martes, 15 de septiembre de 2015

Sermón 55: Sobre la Trinidad (por el Rev. Juan Wesley)


"En cierta ocasión en que el glorioso doctor (Agustín de Hipona) se hallaba en África, mientras iba paseando por la orilla del mar meditando sobre el misterio de la Trinidad, se encontró en la playa con un niño que había hecho un hoyo en la arena con una pala. Con la pala recogía agua del mar y la derramaba en el hoyo. San Agustín al contemplarlo se admiró, y le preguntó qué estaba haciendo. Y el niño le respondió: “quiero llenar el hoyo con el agua del mar”. “¿Cómo?” dijo San Agustín, “eso es imposible, ¿cómo vas a poder, si el mar es grandísimo y ese hoyo y la pala muy pequeños?”. “Pues sí podré”, le contestó el niño, “antes llenaré yo el hoyo con todo el agua del mar que tú comprendas la Trinidad con el entendimiento”. Y en ese instante el niño desapareció." [De la Leyenda Áurea o Vida de Santos, Reunida por Jacobo de Voragine, Arzobispo de Génova en 1275]

La Reforma del siglo XVI rechazó, en su casi generalidad, definir las verdades bíblicas de acuerdo a los conceptos de la Filosofía Escolástica. Si Aristóteles nos puede ayudar, en cierto grado, a comprender una verdad biblica, no por ello, dicha interpretación se transforma en obligatoria para la fe. Por ejemplo: a) Dios revela en su Palabra que el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo son un solo Dios, pero no revela la manera en que son Uno. b) Nos revela que el Verbo se hizo carne, pero no la manera o el modo en que Dios se manifestó haciéndose verdadero hombre en Jesús. c) Tampoco sabemos el modo en que el espíritu de cada hombre está unido a su cuerpo. d) En la Eucaristía, Jesús nos dice que se hace presente Personalmente, pero aquí tampoco se revela la manera o el modo en que está en el Sacramento.
Este maravilloso Sermón de Wesley nos ayuda a clarificar esto.


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Advertencia
Desde hace unos días tenía deseos de predicar sobre este texto. Así lo hice ayer por la mañana. Por la tarde estaba presionado a escribir e imprimir mi sermón, si fuera posible antes de dejar Cork. Lo escribí esta mañana, pero debo disculparme ante el lector por las desventajas que tengo, en tanto no tengo aquí ningún libro para consultar, ni tiempo para hacerlo.
Cork [Irlanda], 8 de mayo de 1775.


