viernes, 11 de noviembre de 2016

AÚN SIEMBRA AMOR




Querido Hermano/a:
He sentido la urgente necesidad de escribirte a tí, que estás padeciendo algún tipo de postración, crónica o reciente y cualquiera sea su origen: problemas de orden físico, emocional, espiritual, social, por calástrofes, tragedias…
Y te levantas, una y otra vez, con la esperanza de que en éste último intento tendrás éxito, pero… todo sigue igual.
Es mi oración que Dios te llene de su Amor y obre en tu vida con toda su Potencia, porque Dios es el mismo, ayer, hoy y para siempre.
Oye la dulce voz del Señor Jesús, que muy suavemente, pero con autoridad, te dice:
(tu nombre) ………… a ti te digo: LEVÁNTATE.


Hoy quiero hablarte de un HOMBRE simple, compasivo, Amigo. Anduvo por los caminos haciendo bienes, predicando que el Reino de los Cielos se ha acercado y que debían arrepentirse para recibir el perdón de sus pecados, todo esto acompañado de señales, milagros y prodigios, pero siempre pedía que no divulgaran quién los había hecho. No hacía alarde ni llevaba una lista de a cuántos muertos había resucitado, a cuántas personas había sanado, a cuántas había librado de demonios, etc.
Acostumbraba ir de ciudad en ciudad, no buscaba la fama, ni que lo recibieran con aplausos, no se consideraba una “estrella” ni realizaba espectáculos en teatros o lugares parecidos. Prefería detenerse en los alrededores de las ciudades, cerca del mar, en el desierto, en lugares amplios. Y multitudes lo seguían. Sanaba a todos, bendecía a los niños, multiplicaba los alimentos para dar de comer a hombres, mujeres y niños que permanecían a su lado por muchas horas, escuchando sus enseñanzas, pues lo hacía con autoridad. Sentía compasión porque veía a las personas como ovejas sin pastor, que no sabían hacia dónde ir. Los leprosos, los menesterosos, los pobres, los desamparados, los de humilde condición y toda persona que sufriera física, emocional o espiritualmente recibía su Bendición. Y así fue desde que nació: los pastores, que eran los más humildes, los que no existían para la sociedad, creyeron al anuncio de los ángeles y corrieron a adorarle.


Cada día, se levantaba de madrugada para orar al Padre y luego salía a cumplir con la misión que Él le había encomendado. Era común escucharle decir:
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Lucas 19:10.
Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Mateo 9:12.
Pablo dice que Dios escogió del mundo lo necio, lo débil, lo vil, lo menospreciado y lo que NO ES… a fin de que nadie se jacte en su Presencia. (1° Corintios 1:27).
Por supuesto que, ¿quién iba a ir a los lugares donde Él concurría? ¡Nadie!
Sólo Él trataba cara a cara con el pecado, la enfermedad, la miseria, la maldición, el odio, la tristeza, la muerte, la soledad, el abandono, el desamparo, las tinieblas, y las convertía en Perdón de pecados, Salud, Bendición, Paz, Amor, Gozo. Vida, Amparo, Luz, Alegría, Reconciliación, Familia de Dios, Amistad…
Este HOMBRE que aún anda por los caminos sembrando AMOR…
ES EL SEÑOR JESÚS.


Cuenta la Biblia en Juan 5:2, que Jesús había subido a Jerusalén y que cerca de la Puerta de las ovejas hay un estanque, llamado en Hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua, porque el primero que descendía al estanque cuando ésta se agitaba, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
Te invito a que, retrocediendo en el tiempo, seamos parte de la escena:
Y ahí llegaba Jesús, ingresando por la Puerta de las Ovejas. Juan 10:2, dice que “el que entra por la Puerta el Pastor de las ovejas es”.
Jesús, el Príncipe de los pastores, El Pastor y Obispo de nuestras almas, el Buen Pastor que daría SU Vida por las ovejas y que el Dios de Paz resucitaría de los muertos, por la Sangre del Pacto Eterno, ¡estaba ahí!, en la búsqueda de una ovejita sufrida, perdida, desamparada, sola, que luchaba inútilmente por salir de ese estanque, conocido como el estanque de la sanidad para muchos, pero que si se lo miraba bien, era un lugar de muerte, enfermedad, dolor, tristeza, del que no era fácil salir sano.


