sábado, 24 de enero de 2015

La conversión, una experiencia personal



             



                    “Aldersgate experience” 
En la foto John Wesley con el dirigente de los Moravos
Peter Böhler. El 24 de mayo de 1738, Wesley asistió a una reunión de este grupo luterano pietista llevada a cabo en la casa de la calle Aldersgate en Londres. Allí experimentó su conversión, la cual trató de transmitir a otros hasta el final de su vida.
EL DIRIGENTE DE LOS MORAVOS PREGUNTÓ A WESLEY SI CONOCÍA A JESÚS COMO SALVADOR. ESTE LE CONTESTÓ:- "SÍ, YO SÉ QUE ES EL SALVADOR DEL MUNDO". ENTONCES EL PRIMERO DIJO:- "PERO ¿SABE SI LO HA SALVADO A UD.? Y JUAN WESLEY, SACERDOTE Y MISIONERO ANGLICANO, SE VIÓ OBLIGADO A RECONOCER QUE NO CONOCÍA A JESÚS COMO SALVADOR PERSONAL.
Durante años viví en el error, el cual hoy veo en muchísimas personas que buscan a Dios con corazón sincero: me gozaba en las verdades que descubría en la Palabra de Dios, la Santa Biblia; señaladamente en la doctrina de la justificación por la fe sola, sin darme cuenta que este conocimiento es inútil en el plano de la salvación sin un acto personal de aceptación del perdón que Dios ofrece gratuitamente en Cristo Jesús.
LA FE QUE CONDUCE A LA SALVACIÓN NO ES "YO CREO EN JESÚS", SINO "YO ACEPTO A JESÚS COMO MI SALVADOR PERSONAL".
Santiago dice en su Carta (2:19):"Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan". Los demonios también saben que hay perdón en la sangre derramada en el Calvario, pero no se lo apropian y, por lo tanto, tiemblan en espera del castigo que recibirán.
El hombre no puede por sí mismo, por sus solas fuerzas naturales, obtener el favor divino. Es la gracia de Dios la que capacita al individuo para que pueda dar una respuesta libre de fe, aceptando o rechazando el amor divino (porque la gracia no es irresistible); y esto nada tiene que ver con el cumplimiento de determinados ritos u otras obras; además es inalienable, es decir, nadie lo puede hacer en mi lugar: si no recibo el perdón gratuito de Dios por este acto personal, no puedo ser lavado en su sangre.
¿De que sirve saber que hay un dinero a disposición en el banco para que usted salde una deuda, si no se acerca hasta allí y lo cobra? Si en el tiempo oportuno, antes de que venza el plazo, no paga lo que debe, será arrestado y sentenciado como moroso.
Adán, como cabeza de la humanidad, contrajo una deuda que pasó a sus descendientes, y cada individuo que viene a este mundo la acrecienta con sus propias faltas personales. Para peor de males, el pecado original produjo una corrupción completa de la naturaleza humana, de tal modo que no hay nadie inmaculado o capaz siquiera de saldar su propia deuda con el Creador a través de sus obras meritorias. Sólo Jesús fué sin pecado, sólo sus actos meritorios son capaces de saldar las deudas de la humanidad; sólo su sangre preciosa tiene el valor infinito para satisfacer la justicia divina ante la falta infinita del hombre que ofende a su Creador y Sustentador.
Del mismo modo en que cada pecador extiende a través de las edades la persona colectiva de Adán, quién con soberbia satánica declara su autonomía del Supremo Legislador; cada nuevo creyente recibe el enorme privilegio de extender el Cuerpo del Señor Jesús mediante la aceptación del perdón provisto por Dios en la cruz del Calvario. El creyente no solo adquiere la ciudadanía celestial perdiendo la ciudadanía adámica, sino que este Dios de Amor Infinito nos hace hijos en el Hijo; nos adopta como miembros de su familia.
Se oye decir a muchos:"- Qué fácil es salvarse para los evangélicos, sólo por fe, sin obras". Lamentablemente, aquellos que así se expresan, han entendido poco del camino de la salvación de acuerdo con las Sagradas Escrituras. El apóstol Pablo decía a los efesios (2:8-9):"Por gracia soís salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Este texto, que expresa como ningún otro qué cosa es la conversión, dice que SOMOS SALVOS POR GRACIA, esto es, por la misericordia de Dios, la cual nos capacita para que la recibamos POR MEDIO DE LA FE, pues como ya dijimos, por nuestras propias fuerzas naturales es imposible volverse hacia Dios. Todas las obras humanas anteriores a la conversión, aún aquellas aparentemente buenas, están infectadas por el pecado original. Es la gracia de Dios la que capacita a la persona para que ejerza un acto de fe libre por medio del cual se recibe el perdón inmerecido de Dios (del cual se dice que ES UN DON, esto es, un regalo). Aquellos que han sido justificados reciben el Espíritu Santo de Dios, el Espíritu de Santidad, el cual, como si fuera una segunda naturaleza impuesta a la pecadora, hará que broten las buenas obras, nos permitirá una vida de victoria sobre el pecado. De allí,que en el vers. 10 del texto bíblico citado, diga:"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". Una vieja expresión evangélica afirmaba: "No nos salvaremos por nuestras buenas obras, pero de seguro no nos salvaremos sin ellas". Cuando hablamos de justificación por la fe sola, queremos decir entonces, que LA GRACIA EXCLUYE LOS MÉRITOS,que "todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia" (Isaías 64:6), y no que recibimos una licencia para pecar impunemente. Los redimidos constituyen un pueblo sacerdotal cuyas vidas tienen como objetivo presentar eternamente sacrificios de alabanza y acción de gracias, ofrenda de labios puros, por aquel Sumo Sacerdote quién, una sola vez y para siempre, realizó por ellos sacrificio de expiación.

(Pablo Claudio Salvato
   viernes 02/02/2001)

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