1 Juan 5.7
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 

1. Sea lo que fuera lo que la generalidad de la gente pueda pensar, es cierto que la opinión no es religión: ni la correcta opinión, ni el asentimiento a una o diez mil verdades. Existe una gran diferencia entre ambas: aun la opinión correcta está tan distante de la religión como el este lo está del oeste. Las personas pueden estar completamente correctas en sus opiniones, y no obstante carecer de religión. Por otra parte, las personas pueden ser verdaderamente religiosas y sostener opiniones erróneas.
¿Alguien puede dudar esto mientras haya romanistas en este mundo? ¿Pues quién puede negar, no sólo que anteriormente muchos de ellos han sido verdaderamente religiosos (como Tomás de Kempis,1 Gregorio López,2 y el Marqués de Renty 3), sino que muchos de ellos hasta este día son cristianos verdaderos y espirituales? ¡Sin embargo, qué montón de opiniones erróneas sostienen, comunicadas por la tradición desde sus padres! Más aún, ¿quién puede dudar de esto mientras haya calvinistas en el mundo, defensores de la predestinación absoluta? ¿Pero quién se atrevería a afirmar que ninguno de ellos son personas verdaderamente religiosas? No sólo que muchos de ellos fueron antorchas que ardían y alumbraban,4 sino que muchos de ellos son ahora verdaderos cristianos, amantes de Dios y de toda la humanidad. No obstante, ¿qué son todas las absurdas opiniones de todos los romanistas del mundo comparada con sólo aquella, que el Dios de amor, el sabio, justo, misericordioso Padre de los espíritus de toda carne, tiene prefijado un decreto absoluto, permanente e irresistible por el cual una parte de la humanidad (aunque haga lo que quiera) se salvará, y el resto (no importa si hace lo que puede) se condenará?5
2. Por tanto no podemos sino inferir que hay diez mil errores que pueden encontrarse en la verdadera religión, con respecto a lo cual toda persona sincera y considerada pensará y dejará pensar. Pero hay algunas verdades más importantes que otras. Parece que hay algunas que son de profunda importancia. No las denomino verdades «fundamentales», porque ésta es una palabra ambigua, y por eso ha habido tantas disputas acaloradas sobre el número de las verdades «fundamentales». Pero por cierto hay algunas que verdaderamente nos interesa conocer, en tanto tienen una estrecha relación con la religión vital. Sin duda podemos clasificar entre éstas aquella contenida en las palabras arriba citadas: «Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.»
3. No quiero decir que es importante creer esta o aquella explicación de estas palabras. No conozco ninguna persona de buen juicio que siquiera intentaría explicarlas.
Uno de los mejores tratados que jamás escribiera aquel gran hombre el Deán Swift, fue su sermón sobre la Trinidad.6 En éste muestra que todos los que siquiera intentaron explicarlo han perdido completamente su camino; han perjudicado la causa que intentaban promover, logrando sólo, como dice Job, «oscurecer el consejo con palabras sin sabiduría».7
Fue en mala hora que estos expositores iniciaron su infructífera labor. No insisto en una explicación particular; no, ni siquiera en la mejor que jamás haya visto, la que nos es dada en el Credo comúnmente atribuido a Atanasio.8
Lejos estoy de afirmar que quien no concuerda con este credo «sin duda perecerá eternamente». Por motivo de aquella y de otra cláusula por algún tiempo tuve escrúpulos para aceptar ese Credo, hasta que llegué a considerar, (1) que estas frases sólo tienen relación con los incrédulos recalcitrantes, es decir, aquellos que, teniendo todos los medios para conocer la verdad, la rechazan obstinadamente, mas no con los involuntarios; (2) que las mismas se relacionan únicamente con la substancia de la doctrina allí expuesta, mas no con las ilustraciones filosóficas de la misma.
