que NO cooperan en ORACIÓN, por esos Hermanos sufrientes. A Jesús le duele su indiferencia y el abandono que hacen de ellos. Y aún pregunta:
-¿No han podido VELAR una hora a favor de otros y para que no entréis en tentación?
     El salmista ora así en el Salmo 79:
Llegue delante de Tí el gemido de los presos, conforme a la grandeza de tu Brazo, preserva a los sentenciados a muerte...
     Pero no dice: Ya oré, ya cumplí. Se COMPROMETE con su Pueblo ante Dios, a que cuando oiga la Petición de PRESERVACIÓN a los sentenciados a muerte por causa de su Fe: NO OLVIDARÁN.

Y NOSOTROS PUEBLO TUYO, OVEJAS DE TU PRADO,
TE ALABAREMOS PARA SIEMPRE.
     Luego continúa orando con estas preciosas palabras:
VENGAN PRONTO TUS TIERNAS MISERICORDIAS A ENCONTRARNOS.
AYÚDANOS, OH, DIOS, DIOS DE NUESTRA SALVACIÓN.
     En tiempos de persecución, tribulación, opresión, etc. en los cristianos pueden surgir dudas, temores, angustias, vividas en completa SOLEDAD y muchas veces, acompañadas de miseria, hambre, enfermedad, odios, injusticias...
     Podemos leer en Mateo 11, cómo Juan el Bautista, luego de haber declarado públicamente que el Señor Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, lo había bautizado y había oido la Voz desde el Cielo con la Paloma como el Espìritu Santo descendiendo sobre Jesús, estando encarcelado, le surgió la DUDA y mandó a preguntar a Jesús: ¿Eres Tú el que había de venir o esperaremos a otro?
     El Señor Jesús espera que COOPEREMOS en Oración por nuestros Hermanos que padecen. Eso evitará además, que caigamos en tentación. Le había pedido a Pedro que lo acompañe en Oración, pero estaba agotadísimo por la tristeza que lo había embargado y no pudo resistir el sueño. Más tarde, al ocurrir el arresto de Jesús, sufrió las consecuencias de sus “ojos cargados de sueño”: no se había fortalecido por medio de la Oración. Al ser reconocido como Discípulo tuvo miedo y negó al Señor.
     Al orar por otros somos fortalecidos y se aumenta nuestra Fe.
     El Señor Jesús experimentó en carne propia el cansancio. Por eso espera que acudamos a Él en busca de auxilio. Él no quiere que el cansancio nos impida velar y orar y que entremos en tentación.

     Perdón, Señor Jesús. Tengo los ojos cargados de sueño, quisiera hablar contigo, pero no puedo... No puedo velar ni orar. Estoy tan ocupado todas las horas del día, ocupado y preocupado, la desesperanza, las injusticias, me agotan y me quitan las fuerzas. Ayúdame, Señor. No quiero descuidar una Salvación tan grande y deslizarme lejos de Tí, no quiero entrar en tentación ni que mi Fe se debilite y negarte.
     Perdón, Señor, vengo a Tí con mis ojos cargados de sueño. Te entrego mi cansancio, ayúdame a entrar en Tu Reposo. Abre mis ojos para que vuelva a ver que eres el Dios QUE RESUCITA A LOS MUERTOS y que la liberación sólo proviene de Tí.
     Gracias Señor Jesús!
CONTINUARÁ



Elena Sanfilippo Ceraso 1 de diciembre del 2018



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