Cuando Jesús lo vio acostado, averiguó sobre él y al saber que llevaba ahí mucho tiempo, se acercó y le preguntó:
-¿QUIERES SER SANO?
Este hombre no conocía a Jesús. No sabía quién era ni lo que hacía. Tampoco tenía forma de conocerlo, porque hacía años que estaba postrado, sepultado en este estanque.
Si bien a Jesús le habían dado mucha información sobre este hombre, la pregunta que le hizo era clave y sólo él podía responderla: ¿Quieres ser sano?
Las palabras que a continuación salieran de su boca, iban a determinar cómo iba a ser el final del encuentro entre ambos. Nadie podía responder una pregunta tan personal, porque pudiera ser que este hombre se hubiera entregado, que ya no esperara nada, que se hubiera acostumbrado a estar depositado en ese lugar frente a un IMPOSIBLE.
Veamos qué fue contestando el hombre enfermo a Jesús, determinando con sus palabras, (como ya dije), cuál iba a ser su FINAL.
1 - Señor, NO TENGO quien me meta en el estanque cuando se agita el agua…
Aquí le planteó su primera dificultad, si tuviera alguien que rápidamente lo metiera en el estanque, ¡sería sano! Pero él estaba SOLO.
Y ahí estaba, postrado cerca, cerquita del estanque, de su SALVACIÓN, pero imposibilitado de sumergirse en sus aguas liberadoras, sanadoras, limpiadoras… Imposibilitado de arrebatar la sanidad que éste le ofrecía.
Luego le presentó la segunda dificultad con la que se encontraba, cada vez que por él mismo intentaba sumergirse en el estanque:
2 - Entre tanto que yo voy, OTRO desciende antes que yo.
¡Le ganaban! Claro que lo seguía intentando, pero era inútil, OTRO siempre le ganaba. ¿Y por qué lo seguía intentando?
Porque CREÍA que el estanque era el ÚNICO medio para lograr su sanidad. ¡El estanque era su ÚNICA tabla de salvación!
¿A qué lugar debía recurrir una persona enferma? ¡Al estanque! ¿O no era cierto que había una multitud de enfermos en los cinco pórticos? ¿A dónde más podía recurrir? ¡No había otro lugar donde acudir!
Este hombre no se daba cuenta que su ÚNICO gran obstáculo era dónde tenía depositada toda su fe. Era su fe puesta en el estanque quien lo mantenía postrado. Su enfermedad, el no tener alguien a su lado, el “otro” que siempre le ganaba, no eran los obstáculos por los que no alcanzaba la sanidad. AL PONER TODA su fe en el ESTANQUE y en los conocimientos erróneos que le habían enseñado, NUNCA iba a salir de ahí. Pero él igual lo seguía intentando aunque sabía que NUNCA iba a ser el PRIMERO en llegar a sumergirse. Por él mismo nunca iba a alcanzar la Salvación.
Pero en este día, ahí estaba Jesús, escuchando pacientemente su respuesta. Aunque sólo esperaba escuchar un SÍ o un NO, pudo comprender por el relato del hombre que, ¡SÍ QUERÍA SANARSE!


Entonces Jesús le mandó:
-LEVÁNTATE, TOMA TU LECHO Y ANDA.
Dice la Biblia que al instante aquel hombre fue sanado, tomó su lecho y anduvo.
Sí, había estado buscando la Salvación en el lugar equivocado. Pero Jesús mismo, la SALVACIÓN en Persona, había venido a buscarlo y a rescatarlo de su postración física, emocional y espiritual.

MEDITA:
¿En quién tienes depositada tu fe?
¡En Jesús! Me dirás.
¿Estás seguro que tienes depositada tu FE SOLAMENTE en Jesús?