4. No me atrevo a insistirle a nadie sobre el uso de la palabra «Trinidad» o «Persona». Yo mismo las uso sin ningún escrúpulo porque no conozco de alguna mejor. Pero si cualquier persona tiene algún escrúpulo en hacerlo, ¿quién la obligará a usarlas? Yo no podría; y mucho menos quemar viva a una persona y hacerlo con madera verde y mojada, por decir: «Aunque creo que el Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios; sin embargo, tengo escrúpulos en usar las palabras Trinidad y Personas porque no encuentro estos términos en la Biblia». Estas son las palabras que el compasivo Calvino cita como escritas a él por Serveto.9 Insistiría solamente sobre las palabras directas y sin explicación, tal como se encuentran en el texto: «Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno».
5. «Tal como se encuentran en el texto», mas aquí surge una pregunta. ¿Es este texto genuino? ¿Fue originalmente escrito por el Apóstol o fue insertado posteriormente? Muchos han dudado de esto, y en especial aquella gran luz de la iglesia cristiana, recientemente removido a la iglesia celestial, Bengel (el más piadoso, el más juicioso, y el más laborioso, de todos los comentaristas modernos del Nuevo Testamento).10 Por algún tiempo tuvo dudas sobre su autenticidad, puesto que falta en muchas de las copias antiguas. Pero sus dudas se disiparon debido a tres consideraciones: (1) Aunque falta en muchas copias, no obstante aparece en más, abundantemente más copias, y en aquellas de mayor autenticidad. (2) Que se encuentra citado por una entera sucesión de escritores antiguos desde el tiempo de San Juan hasta el de Constantino. Este argumento es concluyente; porque no lo podrían haber citado si no hubiera estado en el Canon sagrado. (3) Que fácilmente podemos dar cuenta de su falta en muchas copias, después de ese tiempo, cuando recordamos que el sucesor de Constantino11 fue un celoso arriano, que usó todos los medios para promover su nociva causa y extender el arrianismo a través del imperio; en especial procuró borrar este texto en tantas copias como cayeron en sus manos. Y de tal manera prevaleció que la época en que vivió es comúnmente llamada seculum Arianum, la era arriana; habiendo entonces sólo un hombre eminente que se le opuso poniendo en peligro su propia vida. Así que hasta hubo un refrán, Athanasius contra mundum, «Atanasio contra el mundo».
6. Pero se objeta: «Sea lo que resultare del texto, no podemos creer lo que no entendemos. Por tanto, cuando nos requieres creer en misterios, te rogamos que nos excuses».
Aquí hay un doble error. (1) No requerimos con esto, aunque ustedes supongan lo opuesto, que crean en ningún misterio. Además, (2) ustedes ya creen en muchas cosas que no pueden entender.
7. Para empezar por lo último. Ustedes ya creen muchas cosas que no pueden comprender. Pues creen que hay un sol sobre sus cabezas. Pero si se encuentra quieto en medio de este sistema, o no sólo gira sobre su propio eje sino también se alegra cual gigante para correr el camino,12  ustedes no pueden entender ni uno ni lo otro: cómo se mueve, o cómo reposa. ¿Con qué poder, con qué fuerza natural o mecánica, se sostiene en el fluido etéreo?
No pueden negar el hecho; sin embargo no pueden explicarlo para satisfacer a un investigador racional. Ciertamente pueden darnos las hipótesis de Tolomeo, Tycho Brahe, Copérnico,13 y veinte más. Las he leído una y otra vez. Estoy harto de ellas y no me importan un bledo.
No me proporciona cada nueva solución sino cambio de voces, de palabras y armazón.
Con otro ropaje vuelve mi pregunta a mí, y mi duda es la misma que proferí.14
Todavía insisto, ustedes creen el hecho, pues no pueden negarlo; mas la manera no pueden comprenderla.
8. Ustedes creen que hay tal cosa como la luz, sea que fluya del sol o de cualquier otro cuerpo luminoso. Pero no pueden comprender su naturaleza o su manera de fluir.
¿Cómo se mueve desde Júpiter a la Tierra en ocho minutos, trescientos treinta mil kilómetros en un momento? ¿Cómo hacen los rayos de la vela introducida en la habitación para dispersarse instantáneamente en cada esquina? De nuevo: aquí hay tres velas, no obstante existe una sola luz. Expliquen esto y yo explicaré lo del Dios Triuno.
9. Ustedes creen que existe tal cosa como el aire.
Ambos, luz y aire, los cubren como una prenda, pues:
Una extensa combinación
Abraza por todos lados
esta florida tierra.15
¿Pero pueden comprender cómo ocurre? ¿Pueden darme una explicación satisfactoria de su naturaleza, o de la causa de sus propiedades? Piensen sólo de una, su elasticidad.
¿Pueden explicarla? Puede deberse al calor eléctrico adjunto a cada partícula o puede no serlo, pero ni ustedes ni yo podemos decirlo. Pero si dejamos de inhalarlo hasta que podamos comprenderlo, nuestra vida estará muy cerca de su fin.
10. Ustedes piensan que existe tal cosa como la tierra. Aquí, usteden afirman sus pies sobre ella. Están sostenidos por ella. ¿Pero comprenden qué es lo que sostiene a la tierra? «Oh, un elefante», dice un filósofo malabar, «y un toro que lo sostiene».16 ¿Pero quién sostiene al toro? El indostano y el británico están perdidos por igual para dar respuesta. Sabemos que es Dios quien extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada.17 Este es el hecho. ¿Pero cómo? ¿Quién puede explicarlo? Quizás las criaturas angélicas, pero no las humanas.
Comprendo lo que es admisible decir referente a las fuerzas de proyección y atracción. Pero tan confundidos como estamos, esto barre de hecho nuestra telaraña de hipótesis. Conecten como puedan las fuerzas de proyección y atracción, jamás producirán un movimiento circular. El momento en que el acero impulsado se acerca a la atracción del imán, no forma una curva, sino que se cae.
11. Ustedes creen que tienen un alma. «Un momento», dice el Doctor [Patrick Blair], «no creo en tal cosa. Si ustedes tienen un alma inmortal, también la tienen las bestias». No voy a discutir con todos los que creen que las tienen, de ninguna manera; sólo desearía que lo probaran.
Por cierto mas bien admitiría que aquellas tienen alma, que renunciar a la mía propia. En esto concuerdo cordialmente con el sentimiento de los paganos honestos: Si erro, libenter erro; et me redargui valde recusem,18 si me equivoco, me equivoco de buena gana, y me rehúso con ardor de ser convencido de ello. Me temo que la mayor parte de los que no creen en una Trinidad, tengan semejante mentalidad.
Permítanme, entonces, continuar. Ustedes creen que tienen un alma conectada con esta casa de barro.19 ¿Pero pueden comprender cómo? ¿Cuáles son los lazos que unen la llama celestial con el barro terrenal? No entienden nada del asunto. Así es; mas cómo, nadie puede decirlo.
12. Seguramente ustedes creen que tienen un cuerpo junto con su alma, y que cada uno de ellos depende del otro.
Claven una espina en sus manos: de inmediato se siente el dolor en su alma. Por otra parte, ¿sus almas sienten vergüenza? De manera instantánea un rubor cubre sus mejillas. ¿Siente el alma temor o ira violenta? El cuerpo tiembla. Estos también son hechos que no pueden negar; ni tampoco pueden explicarlos.
13. Les doy otro ejemplo más. A la orden de su alma se levanta su mano. ¿Pero quién es capaz de explicar esto por la conexión entre el acto de la mente y las acciones externas? ¿Más aún, quien puede dar alguna explicación del «movimiento muscular», en cualquier instancia del mismo?
Cuando uno de los más famosos médicos de Inglaterra hubo terminado su exposición acerca de ese tema, agregó: «Bien caballeros, les he hablado de todos los descubrimientos de nuestra ilustrada época. Y ahora, si ustedes entienden una tilde del asunto, ustedes saben más que yo».20
El resumen de este asunto es: aquellos que no quieren creer en nada que no puedan comprender, no deben creer que hay una luz resplandeciendo sobre ellos, que hay aire, aunque los rodea por todos lados, que hay tierra, aunque estén parados sobre ella. No deben creer que tienen un alma, no, ni que tampoco tienen un cuerpo.
14. Pero, segundo, tan extraño como pueda parecer, al requerir que ustedes crean: «tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno», no se les pide creer en ningún misterio. Más aún, aquel buen y gran hombre, el Dr. Peter Browne, durante algún tiempo Obispo de Cork, ha probado de forma cabal que la Biblia no requiere creer ningún misterio.21 La Biblia apenas requiere que crean en tales hechos, mas no su manera de serlo. Ahora bien, el misterio no reside en el hecho, sino totalmente en la manera.