HERMANO/A:
Tal vez estés padeciendo un problema que te llevó a que estés postrado, tirado, derribado… y como este hombre, CREES que tu salvación está en determinado lugar, persona o cosa, (si tuviera tanto dinero, si pudiera ir a tal lugar, si consiguiera hablar con…, si este santo me contestara, etc) Y continúas intentando vez tras vez alcanzar la salvación, ¡levantarte al fin! Y comenzar a ANDAR libre ya del problema que te llevó a tal estado.
Sin meditar que tal vez, sea tu fe equivocada la que te llevó a la postración, la que te convirtió en un PERDEDOR.
La sociedad, la familia, los amigos, no quieren “perdedores”. No les interesa saber por qué llegaste a ese estado. Quieren personas ganadoras, victoriosas, siempre jóvenes!
Te fuiste quedando SOLO y POSTRADO. Y para peor, cuando crees que esta vez se te va a dar, OTRO siempre llega antes que vos, cumple con todos los requisitos y te gana. Tampoco tienes a nadie que te sumerja, te patrocine, que te acompañe.
Una y otra vez, lo sigues intentando, pero los fracasos se acumulan, y pueden convertirse en resentimiento, ira, enojo, depresión, angustia, etc. Pueden transformarse en una carga muy pesada, tan pesada, que te va a dejar postrado para siempre.
Tal vez digas como el hombre enfermo: Entre tanto que yo voy…

Medita, hermano/a:
¿A dónde vas? ¿No estarás poniendo TODA tu fe, tu fuerza, una y otra vez, en el lugar, persona o cosa equivocados y donde para peor, siempre llega alguien antes que tú?
¡Tengo una buena noticia para ti!
¡Jesús te está buscando! Él quiere mostrarte el Camino. Eres su ovejita amada. Escúchalo, está a tu lado y te está hablando.
El Salmo 46:10 dice:
Estad quietos y conoced que YO SOY DIOS.
Jesús te pregunta ahora mismo:
-¿Quieres ser…..? (¿Cuál es tu problema?)
Abre tu corazón y cuéntale todo a Jesús, como hizo el hombre enfermo, aún cuando no lo conocía ni sabía nada de Él. Pero Jesús sí te conoce a ti. Cuéntale lo que estás padeciendo. Que no tienes salida. Que estás postrado e imposibilitado de levantarte y de alcanzar la salvación por ti mismo.
Jesús NUNCA te va a dejar en el estado en que te encuentras ni va a permitir que la postración avance hasta llevarte a la destrucción. Jesús vino a buscarte para salvarte.
¿Qué le vas a contestar a su pregunta? ¿Quieres o no, ser …(salvo, libre, sano, etc.) De la respuesta que le des a Jesús, depende que tu vida cambie o no. Jesús no obliga a nadie. Él tiene poder para transformar tu vida si le dices:
- Sí, Señor, quiero. Pero no puedo.
Creo que SÓLO´TÚ puedes hacerlo. ¡AYÚDAME! ¡LEVÁNTAME!
CREE en las Promesas de Dios:
No temas, que YO estoy contigo, no desmayes porque YO SOY TU DIOS que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la Diestra de mi Justicia. (Isaías 41:10).
Aunque afligido yo y necesitado, Dios pensará en mí. Mi Ayuda y mi Libertador eres Tú. (Salmo 40:17).

Hermano/a:
JESÚS TE MANDA AHORA:
LEVÁNTATE, HAZ AHORA lo que no has podido hacer hasta hoy.
Dile “Sí Señor” y obedece a su Palabra, entonces esa Puerta cerrada se abrirá por el PODER de su Palabra.
Jesús mismo vino a buscarte, tu vida es de gran valor para Él. Por ti se entregó en la Cruz del Calvario y RESUCITÓ. Tu vida, en este momento, no tiene valor para el mundo, por eso continúas postrado.
Pero para Jesús tú eres PRECIOSO, ¡te AMA!






(Elena Sanfilippo Ceraso
      jueves 29/9/2016)


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