Por ejemplo,«Dios dijo: Sea la luz; y fue la luz».22
Yo lo creo: creo el hecho evidente; en ello no hay ningún misterio. El misterio consiste en la manera. Pero de esto no creo nada en absoluto; ni Dios lo requiere de mí.
De nuevo,«El Verbo fue hecho carne.»23 Creo también en este hecho. No hay misterio en ello, pero en cuanto a la manera, el cómo hizo carne, dónde está el misterio, no sé nada de esto, no creo nada sobre esto. Y no es más el objeto de mi fe que de mi entendimiento.
15. Apliquen esto al caso en cuestión: «tres son los que dan testimonio en el cielo y estos tres son uno». Yo también creo en este hecho (si puedo usar la expresión «hecho») que Dios es Tres y Uno. Pero la manera, el cómo, no lo comprendo; y no lo creo. Ahora, en esto, en la manera, consiste el misterio. Y que lo sea; no me preocupo por ello. No es el objeto de mi fe; creo tanto cuanto Dios ha revelado y nada más. Pero la manera, no la ha revelado; por ende no creo nada acerca de ella. ¿Pero no sería absurdo de mi parte negar el hecho porque no entiendo la manera? Esto es, rechazar lo que Dios ha revelado porque no entiendo lo que no ha revelado?
16. Este es un punto importante. Hay muchas cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre.24 Parte de estas cosas Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; reveló, esto es, develó, descubrió.
Esta parte es la que él requiere que creamos. Parte de esto Dios no lo reveló. Por tanto, no necesitamos y en verdad no podemos creerlo; está muy lejos, fuera de nuestra visión.
Ahora bien, ¿qué sabiduría hay en rechazar lo que es revelado sencillamente porque no entendemos lo que no es revelado? ¿En negar el hecho que Dios ha develado porque no podemos ver la manera, que está aún velada?
17. Especialmente cuando consideramos que lo que a Dios le ha placido revelar sobre este asunto, lejos está de ser una cuestión indiferente; es una verdad de la mayor importancia. Penetra en el mismo corazón del cristianismo; está en la raíz de toda religión vital.
A menos que estos tres sean uno, ¿cómo explicar el hecho de que todos lo que honran al Hijo honran también al Padre?25 «No sé qué hacer», dice Socinio en una carta a su amigo, «con mis empecinados seguidores. Se niegan a adorar a Jesucristo. Les digo que escrito está, "Adórenle todos los ángeles de Dios."26 Pero responden: "Aunque sea así, si él no es Dios no vamos a adorarle, Porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás".»27
Pero lo que pienso en particular sobre esto es: el conocimiento del Dios Tri-Uno está entretejido con toda fe cristiana verdadera, con toda religión vital.
No digo que todo verdadero cristiano pueda decir como el Marqués de Renty: «Continuamente llevo conmigo una verdad probada, y una plenitud de la presencia de la siempre bendita Trinidad». Percibo que esta no es la experiencia de párvulos, sino de padres en Cristo.
Mas no conozco cómo alguien puede ser un creyente cristiano hasta que tenga, según el decir de San Juan, el testimonio en sí mismo;28 hasta que el Espíritu mismo dé testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios,29 es decir, hasta que en efecto Dios el Santo Espíritu testifique que Dios el Padre le ha aceptado por medio de Dios el Hijo; y teniendo este testimonio honre al Hijo y al bendito Espíritu como honran al Padre.30
18. No que todo creyente cristiano advierta esto; tal vez al principio ni uno en veinte; pero si les hacen unas pocas preguntas a algunas personas, fácilmente encontrarán que esto está contenido en lo que ellas creen.
Por ende no sé cómo le es posible a alguien tener una religión vital si niega que estos Tres son Uno. Toda mi esperanza hacia ellos no es que se salvarán durante su incredulidad (a menos que sean paganos honestos y tengan una invencible ignorancia), sino que Dios, antes de que partan de aquí, los traerá al conocimiento de la verdad.31

NOTAS
1 El místico Tomás de Kempis (1380-1471) tuvo gran influencia en Wesley por su obra Imitación de Cristo.
2 Un oscuro místico español (1542-96) que Wesley descubrió en la obra de Francisco Losa, Holy Life of Gregory López, A Spanish Hermite in the West Indies (edic. castellana de 1618, traducción inglesa de 1675).
3 Gaston Jean Baptiste de Renty (1611-49) un francés de alcurnia convertido al misticismo.
4 Cf. Jn. 5.35.
5 Un amargo eco de la controversia calvinista y de la caricatura que Wesley hace de la obra de Augustus M. Toplady, Doctrine of Absolute Predestination, cap. 5.9.
6 Jonathan Swift (1667-1745), Deán de San Patricio, Dublin, desde 1713. Su sermón «Sobre la Trinidad» fue publicado por primera vez en 1744.
7 Job 38.2.
8 Cf. El Libro de Oración Común, el cual prescribe que el Credo de Atanasio será dicho o cantado en las Devociones Matutinas del día de Navidad, de Epifanía, y otros once días festivos incluyendo el Domingo de Trinidad, en reemplazo del Credo Apostólico. (Los eruditos hoy concuerdan en que este credo no fue en verdad escrito por Atanasio. Nota del Editor.)
9 Una remota paráfrasis, aparentemente basada sobre «Sententiae vel Propositionum Excerptae Ex Libris Michaelis Serveti» en la obra de Calvino
Defensio Ortodoxae Fidei de Sacra Trinitate (1554).
10 John Albert Bengel (1687-1752), cuyo comentario Gnomon Novi Testamente (1742) fue la principal fuente para la obra de Wesley, Explanatory Notes Upon the New Testament (1755).
11 Constancio, quien llegó a ser el único gobernante del Imperio en el 353 d. de C. y murió en el 361 d. de C.
12 Sal. 19.5.
13 Una referencia resumida a la explosión de conocimiento de las ciencias físicas de su propio y precedente siglo y un reflejo de su interés en el impacto de la nueva ciencia en la religión. El modelo geocéntrico de astronomía de Tolomeo (100-170) había dominado las cosmovisiones medievales hasta el siglo XVI cuando fue cuestionado, menos radicalmente por el danés Tycho Brahe (1546-1601) y mucho más radicalmente por el heliocentrismo de Copérnico (1473-1543).
14 Prior, Solomon, I. 477-80.
15 Milton, El Paraíso Perdido, vii, 89-90.
16 Cf. John Locke, Ensayo sobre el Entendimiento Humano (1690), II. xiii.19;
xxiii.2, donde se discute esta filosofía malabar.
17 Job 26.7.
18 Una conjunción de dos pasajes distintos de la obra de Cicerón De Senectude, xxiii. 85 y xxiii, 83.
19 Cf. Job 4.19.
20 Comentario atribuido a un Dr. Hunter, que podría haber sido uno de dos hermanos, William (1718-83) o John (1728-93). Se puede conjeturar, a base de su reputación como conferencista de gran popularidad, que esta anécdota se
refiere a William.
21 Peter Browne, (fallecido en 1713), The Procedure, Extent, and Limit of Human Understanding (1728). Wesley leyó esta obra en 1729, e hizo un resumen de ella para su uso posterior.
22 Gn. 1.3.
23 Jn. 1.14.
24 1 Co. 2.9.
25 Cf. Jn. 5.23.
26 He. 1.6.
27 Mt. 5.10.
28 1 Jn. 5.10.
29 Cf. Ro. 8.16.
30 Jn. 5.23.
31 Cf. 1 Ti. 2.4; 2 Ti. 3.7.; He. 10.16.


(OBRAS DE WESLEY
Edición auspiciada por
Wesley Heritage Foundation, Inc.
P.O. Box 76
Henrico, NC 27842
USA
TOMO III
SERMONES, III
Editor General
JUSTO L. GONZÁLEZ)

1 comentario:

  1. Yo también creo en este hecho (si puedo usar la expresión «hecho») que Dios es Tres y Uno. Pero la manera, el cómo, no lo comprendo; y no lo creo. Ahora, en esto, en la manera, consiste el misterio. Y que lo sea; no me preocupo por ello ese es el argumento en cuestion a conciderar

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